Por: Gerardo A. Herrera
El diccionario precisa que el odio es un “sentimiento de aversión y rechazo, muy intenso e incontrolable, hacia algo o alguien”. Así, el odio es perverso por dos vías, porque desea el mal y porque, marca una aversión incontrolable; frente a ello, lo que debemos buscar no es el odio, sino los valores sociales de fraternidad y sororidad, ser hermanos y hermanas, hacer hermandad.
Los odios son milenarios, y nos han acompañado en la historia de la humanidad: las mujeres, considerados seres sin razón por la Política de Aristóteles; Auschwitz en Alemania, en tiempos del Holocausto, una racionalidad instrumental para dañar, para matar, para volver a la barbarie; homosexuales al ser considerados sodomitas son excluidos por el Cristianismo y hoy continua un discurso contra ellos; las minorías religiosas, también son excluidas de las hegemónicas.
El odio cuando se revisa a la luz del etnocentrismo cultural, permite observar que quienes expresan el discurso de odio consideran positivamente las cualidades del endogrupo (los grupos sociales que se asumen como poseedores de la verdad absoluta) y, por el contrario, se evalúa negativamente las características del exogrupo (de quienes ponen en contradicción sus posicionamientos ideológico-dogmático), quien está sometido generalmente a procesos de estereotipo, pero también de prejuicios y estigmas ( personas: indígenas, homosexuales, mujeres, adultos mayores, minorías religiosas, nuevas identidades). En algunos casos se acompaña la discriminación (prejuicio, estigma y estereotipo) y el odio, construyendo binomios para violentar derechos humanos y libertades.
El odio debe ser excluido del discurso de las personas, pero ese será posible cuando de nuestras mentes y la racionalidad con la que vivimos y expresamos nuestras ideas y posiciones no estén presentes las ideologías misóginas, machistas, clasistas, racistas, xenófobas, neocolonialistas y homófobas.
Al parecer el discurso que utilizamos para construir sociedad (con valores, principios y virtudes sociales), se encuentra más alejado que nunca de este propósito. Las asimetrías conque las dicotomías se construyen dejan evidencias que aquellos que no se colocan en estas, se les aplican los mecanismos de opresión para invisibilizar frente a una jerarquización que de suyo los excluye.
Requerimos seguir trabajando en un modelo de sociedad donde la tolerancia y el respeto a la dignidad humana y libertades de las personas este anclado a la diversidad cultural y al reconocimiento de dicha diversidad en la cuestiones físicas, sociales, económicas, culturales, que nos ayuden a construir convivencia y paz social.
Entiendo que más que nunca requerimos que la convivencia social llegue a todos los espacios que son utilizados por el Estado para construir sociedad, ahí en la familia, en la educación, en los contenidos de las mallas curriculares, en las leyes, en las normas. Que ayuden a construir el nuevo sujeto social, que nos ayuden a construir las conductas que nos marque la inclusión y el respeto a la persona.
Por ello considero que el asunto va más allá de la denuncia o presentación de quejas, que de suyo claro son importantes, pero igualmente considero que se requiere de ir creando o desarrollando la conciencia social, que es un tema mucho más complejo y comprometido.