Inicio esta columna preguntándoles, si piensan que la corrupción en México es algo cultural.
Durante mucho tiempo he escuchado esta afirmación, e inclusive, el exPresidente de México, Enrique Peña Nieto, en alguna ocasión dijo que la corrupción en los mexicanos era cultural.
Me parece que aseverar esto es un error. ¿Por qué lo digo? Les pido que respondan a la pregunta: ¿mis padres me enseñaron desde pequeño a ser corrupto? Respóndase por favor…
Les puedo asegurar que no fue así. Sin embargo, creo que sí hay padres que enseñan a sus hijos a robar desde pequeños, a mentir, los enseñan con su ejemplo a abusar de los demás; pero también estoy seguro que no se puede generalizar este tipo de formación en los padres mexicanos.
Por ello, para combatir el flagelo de la corrupción, me parece necesario esbozar la anatomía que tiene este cáncer, para poder así trazar métodos de combate y disminución de sus índices elevados.
Parto de una idea personal: nuestros padres nos formaron en valores y principios, y no creo que hayan sido los de la corrupción.
Luego entonces, ¿cómo entender que en México exista demasiada corrupción? Porque existe todo un entramado que institucionaliza las conductas de corrupción, lo cual, paradójicamente, hace más sencillo de combatirlas y disminuirlas.
Piense en lo complicado que sería disminuir la corrupción si fuera puramente cultural, es decir, si estuviera en la mente de las personas y fuera una conducta asimilada y bien aceptada a lo largo de los siglos.
La corrupción, al ser un entramado que se institucionaliza, significa el remedio, y el trapito será el confrontarla con mecanismos procedimentales y normativos, para que se pueda disminuir.
Me explico: para entender el fenómeno de la corrupción en México, se deben asimilar algunas cosas:
a) El nuevo sistema anticorrupción mexicano está diseñado de forma correcta, aunque claro, siempre podrá ser perfeccionado.
b) Un reto mayor en el combate a la corrupción en México, está en aplicar las leyes anticorrupción, y eso pasa por saber, poder y querer hacerlo. Es decir, se debe trabajar en disminuir la impunidad.
c) Otro gran reto para disminuir la corrupción en México, está en aplicar una técnica de zoom in y zoom out a los fenómenos de la corrupción.
d) Un reto adicional y muy importante, será el ordenar la conversación en materia de anticorrupción.
Explico lo anterior:
Las leyes y el entramado institucional anticorrupción en México está bien diseñado, simple y sencillamente, se trata de perfeccionarlo con el andar y con el ordenamiento de la conversación en materia anticorrupción, para no caer en errores ordinarios como, creer que la corrupción solo se da en el sector público, o que solo se observa en los políticos o en la función pública.
La corrupción se presenta en cadenas de corrupción, y estas cadenas están en todos los sectores: público, privado y social; en todos lados están.
Estas cadenas de corrupción es lo que se debe atacar. Por ejemplo: detener a quien va manejando un camión de aguacate recién robado, es tan solo el inicio.
La cadena de corrupción, implicaría observar y enfrentar a quienes pensaron y decidieron robar ese camión; a quienes venderán los productos robados y a quienes comprarán esos productos robados. Esto puede ser en México, e inclusive, en el extranjero (piense en productos robados, que son llevados a China, por ejemplo).
Por último, ¿qué significa ordenar la conversación en materia anticorrupción? Se trata de no duplicar esfuerzos, y eso implica ordenar la propia narrativa anticorrupción. En el país, se debe crear una plataforma -o varias- que, de manera conceptual pero homogeneizada, considere(n) las conductas de corrupción más frecuentes en los mexicanos, y a partir de estos conceptos generalizados, iniciar su debate profuso y propuestas de solución.
Las conductas corruptas más particulares, también se deberán abordar pero con otra lógica. Se trata de generar debates generales, hasta particularizarlos (esta es la técnica del zoom in / zoom out).
Ojo, no se deben dejar de lado las conductas de corrupción más arraigadas, porque también van generando una especie de sub-cultura de corrupción.
Concluyo: la corrupción se ataca desde los entramados institucionales y los de subcultura. Estos últimos, con una revalorización y exposición de aquellos valores con los que fuimos formados desde niños, que con toda seguridad no fueron los de la corrupción.
* El autor, tiene estudios de doctorado en Política, de maestría en Neuromarketing, de maestría en Ciencia Política, así como de licenciatura en Derecho.
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