alfonso solorzano
Foto: Cortesía

Hay una frase popular que dice “cada pueblo tiene el gobierno que merece”, este dicho hace alusión a que cada sociedad es regida por autoridades que tienen mentalizados valores y cultura de esa misma sociedad, por tanto las acciones que haga cada gobierno serán de cierta forma un reflejo de las tradiciones, costumbres y conductas de la sociedad que rija.

En el caso particular de América Latina, siempre se ha considero esta “tesis” de que los gobernantes son producto de la situación social de los respectivos países de la región, por lo tanto si estos gobernantes carecen de ciertos valores y son ineficaces en el ejercicio del poder es en parte porque la sociedad tiene de cierta formas esas mismas características.

Ésta sin duda es una idea muy interesante, pues de cierta forma la sociedad, especialmente en Latinoamérica, si tiene un cierto nivel de “complicidad” social con el gobierno en algunos aspectos, por ejemplo en el caso de países como México, Brasil, Perú y Colombia, se considera que la sociedad de esos países parcialmente alienta la corrupción en las autoridades al emplear sobornos para la adquisición de permisos o para evitar multas, así como también permitir y hasta hacer apología del crimen organizados en medios artísticos y culturales (narco novelas y narcocorridos).

Éstos como muchos otros ejemplos, demuestran cómo la sociedad actúa como cómplice de los mismos problemas que la aquejan, para luego criticar a las autoridades que no hacen suficientes acciones para eliminar tales problemas.

Tampoco puede decirse, que esta complicidad indirecta del pueblo es la única causante de los malos gobiernos y de los problemas sociales, pues hay factores de los que la sociedad no es responsable, como lo es la formación de instituciones que ejecutan los proyectos políticos así como también los elementos geopolíticos que influyen en la vida de la nación. No obstante, la voluntad del pueblo en general sí puede ser un elemento influyente en la vida política del país.

También debe de entenderse que la complicidad de un pueblo respecto a sus gobernantes no es solo el replicar un comportamiento parecido al que hace la clase política (robos, sobornos, chantajes, rompimiento de leyes), sino también opera lo que es la omisión o indiferencia, es decir que la sociedad en general decida no hacer algo frente a las irregularidades que cometa alguien de la esfera de gobierno, en este caso el pueblo se vuelve cómplice al no actuar frente a gobernantes que quebranten la ley. Esta forma de complicidad es precisamente lo que da pie a que los funcionarios quebranten la ley y hagan y deshagan según sea su voluntad, pues el pueblo al no reaccionar frente a esto, generará que el funcionario de gobierno corrupto actúe sin ningún temor que algo malo pueda ocurrirle.

Un pueblo que no actúa frente a ilicitudes de sus autoridades difícilmente podrá tener un adecuado desarrollo para su nación; el concepto general de democracia señala que precisamente el gobierno deberá hacer la voluntad del pueblo, pero si el pueblo decide no movilizarse ante actuaciones cuestionables de parte del gobernante, entonces el pueblo está consintiendo esas acciones.

Para la democracia es elemental el tener un pueblo participativo y consciente de la situación política, si no se tiene un pueblo con consciencia social y política, se coloca a la democracia en una situación de peligro, pues entonces se crea un ambiente en el cual los gobernantes no tendrán contrapeso y por lo mismo estarán tentados a abusar de su poder.

Por cuestión histórica, Latinoamérica empezó un proceso de democratización autentica hasta los años noventa por lo tanto es comprensible que aún haya problemas al momento de tratar de consolidar instituciones eficaces y que al mismo sean compatibles con la democracia, de igual forma es entendible que los principios cívicos de la democracia aún no sean del todo asimilados por la sociedad, sin embargo los pueblos de América Latina deben de dejar de ser cómplices secundarios de las autoridades corruptas y violadoras de la ley, pues solo así podrán salir hacia un futuro de progreso social las distintas patrias de América Latina.


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