Francisco Lemus | Twitter: @PacoJLemus
Un gobierno que se llena de cuadros de las viejas administraciones, aquellas a las que aseguraba haberles declarado la guerra a muerte, difícilmente puede presumir de tener un verdadero compromiso con el cambio, transformación o como se le quiera llamar y demuestra que el fin jamás podrá justificar a los medios.
Ingresa a: Morena y la izquierda: herencia y legado
Se puede justificar la adhesión de esos oportunistas asegurando que su experiencia se suma para mejorar las aptitudes del gobierno para llevar a cabo su tarea, pero la realidad es bastante clara para la mayoría, detrás de cada viejo político del régimen, hay un número determinado de clientes que se habrán de convertir en votos efectivos.
En su búsqueda de votos al costo que sea, y bajo el pretexto de que esto es por el bien de la mayoría popular, Morena ha carecido de escrúpulos para reciclar cuadros de todos los grupos a los que segura enfrentarse: salinistas, calderonistas, silvanistas, todos son funcionales si se someten a la disciplina y traen a su clientela de votantes con ellos.
Ya luego llegan los arrepentimientos, como ha pasado con el calderonista Germán Martínez o la comunicadora de ultraderecha Lily Téllez. Pero una verdadera evaluación y recomposición de la estrategia es algo que no se ha dado, por el contrario, se mantiene y se revitaliza cada día.
Es de sabios cambiar de opinión, reza la filosofía popular, sin embargo, nunca queda constancia del cambio de opinión. Cualquiera que viva de la política lo reconocerá sin mucho pudor: los movimientos son sólo en función de metas electorales, porque Morena nunca ha puesto suficiente énfasis en la discusión y formación política.
Si a algunos de los cuadros de base y de mayor formación política les preocupa que Morena esté en un camino hacia su perredización, habrá que recordarles que al menos el PRD tuvo en sus orígenes y aún ya avanzado su proceso de descomposición, un importante interés en la formación de sus cuadros en una cultura política de izquierda.
Si bien ni el PRD ni Morena jamás se declararon o han declarado anticapitalistas, en el PRD hubo una fuerte diáspora de viejos militantes del socialismo en sus corrientes más importantes, los cuales le daban una claridad al horizonte político de su lucha.
Por parte de Morena, hay una gran simpatía entre algunos de sus cuadros por la izquierda anticapitalista, y el presidente mismo ha mostrado su cercanía con tales posturas. En los hechos las acciones del partido están lejos de ser anticapitalistas, y las principales posiciones están ocupadas por personajes ajenos, cuando no hostiles, a esas corrientes de pensamiento.
Y claro, fuera de algunos románticos de esa izquierda, tal vez nadie más añore ese anticapitalismo, tampoco es obligatorio ser partidario de esta línea. Pero entonces valdría la pena que se aclarara bien cuál es la línea que Morena va a seguir y en qué se diferencia de sus adversarios, más allá del slogan “no somos iguales”.
Porque para no ser iguales, aceptan a muchos de sus cuadros sin ningún tipo de aclaración de cuál es el compromiso que les ha permitido dejar de ser parte de la “mafia” y haber sido beatificados por el piadoso perdón de la fuerza política que Morena representa y que es a prueba de todo pecado de conservadurismo, neoliberalismo y corrupción.
Cada vez suenan más huecos los dichos que aseguran que Morena es un partido que desafía el status quo y por ello mismo cada vez es más difícil distinguir a este partido de sus adversarios.