Morelia Michoacán.- Más de ciento cincuenta mil migrantes centroamericanos cruzan las rutas de nuestro país cada año con la finalidad de cumplir el “sueño americano”. Hoy es el caso de dos hermanos provenientes de Honduras, Daniel y Limber Suazo de 32 y 30 años de edad, respectivamente quienes arribaron a la capital michoacana el día de hoy en el tren carguero que cruza nuestra ciudad.
Partieron con ilusiones desde hace casi un mes de su pueblito natal, Iriona Colón, el cual limita al sur con el mar caribe, tiene una población de 21.204 habitantes, 4.289,4 km² que abarcan diez aldeas y 57 caseríos aproximadamente, y en el que las oportunidades de tener trabajo son muy escasas y, por ende, tener una casa propia es aún más difícil.
En las vías del tren ubicadas en el paso vehicular que se encuentra en la colonia Tres Puentes de esta ciudad el hermano mayor en entrevista nos platicó parte de los problemas que han tenido que sortear durante los casi treinta días de viaje mientras el hermano menor pide cooperación en las vías del tren para poder continuar con su viaje hacia la unión americana.
Con visibles muestras de cansancio en su rostro y con temor al hablar para un medio de comunicación, Daniel relató ante una improvisada grabadora de celular cómo ha sido su largo viaje por nuestro país y el por qué su escala en Morelia.
Venimos de Honduras y apenas vamos llegando, tenemos casi un mes de viaje y tenemos como objetivo llegar a Estados Unidos, a la ciudad de Nueva York para trabajar. Nosotros venimos sin dinero en el tren carguero que le llaman ” La Bestia”, es ahí donde sufrí mi fracaso, ahorita ya viajamos en camión y en cada estación que llegamos pedimos una moneda para poder avanzar.
Daniel perdió una de sus extremidades a causa de un accidente cuando montaba “la bestia” con su hermano y otros migrantes centroamericanos. Entre los afectados él fue quien sufrió el mayor daño teniendo que amputar su pierna derecha, para después acostumbrarse a su nueva vida viajando en silla de ruedas.
“Fue en un choque entre los mismos compañeros, fue un impacto en el tren carguero, de ahí me atendieron los de la Cruz Roja Internacional, de Coatzacoalcos, Veracruz. Esas gentes me apoyaron para llegar a un hospital, haciendo memoria llevamos más de un mes, un mes y quince días, uno de viaje y los quince días por lo del accidente y pues ahora continuamos”.
Durante ese periodo de tiempo Lamber y Daniel han tenido que pasar por abusos de autoridades policíacas, sorteando así para arribar un territorio hostil ante la presencia de indocumentados.
“La autoridad a veces se pone un poco gacho pero… la neta la gente aquí nos trata bien gracias a Dios, en todos lados hay gente mala y gente buena pero gracias a Dios vamos bien con la voluntad del señor.”
Al preguntarle cómo hizo para juntar algo de dinero o de qué bienes se tuvo que desprender para iniciar el viaje nos respondió que no tiene nada, ni una casa propia ni tampoco familiares en América del Norte.
“No tengo familia allá pero estamos haciendo el esfuerzo, la mera verdad no tengo casa, vivía en la casa de mi mamá, mi sueño es ir a trabajar para poder tener una casita, trabajar para la familia, regresar para construirle una casita a mi mamá a mí nada me detiene pidiéndole fuerzas al señor”, refirió al momento de agregar que su mamá habita también en una vivienda que no es de su propiedad.
Mientras Daniel concedía la entrevista, Lamber siguió pidiendo dinero en las vías del tren, ante lo cual varios de los conductores se percataron de los dos hombres de raza negra que pedían apoyo económico, uno en silla de ruedas al costado de la vía y bajo el puente y el otro parado en medio del paso vehicular y el paso del tren, cargando una pesada mochila sobre su espalda y con la playera de la selección mexicana bien puesta. Lamber no se detenía en ningún momento, se quitaba la gorra y la extendía pidiendo de favor que se le apoyara con unas monedas. La gente los miraba con algo de asombro y otros con desprecio, los de imagen más humilde y a pie.
Su esfuerzo rindió frutos cuando choferes del transporte público y recolectores de basura bajaban sus ventanillas para darles unas monedas y desearles suerte. Esto no se replicó en los choferes de modernos vehículos, pues éstos subían los cristales y miraban en ocasiones con desprecio o simplemente ignoraban a los hombres que ahí se encontraban, como si no existieran, sin querer ver la realidad; la historia de dos migrantes centroamericanos que han sufrido, al grado de perder una parte de su cuerpo.
Cambiando de ruta en su viaje varias veces para no toparse con el crimen organizado que es a lo que más le temen, nada los detiene, nada detiene el sueño de ir a trabajar a Nueva York, nada detiene ese valor que los impulsa a ir en búsqueda de sus virtudes y los convierte en prófugos de sus limitantes, nada detiene el “Sueño Americano” que hoy hizo escala en Morelia.