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El Diccionario de la Lengua Española define el término subsidiariedad como: tendencia favorable a una participación meramente subsidiaria del Estado en apoyo de las actividades privadas o comunitarias. El sentido general de este importante principio, de aplicación ya cotidiana en Europa, es que cualquier asunto (económico, político, social, normativo, familiar etc.) debe ser resuelto prioritariamente por la instancia más cercana al objeto del problema.

EL concepto de Subsidiariedad está incluido tradicionalmente en el pensamiento político de los partidos demócrata-cristianos en el mundo. En México este principio forma parte de la doctrina política de Acción Nacional. Aunque el PAN participa en el sistema electoral mexicano desde hace 75 años, el principio es poco conocido y poco entendido, aun por muchos panistas.

 

Definición

El  fundamento del principio de subsidiariedad es la dignidad de la Persona. Su presupuesto es la naturaleza social del hombre y por lo tanto, el bien común.

 

Todas las personas se unen a otras para lograr fines que solas sería imposible alcanzar. Para lograr algún fin (que puede ser pequeño o grande) los hombres se reúnen y forman sociedades u organizaciones. Estas sociedades pueden ser pequeñas o grandes dependiendo del tamaño del objetivo o fin que persigan. Algunas sociedades pueden necesitar de otras sociedades para lograr mejor sus fines, y así surgen las uniones de asociaciones u organizaciones. Algunas de estas organizaciones pueden contener a otras o hasta superponerse entre sí. La sociedad más grande posible será el Estado, que incluye a todas las demás.

 

La teoría de la subsidiariedad describe la relación que hay entre el Estado –la forma de sociedad más completa-  y los organismos intermedios o sociedades menores. La subsidiariedad define los criterios que permiten determinar esa relación, asi como la relación de los organismos intermedios entre sí, de todos los tamaños y con todos los fines que persigan estos.

El fin de la vida en sociedad es la gestión del bien de todos, y al mismo tiempo la gestión del bien de cada integrante de esa sociedad, es decir, el bien común. Teniendo esto en cuenta, cualquier solución que aporte la aplicación del principio de subsidiariedad debe buscar que el bien de la comunidad se alcance lo más plenamente posible. El bien común no es una “cosa”, a pesar de que el término se use como un sustantivo. El bien común es más bien “un estado de cosas”, un conjunto de condiciones materiales y espirituales para que cada persona miembro de la sociedad se desarrolle lo más plenamente posible. De la reflexión anterior queda claro entonces que el bien de una persona, en tanto que miembro de la sociedad, no es una “cosa” que pueda ser dada por el Estado a los individuos sin que estos hagan algo a cambio. Por el contrario, el bien de cada miembro de la sociedad requiere que cada uno entregue lo mejor de sí, de lo que sabe hacer, para contribuir a cambiar el estado de cosas en sentido positivo, para mejorar continuamente las condiciones materiales y espirituales de su entorno. El bien común es fundamentalmente el bien integral, en todos los sentidos, de las personas.

Ahora bien, para buscar su bien en plena libertad y autonomía, el hombre busca primero resolver los problemas que pueda abordar por sí mismo. En seguida busca la solidaridad y apoyo de su círculo más cercano, por ejemplo su familia, para aquellas cosas que requieran la concurrencia de otros más, y asi sucesivamente, en círculos cada vez más amplios. También participa  en diferentes organismos para fines particulares tales como educación, cultura, empleo, entretenimiento etc.   En resumen, el bien común de la persona en la sociedad se logra fundamentalmente por su acción  en una comunidad activa, dinámica, vigorosa, solidaria, plural y participativa.

El Estado, que es la forma más grande y completa de la sociedad,  tiene como fin el bienestar de las personas, de todas y de cada una de las personas que lo integran. Si el Estado interfiriera con la libertad y autonomía de las personas al pretender suplir las actividades que puede realizar cada persona en lo individual o bien los diferentes organismos intermedios de la sociedad, estaría faltando a su razón de ser, estaría faltando al fin mismo de su existencia. Aquí está el fondo del asunto. El concepto de subsidiariedad proporciona los criterios generales para definir los límites de la intervención del Estado y de los organismos intermedios para lograr de la manera más plena el bien común y la perfección de la persona.

Lo más compatible con el desarrollo pleno de la persona es que las sociedades u organismos mayores  -empezando por el Estado que es la forma de organización más grande y poderosa-  no intervengan en aquello que los organismos de menor tamaño puedan realizar por sí mismos, y estos no intervengan en lo que la persona pueda realizar por su cuenta. Este es el  llamado sentido negativo del bien común.

