Los propulsores que debían ralentizar el descenso de una nave europea hacia la superficie de Marte el miércoles funcionaron menos tiempo del previsto antes de que se perdiera contacto con el módulo, dejando a los científicos sin certeza sobre si se posó de forma segura o se destruyó en el intento.
La sonda Schiaparelli, parte de una misión más amplia que busca evidencias de vida en el “Planeta Rojo”, iba a realizar varias pruebas tecnológicas durante su descenso y en la superficie marciana para preparar el envío de un vehículo explorador en 2020.
Se trata solo del segundo intento europeo para posar una nave en Marte, pero no ha dado señales de actividad desde que dejó de transmitir alrededor de 50 segundos antes del amartizaje previsto del miércoles.
“Hemos hecho dos sobrevuelos (con naves que orbitan Marte) y no hay señal”, afirmó el directivo de la Agencia Espacial Europea (ESA), Andrea Accomazzo, a los periodistas este jueves.
La sonda Schiaparelli, con forma de disco y de 577 kilos, forma parte del programa rusoeuropeo ExoMars, que busca señales de vida. La parte primaria de la misión de este año -poner en órbita de Marte a la nave principal- fue un éxito.
El aterrizaje en Marte, el vecino más próximo de la Tierra, ubicado a unos 56 millones de kilómetros de distancia, es una tarea muy difícil que ha frustrado la mayoría de los esfuerzos de Rusia y también ha dado problemas a la NASA.
La agencia espacial estadounidense también sufrió su propio revés el miércoles. Su nave espacial Juno perdió su computadora principal e instrumentos científicos poco antes de comenzar un paso orbital cerca de Júpiter, impidiendo las muy esperadas observaciones en primer plano del mayor planeta del sistema solar.
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