En política es muy importante actualizarse para ser más competitivo, y para lograrlo, se necesita conocer, estudiar y comprender el pasado y el presente, además, arriesgar y proyectar cómo podría ser el futuro. Es necesario vencer mitos, viejas prácticas e ideas incorrectas de políticos y de la misma población. Sin duda, así se puede progresar como político.
Durante décadas, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), utilizó el método de selección directa de sus candidatos. El objetivo era que, “sin desgaste”, militantes obtuvieran la Presidencia de la República, gubernaturas, senadurías, diputaciones y alcaldías. El método de selección de candidatos fue ampliamente comentado: el Presidente de la República en turno, meses antes de su salida designaba a su sucesor, lo mismo que a los candidatos a gobernadores de las entidades. Éstos, podían elegir al próximo candidato a Gobernador y a los candidatos a diputados locales y alcaldes. Y los presidentes municipales, en ocasiones, podían elegir a su planilla, y en ocasiones incidir en la designación de los candidatos a diputados locales. Así fue y ha sido durante décadas el esquema de los priístas, y esta forma de designación directa, le ha valido la etiqueta de ser “el Partido que usa el dedazo”, que es una estigmatización que han hecho otros partidos políticos, para convencer a la población de que en el PRI no hay democracia interna y que todo lo decide el dedo de uno o unos cuantos militantes.
Aquí me parece necesario responder a una pregunta: ¿este método de selección es malo en sí mismo o perjudica irremediablemente al PRI, al Sistema Político Mexicano o al Sistema de Partidos Políticos en México?. Considero que no lo hace, por lo menos, no en la dimensión que muchos creen y algunos partidos quieren hacer creer.
En realidad todos los partidos mexicanos eligen (designan) así a sus candidatos. Todos los partidos políticos siguen utilizando el dedazo, solo que le ponen un “nombre” para tratar de que la población no lo note.
Pongo un ejemplo: para la selección de candidatos a Presidente de la República, senadores y diputados federales que competirán en 2018, los partidos políticos en el ámbito nacional –reproduciéndose prácticamente en el ámbito estatal y municipal-, utilizarán los siguientes métodos: el PAN, usará un método llamado “Elección Interna de Militantes” (para la Presidencia de la República) y “Elección Interna de Militantes” y “Designación de los Órganos Directivos”, (para las senadurías y diputaciones federales); en el PRI, su método será el llamado “Convención de Delegados”; y en el PRD, utilizarán un método llamado “Consejo Nacional Electivo”. En todos los casos, será para los mismos cargos. Los métodos se leen y se escuchan bien, pues en ningún lado aparece la palabra dedazo, pero en la práctica, serán pequeños grupos de militantes o un solo individuo, quienes designarán a los candidatos. El problema no es este método.
Sin embargo, militantes y simpatizantes, lo mismo que la sociedad civil, la población en general y los medios de comunicación, podrían imaginar que esto sí es un problema; es más, podrían etiquetarlo de antidemocrático.
Para mí no es así, y por el contrario, creo que es correcto que sea así, porque decisiones de este tamaño, no pueden dejarse a una mayoría de militantes que pueden caer en la irracionalidad de la emotividad o el nulo diagnóstico y análisis de prospectiva. Es decir, un grupo amplio de militantes en los partidos políticos, tampoco representan una garantía de elección correcta. Pero entonces, ¿un pequeño grupo o una sola persona sí representan una garantía de elección correcta? Sí y no. Me explico: no lo representa, porque como seres humanos, todos estamos expuestos a la irracionalidad de la emotividad, a intereses y ocurrencias, y eligiendo en masa –como lo expresara José Ortega y Gasset- el hombre es más irracional. Y sí lo representa, porque es más fácil tomar decisiones precisas pensadas en pocas cabezas o en la conciencia de un solo individuo.
Pero insisto. Dejar así las cosas, hablar del dedazo tricolor, azul, moreno, amarillo o de cualquier Partido Político, es ver sólo un pino y no el bosque completo.
La designación en uno o unos pocos (dedazo) sólo es el acto final del método; es el eslabón final de la cadena. El gran reto para los partidos políticos es utilizar herramientas e indicadores correctos y más precisos para evaluar a los aspirantes. Por ejemplo: ¿Utilizarán una, dos o más encuestas?, ¿qué medirán estas encuestas?, ¿utilizarán investigación de neuromarketing para conocer las preferencias reales escaneando el cerebro de los votantes potenciales? Por cierto, el neuromarketing político sería, desde mi punto de vista, el método más efectivo. O ¿considerarán los estudios y grados académicos de los aspirantes, si tienen o no dinero, sin están limpios de corrupción, si tienen experiencia en la administración pública, si es reelección, si los medios de comunicación los ven bien, si tienen trabajo en sus partidos políticos, si son reconocidos y aceptados en su comunidad, si son mediáticos o no, si son elocuentes al hablar, si saben debatir, si corresponden con fidelidad a lo que los mexicanos exigen, si tienen buena imagen, si se merecen la candidatura porque tienen años haciendo fila en su Partido Político, si tienen pocos o muchos seguidores en sus redes sociales, si son jóvenes, mujeres, hombres, o si son vistos más como parte de la sociedad civil que como militantes de un Partido Político? en fin, creo que aquí, en la consideración y evaluación de todo lo anterior estará el verdadero secreto para el triunfo y no en determinar la última acción del método o el último eslabón de la cadena, que sólo será la decisión final que harán pública un grupo pequeño de personas o una sola persona, es decir, en el dedazo final.
Visto así, el dedazo es normal, no hace daño. Ya los partidos políticos son mayores de edad. Ellos ya saben a qué le tiran, por ello, si el método y las herramientas que utilizan para elegir a sus candidatos son solamente la irracionalidad de la emotividad, la decisión visceral de un dirigente, una ocurrencia o la preferencia por intereses de un pequeño grupo de militantes o de una sola persona, con seguridad los partidos políticos perderán los espacios, serán derrotados en las elecciones de 2018. Los ciudadanos votantes están cada día más enterados y ya no se creen a la primera el perfil inadecuado de un candidato.
Yo no le tendría miedo al dedazo, si detrás pesa más algo que esté bien pensado, que sea estratégico y, sobre todo, si la decisión del Partido Político se toma en base a lo que la sociedad desea, exige y la propia sociedad hace evidente. No es lo mismo sacar candidatos con el perfil dibujado desde un grupo pequeño de militantes o en una sola cabeza, que sacar a competir un perfil que dibujen los mismos ciudadanos. El candidato tendría que salir de lo que piden los votantes potenciales, no del interés de los partidos políticos, de sus militantes cupulares o de sus estructuras territoriales, porque esto ya es voto duro. El dedazo no matará a nadie y presentar lo que la sociedad elegiría en una boleta sería mucho más efectivo.
@christian_gtz
*El autor es licenciado en derecho, con estudios de maestría en Ciencia Política y en Neuromarketing, y con estudios de doctorado en Políticas Públicas. Actualmente cursa Diplomado en Marketing Político.