En los últimos días han aparecido varios titulares en distintos medios de noticias internacionales sobre el recién electo presidente de Filipinas Rodrigo Duterte, específicamente se habla sobre la polémica en torno a las distintas decisiones políticas de su gobierno ¿Pero exactamente de qué tratan tales políticas?
El presidente filipino Rodrigo Duterte, electo en Mayo de este año, durante su campaña prometió una estrategia sumamente agresiva contra el narcotráfico en su país, cabe destacar que Filipinas tiene un cierto paralelismo con América Latina, pues también fueron durante casi 400 años colonia de España, incluso formaron parte del Virreinato de Nueva España por un tiempo, por lo tanto una buena parte de la cultura filipina se parece en muchas cosas a las culturas latinoamericanas, incluso en algunas regiones se habla español sin embargo al igual que la mayoría de América Latina, Filipinas tiene severos problemas con narcotraficantes en su territorio.
La estrategia de Duterte para combatir el narcotráfico está basada en un enfrentamiento directo contra los distribuidores de droga, algo parecido a lo que hizo el expresidente de México, Felipe Calderón, entre el 2006 y 2012, sin embargo a diferencia del exmandatario mexicano, la estrategia del gobernante filipino suma el factor de atacar también a los poseedores e incluso a los adictos de las drogas. Duterte personalmente instó al pueblo filipino a matar a todo aquel estuviera involucrado en narcotráfico o tuviese bajo su posesión alguna clase de droga ilegal.
Su gobierno ha invertido millones de pesos filipinos en cuestiones de equipamiento e infraestructura para las fuerzas de seguridad. Pero quizá lo que más lo ha caracterizado es su forma peculiar de dirigirse tanto a las masas como a las instituciones internacionales, pues Duterte no es un político clásico o un diplomático común, por el contrario es alguien que habla coloquialmente, prácticamente en todos sus discursos emplea palabras altisonantes, insultos e incluso ha atacado verbalmente a la ONU y al gobierno de EUA.
En el caso de la ONU, Duterte atacó a la organización internacional por la crítica que ésta hizo a sus tácticas de seguridad contra el narcotráfico, el presidente filipino señaló que la ONU no tiene derecho a criticar la soberanía del estado filipino y que además esa organización no ha hecho nada por detener la guerra en Siria ni los problemas políticos y sociales de África, el mandatario filipino, incluso amenazó con sacar a su país de la ONU si ésta continuaba con sus críticas.
Sobre EUA, Duterte insultó abiertamente al embajador de EUA, cuando criticó su estrategia contra el narcotráfico, así mismo señaló que los estadounidenses no tenían derecho de invadir la soberanía filipina.
Por todo lo anterior el presidente filipino ha sido centro de gran polémica, no obstante mantiene una amplia mayoría en el congreso nacional y además cuenta con un gran apoyo popular. Esto último se debe a que realmente no ha habido una estrategia de seguridad efectiva en las últimas décadas en el territorio filipino, por lo que ahora la población en general espera tener un mayor resultado en las percepciones de seguridad.
Por el momento se han registrado más de 1900 muertes en Filipinas a raíz de que Duterte inició su gobierno y su polémica estrategia contra el narcotráfico, sin embargo aún no se han recabado datos sobre si la población filipina encuentra más seguridad en este gobierno. Aunque juzgando las políticas de este nuevo mandatario, se puede deducir que éste plantea copiar el modelo de seguridad de Singapur, nación, que al igual que Filipinas, se ubica en Asia Oriental en el mar meridional de China; no obstante si bien Singapur ha tenido un relativo “éxito” conteniendo el narcotráfico así como a los adictos de las drogas, ha recibido fuertes críticas de parte de organizaciones en favor de los derechos humanos y la democracia, pues la estrategia de seguridad y orden en Singapur vino acompañada de un gobierno dictatorial sin ningún interés por la democracia y coartador de libertades.
No obstante debe mencionarse que el propio Duterte señaló que hay aproximadamente 150 altos funcionarios coludidos en el comercio de drogas, así como varios oficiales de la policía que se han tornados capos de las mafias locales, sin embargo hasta el momento no se ha detenido a ninguno alto funcionario, pues realmente las más de 1900 muertes que han ocurrido corresponden a los estratos sociales más bajos del estado filipino, es decir, la “guerra” de Duterte únicamente ha tocado a las zonas más pobres del país.
Es comprensible que el pueblo filipino desee orden, seguridad y progreso, empero debe de ver con cautela esta clase de estrategias, no solo por el costo humanitario que involucran, sino también por el costo político-social que puede significar, ya que si bien puede ser más o menos eficaz, puede también generar que el gobierno empiece a perseguir a sus opositores acusándolos de delitos de narcotráfico, lo cual sería justo el paso previo a una autentica dictadura.
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