Mi cercanía con Tacámbaro no es de ahora; Tacámbaro lo conocí ya hace muchos años, tal vez en los años ochenta, cuando entre bosques y alfombras de distintos verdes te decían, bienvenido, está usted en el Balcón de la Tierra Caliente.
En Efecto al llegar a Tacámbaro, era bajar por la carretera apreciando el verde de los pinos, para después encontrarse el verde más claro de los cañaverales, te daba la impresión de una gran riqueza ambiental en aquella región. Hoy transitas del verde de los árboles de los aguacates, al verde de las huertas de zarzamora, los cañaverales quedaron atrás como las áreas boscosas. Tres décadas dan cuenta de este proceso.
Tacámbaro siempre fue para mí un importante centro de atención y de organización social para el trabajo con la llegada de las cooperativas de distinto tipo de producción y de consumo, en aquella región conocí las cooperativas “CUPANDA”, “CASA, 11 DE ABRIL” y “la TACAMBA”, a las cuales di supervisión, toda vez que lleve el control estatal del movimiento cooperativo en Michoacán.
Años más tarde, nuevamente regrese a Tacámbaro, lo hice en función de mi actividad profesional en materia de derechos humanos y libertades; lo hice visitando organizaciones de la sociedad civil, pero además dando formación a distintos grupos sociales de aquella región.
Recientemente regrese, pero ahora, en función de actividades políticas y sociales; tuve un primer encuentro con la sociedad y después con un proceso que recientemente concluyó. El primer encuentro, fue sin lugar a dudas, una gran oportunidad para convivir con personas sensatas, libres, inteligentes y con mucha pasión, el segundo encuentro me ha dejado la mejor experiencia social y política. Y es sobre este proceso que comparto algunos elementos que disfrute.
Derivado de éstas últimas acciones logre hacer y contar ahora con grandes amigos y personas que cercanas a mí, las quiero y respeto, las admiro y reconozco la valía para transitar en la vida con su frente en alto y con el carisma y el cariño de un fraterno hermano. Me refiero a Miguel Cervantes, a David, también a Jair, y otras personas con las que me identifique desde que las vi, como a Everardo de Turicato.
Recuerdo que mi primera visita a Tacámbaro, hace apenas unos cuantos meses, me permitió convivir con mi amigo Miguel, ahí llegaron otros personajes, amigos, y personas que se sumaban a procesos sociales. Miguel nos ofreció un desayuno sin igual, primero, uchepos con crema y salsa y después un manjar las deliciosas Carnitas de cerdo; el almuerzo es importante sí, lo es más aquellas personas que elaboraron los uchepos y prepararon las carnitas y las salsas, porque son las personas las que construyen a través de los alimentos estos procesos de comunidad.
Al paso de las semanas nuevamente regrese a Tacámbaro, y pude visitar nuevamente el embalse de la Laguna de la Magdalena, un extraordinario espacio que en las tardes noches se vuelve mágico; ese lugar lo había conocido con anterioridad y me atrapo por lo que él significa, y por lo que en él se vive, uno no olvida de los buenos momentos, muchos menos de la majestuosidad del lugar, que está diseñado para que la familia y visitantes lleguen a disfrutar y conocer de un mundo mágico.
Para llegar a este sitio, hay que ir por brecha, si bien cercano a la ciudad de Tacámbaro, hay que recorrer un camino de varios kilómetros rodeado de huertas de zarzamora, donde decenas de jornales mantienen viva la esperanza de una producción fuerte, pero donde el pago por el servicio de jornal sigue siendo insuficiente para la vida de dichos jornaleros y sus familias. Recordar es tan solo vivir, vivir recordando no deja de ser un buen ejercicio, cuando reconocer lo bello se vuelve una práctica de reconocimiento de lo estético.
También tuve la oportunidad de estar en “la Alberca”, así llamado, porque sentada en un cráter mantiene mucha agua, en tonalidades verdosas, su magia es tal que nos recuerda que este mundo es nuestra casa y debemos de cuidar los derechos de la naturales, del medio ambiente y de la biodiversidad.
En la Alberca grave un video, también lo hicieron mis amigos, Marx y Miguel. Al concluir nuestra visita a tan significativo espacio, caminamos hasta la parte alta del volcán, rumbo a la carretera que va de Tacámbaro o Turicato, ahí, en es la parte más alta de la zona y por tanto es un mirador. Dicho espacios es administrado por el H. Ayuntamiento. En este mirador, comimos muchas personas que ya cansadas por los lugares visitados, disfrutamos de las deliciosas Carnitas, un exquisito arroz y frijoles refritos, con tortillas hechas a mano y el suculento y delicioso acompañamiento de nuestra identidad culinaria, el chile en vinagre.
