De regreso a los cuarteles
Cuando el ex presidente de la República Felipe Calderón Hinojosa, de manera precipitada trazó (bucólicamente), los primeros bosquejos de la guerra del Estado contra el crimen organizado, nunca se planteó en qué momento los hombres de verde retornarían a sus cuarteles. Más tarde, se habló que su presencia era temporal. Sin embargo, diez años después la imagen de los militares está bajo la mirada del escrutinio público e insuficiente resultó la disculpa presentada por torturar a Elvira Santibáñez Margarito, detenida en Ajuchitlán del Progreso, el 4 de febrero del 2015. En todo caso deberían pedir perdón por la matanza del 2 de octubre de 1968 y los distintos eventos, que han deshonrado a la institución. No es un hecho aislado. La tortura es una práctica crónica en las Fuerzas Armadas, hay cientos de testimonios. Han recibido el repudio de ciudadanos que algunas veces son parte de la base social del narcotráfico y en otras ocasiones debido a la falta de preparación de los castrenses, y que decir de las deserciones en cascada que fortalecieron a Los Zetas.
Sin duda, traerá consecuencias en la guerra que mantiene el Estado ante el crimen organizado; la decisión que tomó un juez federal del Estado de Guerrero el pasado 19 de abril, donde giró cinco órdenes de detención (de las cuales una ya se ejecutó), en contra de tres elementos de la Policía Federal y dos militares de la Secretaría de la Defensa Nacional, por su probable participación en el delito de tortura contra Santibáñez Margarito.
Por lo pronto, la Cámara de Diputados aprobó, el dictamen que reforma el Código de Justicia Militar para adecuarlo al Sistema Penal Acusatorio y por el que se expide un nuevo Código Militar de Procedimientos Penales. Se suprimen los Consejos de Guerra y se crean juzgados militares de control y tribunales militares de juicio oral. La minuta, fue trasladada al Senado para su revisión. Bajo tales circunstancias los altos mandos castrenses presionarán para regresar a los cuarteles donde proseguirán con sus prácticas oscurantistas dignas de una Guardia Pretoriana al servicio del poder.
¿Cuál de los candidatos presidenciales en el 2018, se animará a prometer que los soldados y marinos volverán a los cuarteles? Probablemente ninguno. No obstante, quien gane lo hará en su primer año de mandato.
La tortura a Santibáñez Margarito, sirve como termómetro, algunos columnistas oficialistas, la vincularon con grupos criminales, justifican veladamente lo sucedido a la joven de 22 años que está recluida en el penal 16 de Morelos por el cargo de posesión de armas de fuego. Hay sed de venganza. Hace nueve años el “crimen institucionalizado”, desapareció a los cuatro hijos de la señora María Herrera, y la mataron en vida al impedirle velar a sus vástagos. Entonces se unió al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, dirigido por Javier Sicilia; luego fundó su propia organización. Ella, cree que a los criminales no se les debe respetar sus derechos humanos. Me recordó a Arturo Montiel Rojas, ex gobernador del Estado de México (1999- 2005) quien decía en sus comerciales que los derechos humanos eran para los humanos y no para las ratas, en referencia a los criminales. ¿El exterminio físico de los narcotraficantes solucionara el problema? ¿El ejército puede comportarse como a los que dice combatir?
Nuestra sociedad es producto de un sistema político totalitario, porque somos hijos del PRI-PAN: autoritarios, antidemocráticos, corruptos, etc. En todos los partidos políticos se percibe a la perfección e incluso en la vida cotidiana, lo cual nos impide visualizar otras formas de convivencia y poder construir un México diferente donde la impunidad no tenga lugar.