Una cuestión que no quedó clara en la bitácora del fiasco de Culiacán, realizada ayer en la mañanera, es el papel que jugó el Presidente de la República.
Primero dijo que el operativo y la liberación del Chapito fue una decisión del Gabinete de Seguridad que él avaló. Seis días después aseguró que ni siquiera fue informado.
Ayer no quedó muy claro el tema. La bitácora que tuvo que presentar el mismísimo secretario de Defensa, Luis Cresencio Sandoval, deja muchos lunares.
Dice textual el general: “A las 16:45 , el Gabinete de Seguridad informa al señor Presidente sobre lo que está sucediendo en Culiacán. A las 19:49 se ordena la cancelación de la operación, el retiro de las tropas del lugar donde se encontraban”.
La cosa es que a las 16:45 horas ya el “desmadre” —el calificativo es de Ovidio Guzmán— estaba en su apogeo.
Casi una hora antes habían iniciado las agresiones de los delincuentes contra las fuerzas de seguridad, según el propio Sandoval.
- Tengo el testimonio de una fuente que asistió a la reunión que sostuvo el martes Alfonso Durazo con los coordinadores parlamentarios en las oficinas de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Senadores.
La versión es otra. Dice que el secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana les reveló que el Presidente fue informado antes del fallido operativo —que inició a las 15:30 pm., según Sandoval—, pero también después de la captura de Ovidio Guzmán.
¿Fue él quien dio luz verde para que soltaran al Chapito o fue una “decisión colegiada”—muleta para diluir responsabilidades— del Gabinete de Seguridad, como dice la versión oficial? La fuente nos advirtió que si revelábamos su nombre nos desmentiría.
Hay más. El Quinto Transitorio de la Reforma por la que se crea la Guardia Nacional dice que el único facultado para movilizar a las Fuerzas Armadas en asuntos que competen a la seguridad pública es el Presidente de la República.
Otra pregunta. ¿Por qué sacó a la Marina del combate al crimen organizado, a pesar de su probada capacidad en operaciones de captura de grandes capos?
Allí está el caso de Tony Tormenta, en Tamaulipas; de Arturo Beltrán Leyva, en Cuernavaca, y su papel en la segunda captura de El Chapo Guzmán.
- Nunca, como ahora, el gobierno federal había sido objeto de tan dura crítica como en el tema de Culiacán. En esto tiene razón el Presidente y el propio Alfonso Durazo.
No es para menos. La pifia de Culiacán va a traer consecuencias violentas. No se necesita un sesudo análisis para vaticinarlo. Habrá réplicas de esos eventos. Los bien armados criminales saben ya de las debilidades de la 4T. Las van a aprovechar.
Por lo menos Durazo tuvo la humildad de reconocer que violentos acontecimientos en Sinaloa fueron propiciados por una acción precipitada. “Merece una crítica, pero no así la estrategia general de seguridad”, dijo.
¿Cuál estrategia de seguridad? ¿La de abrazos, no balazos? ¿La de atacar las causas? ¿La que se ha traducido en un incremento de los homicidios?
A las estadísticas me remito: 2019 está en vías de convertirse en el año más violento desde que se llevan las estadísticas: 25 mil 890 casos de homicidio doloso. 2.4 por ciento más que en las mismas fechas del año anterior, según Semáforo Delictivo.
Pero el Presidente y su gabinete de seguridad insisten en que no creen en los “falsos atajos de la violencia”.
“Estamos convencidos de que la violencia siempre pierde, así gane la primera batalla, decidimos no continuar con la idea conservadora de la guerra contra el narco”, dijo Durazo.
Muy cuestionable. La violencia del narco se impuso al Estado de derecho. Le guste o no al secretario. El Chapito anda libre. Esa analogía de que el fuego no se combate con fuego es sólo eso, una analogía romántica.
A Hitler no se le ganó la guerra con abrazos, sino a cañonazos, con bombas y soldados. La Revolución Mexicana no triunfó sobre Porfirio Díaz negociando con el dictador. El costo fue de un millón de muertos.
Tampoco fue con caricias que la Revolución Francesa derrotó a la centenaria monarquía. ¿Le seguimos?
- Un último apunte sobre la mañanera. Al Ejecutivo le molestaron los cuestionamientos que se le hicieron al fallido operativo. A leguas se ve que es alérgico a la crítica, aunque presuma lo contrario. Arrasó con todos los medios, independientes y conservadores, que criticaron el fiasco. “Enseñaron el cobre”, dijo. Sin comentarios.