El intenso olor a flores se siente desde antes de pisar la entrada al cementerio de Tzurumútaro, una cortina de Cempasúchil da la bienvenida a quienes la noche de este martes 1 de Noviembre llegan a velar a sus difuntos.
Un tapete de pétalos amarillos adorna el pasillo principal del pequeño panteón que desde lejos se distingue porque se alumbra con miles de luminarias naturales que arden a pesar del frío viento que se deja sentir.
![foto: Ismael Díaz](https://www.contramuro.com/wp-content/uploads/2016/11/2016-11-01-20.59.13-1024x682.jpg)
Mujeres, hombres, jóvenes y niños se reúnen en torno a las ornamentadas tumbas en las que descansan sus familias. Se prenden más velas y se impregnan los sentidos de un sentimiento de tristeza y soledad.
Una mujer de por lo menos 70 años, vela en solitario al hombre que fue su compañero de vida, se percata de la existencia personas extrañas y tapa su rostro con el reboso negro que la cubre del frío.
![foto: Ismael Díaz](https://www.contramuro.com/wp-content/uploads/2016/11/2016-11-01-20.59.33-1024x682.jpg)
Una sola de las tumbas se distingue porque en ella se deja ver la tierra, la misma que hace apenas unos años se abrió para recibir a Juan.. No tiene flores, no hay veladoras, solamente dos personas que a dicho, aseguraron que este año “no hubo dinero”, pero ahí están, firmes, llorando el fallecimiento de su padre a sabiendas que ese mismo sitio y esa misma tierra los recibirá “algún día, algún día…”
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