Antes de la invasión española, Tzintzuntzan fue la auténtica ciudad tarasca de Mechuacan, tierra de los poseedores de pescado
Morelia, Michoacán.- Tariácuri (ca. 1440-1460) es identificado como el verdadero fundador del reino michoacano, porque conquistó y dominó los señoríos de la cuenca del lago de Pátzcuaro e inició la expansión militar hacia otras regiones.
Su mandato tarasco uacúsecha (linaje de señores “águila”) era equivalente y contemporáneo al de los reyes tenochcas Itzcóatl, Moteuczoma Ilhuicamina y Nezahualcóyotl, quienes fundaron en 1428-1431 el imperio de la Triple Alianza conformado por Tenochtitlan, Tetzcoco y Tlacopan.
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Así, fundó la Triple Alianza michoacana con Pátzcuaro como capital; Tzintzuntzan, que la Relación de Michoacán de fray Jerónimo de Alcalá refiere como ciudad de Mechuacan; e Ihuatzio, siempre llamada Cuyacan o Cuyoacan.
Antes morir, hacia 1460, Tariácuri nombró a su hijo menor, Hiquíngaje, señor de Pátzcuaro, bajo la tutela del dios Curicaueri; a su sobrino Tangáxoan I, señor de Tzintzuntzan, bajo la tutela de la diosa Xarátanga; y a su otro sobrino, Hiripan, señor de Ihuatzio, bajo la tutela de la advocación de Curicaueri.
Con el apoyo de pescadores e isleños, lograron una gran expansión territorial, imponiendo sus propios señores en los señoríos conquistados, pertenecientes a varios grupos étnicos; pero, al igual que en su homóloga de la cuenca de México, surgieron rivalidades y conflictos, que se extendieron hasta que Tzitzipandácuare (ca. 1480-1500), hijo de Tangáxoan I, impuso el poder de Tzintzuntzan, adonde se trasladó el culto a Curicaueri, que fue venerado junto a Xarátanga, antigua deidad local.
Así, la ciudad capital de la Triple Alianza michoacana se mantuvo y consolidó en Tzintzuntzan durante el gobierno de Zuangua, muerto en 1520 durante la epidemia de viruela que trajo la invasión española. Con 20 mil a 30 mil habitantes, centralizaba el control de un gran reino que abarcaba el actual estado de Michoacán y parte de las entidades circundantes, cuya población se ha calculado en cerca de un millón de habitantes y que nunca pudo ser derrotado por sus poderosos rivales de Tenochtitlan.
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La etnohistoriadora y arqueóloga estadounidense Helen Pollard determinó que se procuró ir construyendo una “etnicidad tarasca” en las principales regiones del imperio, pertenecientes a etnias y señoríos diferentes. El culto a la pareja de Curicaueri y Xarátanga jugó un papel fundamental en esta unificación cultural, religiosa y lingüística, dependiendo de lo reciente de la conquista de cada señorío y de su importancia militar, política y económica.
Toda la información vertida en este artículo fue extraída del libro Convivencia y utopía: El gobierno indio y español de la ciudad de Mechuacan de Rodrigo Martínez Baracs.