Asegura Diego U.,” Yo no la mate”, sobre el feminicidio de Jessica González Villaseñor, al tiempo que incrimina a su amigo Jair como posible responsable
“Yo no la maté”, asegura Diego U., procesado por el feminicidio de Jessica González Villaseñor, al narrar una historia en la que incrimina a su amigo Jair, uno de los dos testigos presentados por la Fiscalía General del Estado como testigos del momento en que él se habría deshecho del cuerpo de la joven profesora.
Como parte de la estrategia de su defensa, este miércoles Diego U. hizo uso de la palabra en el juicio oral que se desarrolla por la causa penal 1404/2020.
Ataviado de un saco beige y una camisa blanca, realizó una narrativa en la que se dice inocente de los hechos por los que se le acusan, incriminó a su amigo Jair, acusó tortura por parte de la Fiscalía, y se condolió del sufrimiento de los familiares de Jessica, a quienes incluso les dio el pésame.
Con sobrados intentos por forzar el llanto, Diego optó de inicio por un mensaje de empatía al dolor de la familia de Jessica, pese a que minutos antes, en los pasillos colindantes a la Sala de Oralidad, su padre saliera al paso de las víctimas indirectas para provocarlas con un intercambio de palabras.
De acuerdo con lo narrado por Diego, el 21 de septiembre de 2020, al momento en que se habría suscitado el feminicidio de Jessica, él se encontraba en el motel “Aqua”, con una mujer casada de la que se negó a dar nombre o referencia alguna argumentando respeto a su identidad.
Aseguró que la mujer le había marcado para que se vieran, que tuvieron relaciones sexuales en el motel y regresaron al fraccionamiento en el que él vivía debido a que su amigo Diego S. le estuvo realizando constantes llamadas.
De acuerdo con el presunto feminicida, dicha mujer al entrar al fraccionamiento optó por bajarse del auto de Diego, y tomar un Uber para irse del lugar debido a que no quería ver a los amigos de su acompañante.
Contrario a lo que señaló tras la desaparición de Jessica –que la había dejado ese 21 de septiembre cerca de su casa-, ahora Diego aseguró que la última vez que la había visto fue en julio de ese año durante una fiesta.
Refirió que conoció a Jessica cuando él tenía quince años, y que ella abiertamente le dio que le gustaba porque era físicamente atractivo y tenía carisma.
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Parte de las baterías de su testimonio, Diego las enfocó a la Fiscalía General del Estado para señalar que ésta pretendía armar su caso inculpándolo. Dijo que él era una víctima y que el responsable seguía libre.
Con huecos en su narración –que serían evidenciados por los fiscales en los cuestionamientos que le formularon-, Diego reconoció que se fue a Jalisco, luego del feminicidio de Jessica, aunque refirió que fue por consejo de su entonces abogado quien le aconsejó que huyera, que él estaba dispuesto a regresar, pero que antes fue detenido por elementos de seguridad vestidos de civiles.
Luego de haber sido representado en todo este proceso por más de una decena de abogados, Diego buscó argumentar que había carecido de una debida defensa, achacando responsabilidad a sus dos primeros representantes legales sobre situaciones que ocurrieron en la recta inicial del proceso.
En el caso de Jair, señaló que a éste le gustaba Jessica y que había estado con ella toda la mañana del día 20 de septiembre, esto pese a que los testimonios de los familiares de la joven profesora evidenciaron que ese día estuvo con su hermano Cristo.
En su esbozo de Jair como el responsable de lo ocurrido, Diego U. habló de un par de llamadas que éste le habría realizado, acusándolo de que se “había pasado de verga con Jessica”, para posteriormente, cuando se vieron el día 21, comentarle: “ya no güey, de todos modos, ya mandé a la chingada a Jessica”.
En la narrativa esbozada por Diego y su defensa, Jair habría ingresado al fraccionamiento, antes de la hora que refirió en su testimonio durante el juicio.
Para reforzar su teoría de la responsabilidad de Jair, Diego proporcionó el número telefónico de su amigo, lo que contrastó con la falta de memoria que evidenció al ser cuestionado por la Fiscalía por sus propios números telefónicos y los de sus papás, o incluso sobre los datos de usuario de sus cuentas personales en Facebook o Instagram que no pudo recordar, evidenciando así que el número de Jair fue memorizado exprofeso con la intención de poderlo referir durante su testimonio.
Diego acusó a Jair de mentiroso, y señaló que el testimonio rendido por sus amigos Diego S. y Hanna, había sido producto del miedo frente a las amenazas de la Fiscalía y el acuerdo legal que se les ofreció.
Así, Diego acusó a la Fiscalía de incriminarlo: “mientras el culpable anda por ahí, mi vida se cortó, tengo una familia de valores, mi padre siempre me impulsó al estudio, me duele no ver a mi hermanita, todo porque la Fiscalía está armando un caso, está buscando un culpable, llevo más de dos años pagando un crimen que no cometí”, referiría desde el banquillo mientras hacía esfuerzos evidentes por forzar un llanto que nunca logró, lo más que le provocó fue fluido nasal.