Morelia, Michoacán.- Pequeños altares adornaron la entrada del Zoológico Benito Juárez en Morelia, mostrando su respeto por aquellos que se han ido y que no regresarán.
Sobre pequeñas piedras los alteres le daban la bienvenida a todos aquellos que entraban, mostrándose coloridos y mágicos, casi como el mismo recorrido por el lugar.
Niños pequeños asombrados por ver esos pisos con comida y artículos de los difuntos les demuestran que todo Morelia esta preparándose para recibir a los que ya partieron.
El ruido de algunos animales se alcanza a distinguir, ellos, los dueños de esas tierras reclaman en sonido de los humanos que visten coloridos para recibir a la muerte.
Una Catrina gigante mira con sus ojos nublados la nada, como deseosa de ver a todos aquellos que tarde o temprano acompañará en su próxima morada.
Los niños asustados la miran y exclaman “la muerte, mamá”, algunos más decididos se acercan a tomarse la foto del recuerdo, ese que quedará en la memoria de los que se quedan aquí en la tierra.
Fuera del herpetario se lleva la muestra de altares, las culpables de nuestra expulsión del paraíso, se inquietan y de mueven para deleite de los asistentes que llevan disfraces de Halloween.
El elefante, el hipopótamo, los tigres, las aves, ven correr a pequeños catrines y catrinas por todos lados, tan llenos de energía, tan enérgicos, ellos no se sentirían así si estuvieran en sus jaulas.
La noche, poco a poco cae y los niños con sus acompañantes se van retirando del lugar, los animales vuelven a su calma normal, poco a poco se van retirando a sus lugares de descanso.
Algunas velas resisten las pequeñas gotas de lluvias que caen sobre ellas otras más se apagan con el viento que las mece y que no conducirá a las almas hasta su gran festín, preparado por sus seres queridos.