Los derechos humanos constituyen un conjunto de principios y valores de carácter ético – político que pertenecen a mujeres y hombres, independientemente del estado civil, orientación sexual, edad, clase social, origen étnico, credo o raza. Son prerrogativas que nos pertenecen por nuestra mera calidad de ser personas y cuya observancia y garantía por parte del Estado resulta indispensable para un desarrollo personal integral.
Históricamente han existido grupos sociales que por alguna circunstancia en particular no han podido gozar de igual manera de éstos derechos, las personas pertenecientes a éstos grupos han visto limitada su participación en la vida pública y la mayor parte de las ocasiones son víctimas de la violencia, discriminación, racismo, clasismo y en consecuencia excluidas del acceso a una serie de condiciones favorables para su bienestar.
Una de las más graves violaciones a los derechos humanos que se comenten de manera sistemática es la violencia que se ejerce en contra de las mujeres y que a partir de la promulgación de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres “Belen Do Pará”, se denomina violencia de género.
A partir del mencionado instrumento internacional se nombró y visibilizó un grave fenómeno que vivían las mujeres tanto en el ámbito público como en el privado y paso de ser un “problema del ámbito privado” a un problema de índole social.
A partir de los años ochenta y, especialmente a partir de la segunda mitad de la década de los noventas, grupos de feministas y organizaciones de la sociedad civil presionaron a los gobiernos para que se legislara en materia de violencia doméstica y sexual, se crearan refugios y se establecieran mecanismos de atención a las víctimas de la violencia familiar.
Hoy, los logros han sido significativos contamos con Secretarias de la Mujer en casi todos los Estados, Fiscalías Especializadas, refugios, marcos normativos de avanzada, campañas en contra de la violencia y discriminación y sin embargo la violencia contra las mujeres no cesa.
No podríamos afirmar que el problema se ha incrementado o disminuido porque hace dos décadas aun no contábamos con indicadores precisos que nos permitieran contar con datos estadísticos confiables, sin embargo lo que es un hecho evidente es que ahora es un tema visible del cual se habla con mayor libertad y las mujeres cuentan con mayores instancias a las cuales acudir confiando en que serán hechos que no quedaran en la impunidad.
Michoacán, al igual que otros Estados del País y otras muchas partes del mundo, enfrenta un grave problema de muertes violentas de sus mujeres, niñas, adolescentes y adultas están expuestas por igual y por su mera condición de nacer mujeres a ser víctimas de alguna de las muchas mascaras bajo las cuales se esconde la violencia de género.
Un instrumento establecido en la Ley de Acceso de las Mujeres a una vida de Violencia tanto a nivel federal como estatal es la Alerta de Género. Éste mecanismo es el conjunto de acciones gubernamentales de emergencia que se generan para enfrentar y erradicar la violencia feminicida en un territorio determinado, ya sea ejercida por individuos o por la propia comunidad.
La violencia femicinida, a su vez es la expresión excesiva de violencia que padecen las mujeres y se define como una forma extrema de violencia del género femenino, producto de la vulneración de sus derechos humanos en un ámbito público y privado, conformada por una serie de conductas misóginas que pueden conllevar impunidad social y del Estado y puede culminar en homicidio o feminicidio.
La alerta de género, como un mecanismo de prevención y atención que conjunta acciones y programas emergentes para detener la violencia en contra de éste grupo social constituye una esperanza para la vida, integridad y seguridad de las mujeres, que si bien no constituye una garantía de no repetición de hechos por lo menos genera una percepción social de que algo se está haciendo.
Esperemos que la declaratoria de la Alerta de Género que se hace el día de hoy para los municipios Apatzingán, Hidalgo, La Piedad, Lázaro Cárdenas, Los Reyes, Maravatío, Morelia, Pátzcuaro, Sahuayo, Tacámbaro, Uruapan, Zamora, Huetamo y Zitácuaroreconforte y de consuelo a los padres y madres de familia que se han enfrentado a la terrible realidad de tener que reconocer el cuerpo sin vida de sus hijas y sobre todo constituya un mecanismo mediante cuyas acciones generen conciencia en todos aquellos que consideran el cuerpo de las mujeres como un objeto del cual se puede disponer en cualquier momento.