La Pacanda, Tzintzuntzan.- Son poco después de las diez de la mañana y un grupo de aproximadamente 50 personas aborda una lancha desde el embarcadero de Ucazanaztacua para trasladarse a la Isla de La Pacanda, ahí, serán de los primeros en vivir la experiencia de la nueva tirolesa que se instaló como parte de un programa de ecoturismo que los habitantes de la comunidad y la empresa Ecoturismo Morelia iniciaron hace poco más de un año.
Entre los presentes hay pequeños que van acompañados de sus padres y se emocionan al momento de hablar entre ellos de cómo será el traslado en tirolesa, tienen entre cinco y 10 años y parecen más valientes que algunos adultos que dudaron en lanzarse después de conocer que la distancia es de 550 metros y la velocidad que se alcanza es de hasta 120 kilómetros por hora.
El trayecto en lancha hacia La Pacanda es agradable, poco más de 15 minutos para llegar al lugar. Ahí, al bajar del transporte el piso se mueve y los paseantes se miran entre sí extrañados. “Vengo mareado o se me está moviendo el mundo solo a mí”, sonríen los habitantes del lugar y le hacen saber que el muelle es “inestable”, pero seguro.
Para llegar a la tirolesa hubo que ir cuesta arriba, se escucha la respiración fuerte de todos y otros descansan por momentos para tomar aire; por fin se ve hasta lo alto de La Pacanda el enlonado azul que indica que es ahí donde se deben preparar. Algunos toman asiento, otros desayunan pero todos hablan sobre lo que se sentirá.
“Me voy a desmayar en el trayecto” dijo una de las jóvenes a sus compañeros de viaje quienes únicamente rieron y le aseguraron que no pasaría nada. En el mismo grupo de visitantes viajó también la secretaria de Turismo en Michoacán, Claudia Chávez López, quien “suelta” a su equipo de trabajo que será la primera experiencia en tirolesa que tenga y los nervios le han provocado un “nudo en el estómago”.
Por fin llega la hora, empiezan a subir las autoridades para lanzarse por el cable de media pulgada que soporta hasta 14 toneladas de peso en resistencia, la misma joven que señaló que se desmayaría en el trayecto, duda en colocarse el arnés de seguridad. Por el sol le cuesta trabajo ver cómo el resto se va yendo, pero el sonido peculiar que hace el cable cuando se van deslizando le causa temor.
Una vez arriba se encuentra frente a la majestuosa vista y tarda casi 15 minutos en decidirse para saltar. Lo hace y un grito al principio de temor y después de goce, salió de ella. Llega al otro lado con las piernas y los brazos temblando, pero cuenta que cuando estaba a la mitad del trayecto lo que vio fue “indescriptible” y con seguridad recomienda a los paseantes atreverse a vivir la experiencia.
Poco a poco van llegando todos los que estaban en la otra Isla, una orquesta de Música Purépecha toca sin parar y una pequeña interpreta algunas pirekuas, “Flor de Canela y Cara de Pingo” las más aplaudidas por los presentes. Tras “el susto” inicial, se ofreció un plato de carnitas, tortillas y aguacate para cada uno de los que llegaron al paseo para inaugurar la tirolesa.
Finalmente los visitantes acompañan a las autoridades a la casa ejidal, donde se les ofrecerá una muestra de lo que un grupo de niños hace para conservar sus raíces. Se trató de una serie de bailables típicos de la región, el toro pinto y la danza de los viejitos, así como la danza de los pescadores fueron interpretados por los pequeños que para cerrar, invitaron a los presentes a bailar con ellos.
Fue una tarde mágica la que ofrecieron las Islas de La Pacanda y Yunuen a un grupo de visitantes que se organizaron para vivir esta experiencia, mismos, que sin dudarlo recomendaron hacer el viaje y experimentar la adrenalina de lanzarse en tirolesa y bailar con los pequeños habitantes de estas comunidades de la ribera del Lago de Pátzcuaro.
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