La Terminal de Autobuses Morelia se llena de emociones y despedidas en las vísperas de fin de año.
A pocos días de cerrar el año, la Terminal de Autobuses de Morelia vive uno de sus días más ajetreados, con decenas de familias que abarrotan andenes y salas de espera.
En vísperas del cierre de año, el bullicio de maletas rodando, vendedores ambulantes ofreciendo sus productos y el eco de anuncios por altavoz crean una atmósfera vibrante, pero también cargada de emociones.
Desde temprano, las filas para comprar boletos y abordar autobuses hacia distintos destinos del país, principalmente hacia entidades vecinas y ciudades como Guadalajara, Ciudad de México y Veracruz, comenzaron a extenderse.
En medio de la prisa, algunos pasajeros van corriendo, aferrados a sus boletos, mientras sus rostros reflejan la ansiedad de llegar a tiempo.
Otros, con un poco más de calma, se dan el lujo de despedirse con prolongados abrazos que parecen llenar vacíos de meses o incluso años.
“Llévate esto para el camino, no te olvides de avisarme cuando llegues”, dice una madre al entregar un pequeño paquete a su hijo antes de que aborde.
Para quienes ya están sentados en sus lugares, la espera se llena de pequeños rituales: ajustar la maleta bajo el asiento, sacar una botella de agua o encender un mensaje de despedida en el celular.
Los niños, ajenos al estrés, se entretienen observando los autobuses entrar y salir, llenos de rostros desconocidos.
La nostalgia y la esperanza se entrelazan en cada rincón de la terminal, mientras las familias morelianas se preparan para cerrar el año entre abrazos y kilómetros recorridos.
Así, la Terminal de Autobuses de Morelia se convierte en un punto de partida para historias que llevan consigo el anhelo de un nuevo comienzo.