En Michoacán el 11.5 por ciento de las mujeres periodistas reconocen ser víctimas de violencia sexual, y el 94.9 por ciento de violencia laboral. Así se consigna en una iniciativa de reforma a dos leyes estatales presentada por periodistas y activistas de la entidad ante el Congreso del Estado.
La iniciativa propone reformar la Ley para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, así como la Ley por Una Vida Libre de Violencia para las Mujeres en el Estado, a fin de incorporar la perspectiva de género en la protección de los derechos de las periodistas y defensoras de derechos humanos.
De acuerdo a las cifras sobre las violencias a mujeres periodistas en Michoacán, con base a un diagnóstico realizado mediante la aplicación de encuestas a comunicadoras, el 38.4 por ciento de las periodistas expresa haber experimentado violencia por más de 5 años y el 23.3 por ciento la han vivido toda su vida.
Asimismo, el 46.2 por ciento reporta que las oficinas del sitio en que trabajan son el lugar donde ha vivido violencia, seguida de las oficinas públicas con 12.8 por ciento y la vía pública con el 10.3 por ciento.
El 15.4 por ciento de las ocasiones ha sido el jefe directo quien perpetra la violencia contra de ellas, seguido de los dueños de los medios de comunicación, los compañeros reporteros, camarógrafos y funcionarios públicos.
Además, el 63.2 por ciento señala que la violencia que ha vivido representa un riesgo para su permanencia laboral y que el 79.5 por ciento no ha presentado denuncia de las violencias vividas; entre las razones para no denunciar reportan la falta de confianza en las autoridades, el temor a ser despedidas, el desconocimiento de los procesos para denunciar, el miedo a las represalias o a ser juzgadas, por miedo a no ser contratadas en algún otro lugar, entre otras razones.
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En la exposición de motivos de la iniciativa se apunta que las principales agresiones por las que pasan las mujeres periodistas son abuso verbal, abuso psicológico, acoso sexual, abuso económico, violencia física. Entre los principales agresores se encuentran: políticos, lectores, jefes, supervisores, compañeros de trabajo y fuentes.
Apuntan que estas realidades hacen reconocer que para hablar sobre la violencia de las mujeres periodistas, se debe tener en cuenta que ésta, se relaciona con la cultura, la estructura social y el estado, que generan circunstancias de discriminación y desigualdad para las mujeres que ejercen el periodismo, haciéndolo pasar como una acción o labor ‘‘de hombres’’.
“El uso de la tecnología indudablemente ha sido un impacto en la violencia contra las periodistas y en su mayoría es de manera anónima donde llega a tener manifestaciones desde amenazas de muerte y violación, insultos, la devaluación de su trabajo, comentarios sexistas, el envío de imágenes obscenas, el acoso cibernético y suplantación de cuentas”.
Abundan que las periodistas al ser mujeres no solo tienen que lidiar con los problemas que lleva la labor periodística, sino con el hecho de ser mujer y correr el riesgo de sufrir alguna manifestación de violencia.