La subsidiariedad expresada en sentido positivo, teniendo como fundamento la primacía de la Persona Humana, buscará en primer término que ésta alcance todos los fines que le sea posible por su cuenta, lo cual afirma el ejercicio de la inteligencia, voluntad, libertad y autonomía que son propias de su naturaleza. Luego intervienen los organismos menores, en seguida los más amplios y complejos, hasta llegar al Estado. Este criterio de prelación entre individuo, organismos intermedios y el Estado es el Principio de Subsidiariedad, que se puede resumir en: Tanta libertad como sea posible, tanta autoridad como sea necesaria.

La teoría de la subsidiariedad considera que hay situaciones en las que la actividad de las personas no se da en las mejores  condiciones para su desarrollo, ya sea porque no pueden, debido a que no tienen los elementos necesarios, o hasta porque simplemente no quieran por ignorancia de las vías para mejorar,  u otros motivos. En tales casos, el Estado tiene obligación de intervenir para hacer posible las mejores condiciones sociales para alcanzar el pleno desarrollo de las personas, es decir, para una mejor gestión del bien común. Ésta es la llamada dimensión positiva del principio de subsidiariedad. Se trata, en conclusión de encontrar el mejor equilibrio posible entre la libertad y autonomía del hombre para alcanzar su pleno desarrollo, y la asistencia y aseguramiento por parte del Estado a dicha libertad y autonomía.

 

 

Origen/historia  del concepto

El término subsidiariedad es realmente reciente, pues se empezó a utilizar de manera explícita y generalizada hace unos 35 años,  alrededor de  1990, en los documentos relativos a la creación de la Unión Europea. También se encuentra este término en la Constitución de la República Federal Alemana. Es un principio que en Europa ha sido traducido en términos del Derecho positivo

 

La idea concreta de subsidiariedad tuvo su origen en el pensamiento cristiano relativo a los asuntos sociales incorporado en varias encíclicas sociales a partir de 1891, con la publicación de la encíclica Rerum Novarum. En 1931 se publicó la encíclica Quadragesimo Anno, donde ya se menciona el término subsidii (latín). La encíclica Mater et Magistra (1961) entiende  el papel de la subsidiariedad no solo como regulador del papel del Estado en la economía, sino además  su papel en cuestión de competencias entre diferentes niveles de gobierno. Otras encíclicas, como Pacem in Terris (1963) definieron este principio para el caso de relaciones entre países.

 

Pierre-Joseph Proudhon, anarquista y filósofo francés que también era un federalista, decía tiempo antes de la publicación de la Rerum Novarum que  “todo aquello que pueda ejecutar el individuo, sometiéndose a la ley de la justicia, debe dejarse a la individualidad; todo aquello que sobrepase la capacidad de una persona deberá ser objeto de las atribuciones de la colectividad”

 

La idea de subsidiariedad sin embargo puede remontarse a mucho tiempo antes; es una idea europea, esbozada ya por Aristóteles y Tomás de Aquino. Un poco después del inicio de la reforma protestante, el filósofo y calvinista Johannes Althusius hacia 1610 ya decía que “no hay hombre que sea totalmente autosuficiente”; el hombre es incapaz de vivir confortablemente aislado de la sociedad, por lo tanto necesita la ayuda de otros, y asi establecer, cultivar y conservar formas de asociación tales como familias, colegios, gremios, ciudades y el Estado.

 

En la época del imperio romano, se llamaba subsidium a un cuerpo del ejército que tenía una función muy importante: era un cuerpo de reserva que solo entraba en combate cuando la legión regular requería de auxilio por cualquier razón. El subsidium entraba en acción solo cuando se necesitaba, por el tiempo necesario y solo lo necesario. Era parte de las brillantes tácticas militares del ejército imperial romano.

 

Subsidium viene a su vez del verbo en latín sidere, que significa apuntalar, sostener, socorrer. El prefijo sub significa a otro y también debajo. Subsidium es entonces apuntalar o sostener a otro. La aplicación practica de este principio conduce a sociedades donde la persona puede ejercer sus capacidades con plena libertad y autonomía, soportada en todo por las instancias superiores de la sociedad para todo aquello que necesite, en la medida en que lo necesite. Una sociedad articulada y libre que apoya subsidiariamente  cada uno de sus integrantes.