Ciudad de México.- En la Ciudad de México el 31 de marzo de 1914, durante la Revolución Mexicana, el mundo se prepararía para recibir a uno de los más grandes poetas hispanos de todos los tiempos. Octavio Paz Lozano se fue destacando en el campo de la literatura. Nieto del también escritor Ireneo Paz, sus intereses por profundizar en el sexto arte lo llevaron a tomar la decisión de vida mas importante en su carrera, estudiar en las facultades de Leyes y de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En junio de 1937, aún cursando la universidad, contrajo matrimonio con la escritora Elena Garro, apostando en el amor por una persona que compartiera su misma pasión.
Con la misma meta en la mente, ambos escritores embarcan un viaje a Europa, el cual terminaría por ser pieza elemental y fundamental en sus trayectorias como amantes de las letras. A unos meses de su llegada, sería Octavio Paz quien, por sus relaciones personales, tomaría contacto con grandes de la literatura de ese entonces como César Vallejo y Pablo Neruda. Invitado también al Congreso de Escritores Antifascistas de Valencia, sería hasta finales de septiembre de 1937 que permanecería en España, donde conocería a otros destacados poetas de su generación.
Una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, se muda a París. En la capital francesa comenzó a modificar su línea por la que se inclinaba al escribir, se alejó entonces del marxismo y el existencialismo que caracterizaban sus obras, para acercarse a un socialismo mas bien utópico pero sobre todo, se introdujo profundamente al surrealismo, e hizo de esto su actitud vital y en cuyos círculos se pudo abrir paso gracias a Benjamin Péret y principalmente a su gran amigo André Breton.
Tiempo después ejerce como profesor en universidades tanto americanas como europeas, sin dejar a un lado los momentos creativos en los que se sumergiría en sus propias creaciones como poeta. En 1990 se le concedió el Nobel de Literatura, coronación a una ejemplar trayectoria ya previamente reconocida con el máximo galardón de las letras hispanoamericanas, el Premio Cervantes (1981), y que se vería de nuevo premiada con el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (1993).
El arco y la lira (1959), Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe (1982), Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe (1982) son algunas de las mas grandes obras del máximo exponente de la literatura mexicana.