En uno de estos viajes en los que frecuente Tacámbaro, pero también Turicato, tuve la oportunidad de degustar las ya famosas “Bolas” de Pedernales; las Bolas, son el alimento que preparan las mujeres a sus hombres que realizan jornales en la zafra, hoy seguramente lo hacen para los jornaleros de huertas de zarzamora. La Bola, no es otra cosa que la comida envuelta en decenas de tortillas para que los jornaleros puedan disfrutar de un manjar como frijoles con chile y queso, nopales, y otros guisos que hacen de suyo, el manjar más delicioso para el festín los jornaleros. Antes, las bolas se envolvía en servilletas de tela, hoy, la modernidad llego, y se envuelven en hojas de papel aluminio, ya saben ustedes de que marca y la generación de impactos ambientales que ello genera al no ser material biodegradable.
En Puruaran: disfrute de conocer la Tenencia, así como conocer la Ermita y visitar el espacio deportivo de los cañeros, en donde pude presenciar un importante final de futbol, entre partidos de la liga de Tacámbaro y Turicato.
Me gusto ir a Puruaran, ahí trabajamos con distintas personalidades, y tocamos puertas; Vera, un amigo y expresidente municipal, abrió sus brazos para recibirnos y atendernos con el mayor de los propósitos, mostrarnos el gran potencial de Turicato y la gran necesidad de trabajar en proyectos que recuperen los valores, los principios y las virtudes sociales. El continuar trabajando con los jóvenes y el definir un nuevo modelo de participación social, donde la población, sobre todo aquella en condiciones de vulnerabilidad se fortalezca y mejore su calidad de vida.
En Puruaran, también pude visitar las radios comunitarias, tanto de la iglesia, como de un comerciante de agua embotellada; agradecí este esfuerzo porque nos permite ir construyendo los puentes de comunicación y los mecanismos informativos para que la población se beneficie de los mismos. Posteriormente estuve en la Ermita, expresión de minorías religiosas, que le dan sentido a nuestro marco constitucional de los derechos humanos y las libertades, reconociendo la laicicidad. Finalmente disfrute de la gastronomía y de los tacos de carne de res que se disfrutan en la plaza central de la tenencia de Puruaran.
Quiero precisar que la vida está llena de oportunidades, y de espacios para el fortalecimiento del alma, de los valores y de las emociones; me ha tocado presenciar los mejores atardeceres de Tacámbaro, disfrutar de su pan, de escuchar las narrativas sobre la manera y esmero de los productores de carnitas, escuchar asimismo porque la importancia de ser un Pueblo Mágico, porque la Feria de las Carnitas.
En Tacámbaro, me ha tocado ir puerta por puerta llamando a la conciencia y a la paz social, tocando racionalidades y corazones para impulsar acciones con contenido de convivencia social; me ha tocado estar en sus diferentes mercados fijos y móviles escuchando de la necesidad sentida de la población y de sus expectativas y querencias; me ha tocado interactuar con personas generosas, y francas que me han dado un gracias y un saludo fraternos.
El Tacámbaro que yo conozco es el Tacámbaro que todos quisieran vivir, es el Tacámbaro que expresa entre su calles que suben y bajan la filosofía que impregna que aunque en ocasiones bajes, siempre habrá que subir, porque esa es la ley de la vida, porque ese es Tacámbaro, el Tacámbaro que triunfa cada vez que sube, o cada vez que se emite una señal desde el Cerro Burro.
Tacámbaro siempre verde, por sus zonas boscosas, por sus huertas de aguacate o bien, ahora por sus huertas de zarzamora y otras frutillas rojas; pero hoy también se aleja, cada vez más que volteamos a ver que ya desapareció prácticamente esa gran alfombra verde que le dio vida a los cañaverales y a sus procesos de producción de los ingenios.
En estos meses nuevamente me enamore de Tacámbaro, por su gente, por su valentía, porque hay esperanza de recuperar el medio ambiente, porque estan trabajando en la recuperación de las cuencas hídricas, porque hay un mañana para las personas de Tacámbaro, porque hay quien está luchando por evitar la erosión, por existen voces que se unen para impulsar la cultura y destacar la gran historia en la que ha crecido. Porque también escucho a hombres y mujeres que no quieren dejar que desaparezca por el desarrollo que es tan abrumados, aquellos principios que nos plantean la importancia de continuar trabajando en comunidad.
Por eso regresaré una y mil veces a Tacámbaro de mi amor; al Tacámbaro de mi Miguel y de su hijo Jair, de David, al Turicato de Everardo y de su gente, entre ellos Lizandro.