Para diversos teóricos de la democracia las campañas electorales representan una oportunidad para diagnosticar cuales es el estado salud que guarda el sistema político y el diseño institucional de los regímenes democráticos.
En este sentido, con el inicio de las campañas electorales en nuestro país, resulta una gran oportunidad para reflexionar sobres los avances y retos que enfrenta nuestra democracia.
En lo que respecta al árbitro electoral, el Instituto Electoral Nacional, enfrenta uno de sus mayores retos, ya que tiene a su cargo la organización de una de las elecciones más grandes que haya tenido el país, puesto que, se elegirán 300 diputaciones federales por el principio de mayoría relativa y 200 diputaciones federales por representación proporcional, así como 19,915 cargos locales: 15 gubernaturas, 30 renovaciones de congresos locales equivalentes a 642 diputaciones de mayoría relativa y 421 de representación proporcional; 1,923 presidencias municipales, 2,057 sindicaturas, 14,222 regidurías y 204 concejalías; y 431 cargos auxiliares correspondientes a 22 presidencias, 22 sindicaturas y, 88 regidurías, todas de juntas municipales; 299 presidencias de comunidad.
En el caso de los partidos políticos, Morena va por el reto de mantener la actual mayoría absoluta en la Cámara de Diputados (la mitad más uno), lo cual le permite aprobar leyes ordinarias. Empero, López Obrador requiere mayoría calificada (dos tercios) para pasar eventuales reformas constitucionales que ampliarían el rol del Estado.
Por su parte, la “alianza opositora” (PRI, PAN y PRD) así como los bloques de varias agrupaciones civiles como Sí por México y Futuro 21, se aglutinan para hacer frente al gobierno federal y el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). Aunque tienen características distintas y diferentes ofertas políticas, su principal apuesta es reducir la fuerza de MORENA.
Por último, sin restar importancia al actuar de las autoridades electorales y de los partidos políticos, el gran desafío de estas elecciones es desarrollar una elección transparente y pulcra en plena pandemia de COVID-19. Como bien lo sabemos en México, se vota de forma presencial y en una única jornada, lo que podría acentuar el abstencionismo habitual en la intermedia.
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En este sentido, tanto autoridades, partidos políticos y ciudadanía deben seguir adecuadamente los controles y protocolos sanitarios, con el objetivo de evitar la propagación del COVID-19.