El candidato republicano Donald Trump, en medio de una crisis reputacional por la filtración de una conversación privada donde expresa misoginia y machismo, libró con soltura un debate intenso y dinámico en la Universidad de Washington en St. Louis contra la demócrata Hillary Clinton, en el que ambos aspirantes a la presidencia de Estados Unidos respondieron preguntas de dos moderadores, del público asistente y de usuarios de redes sociales.
En una serie de acusaciones y reclamos de Trump contra Clinton, la candidata del partido en el poder, el republicano aseguró que, de llegar a la presidencia, nombraría a un fiscal especial para investigar a Clinton por el uso de su correo electrónico, ya que ella había puesto en peligro la seguridad nacional durante su gestión como jefa de la diplomacia estadounidense del 2009 al 2013.
Sobre la divulgación el viernes de una conversación donde Trump menoscaba a las mujeres, el candidato calificó el contenido como una “charla de vestidor” y dijo que si gana la Casa Blanca enviaría a su rival Clinton a la cárcel por utilizar un servidor privado para enviar emails mientras era secretaria de Estado.
La demócrata contraatacó: “Éste es Donald Trump”, añadiendo que el candidato conservador “no está capacitado” para ser presidente.
Trump llegaba al segundo debate presidencial con su campaña hecha añicos desde el viernes a raíz de un video grabado en 2005 en el que la ex estrella de televisión se jactaba, usando palabras y expresiones de extrema vulgaridad, de aprovecharse de su condición de celebridad para abusar físicamente de mujeres.
“Cuando eres una estrella, ellas te dejan hacerlo. Uno puede hacer lo que quiera”, se escucha decir a Trump en la conversación.
Con la soga al cuello, Trump lanzó un sorpresivo contraataque minutos antes del debate, al reunirse, frente a las cámaras de los medios, con cuatro mujeres, tres de las cuales acusan al ex presidente Bill Clinton de agresiones sexuales entre las décadas de los 70 y 90, y a Hillary Clinton de ayudar a su marido a denigrarlas.
Para añadir leña al fuego, las cuatro mujeres y Bill Clinton se encontraban entre los asistentes del debate.
A apenas cuatro semanas de las elecciones, ambos candidatos respondían a las preguntas de dos moderadores y un panel integrado por electores indecisos.
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