POR: Enrique Rivera Hernández
La obra pictórica titulada “Saturno devoran a su hijo” fue realizada por Francisco Goya, artista visual español aproximadamente en el año de 1823.
Para Goya, el arte cumplía o debería cumplir la función de instruir, o lo que se podría entender como develar, mostrar, incluso aquello que no se quiere ver y mucho menos observar con detenimiento, por más terrorífico que esto sea, es decir, el arte no debería ser ornamental.
En el caso de la obra “Saturno devorando a su hijo”, Goya muestra, devela entre luces y sombras, quizá de una manera grotesca, horrorosa, terrorífica, el canibalismo de un padre a su hijo, de un padre avejentado devorando a un hijo joven, que es tomado con tal fuerza que lo destroza, le encaja los dedos en su carne tierna, en su cuerpo, lo desgarra, es cercenado, ensangrentado, desfigurado.
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Se puede apreciar una mirada de Saturno terrorífica, una mirada perdida en la locura, en el delirio de poder y en el terror que para él significa perder el poder; por ello devora al hijo, pues representa ese peligro psicótico que lo amenaza. Delirio que genera el temor que vive Saturno de ser derrocado por su propio hijo, por lo que, buscando evitar la más mínima posibilidad de ser destronado decide cometer el infanticidio en su locura.
Saturno puede representar a quienes conforman al Estado terrorífico desde distintos puestos y funciones, la locura, el delirio de poder, el terror que para ellos significa ser derrotados, destronados, personajes que conforman el Estado y que con tal de mantenerse en el poder utilizan el terrorismo como arma, matan, desaparecen, atormentan, minimizan a quienes puedan ser una amenaza.
El hijo de saturno puede representar al pueblo, a la comunidad, a ese pueblo que cuestiona, se organiza, se convierte en movimiento, en manifestación, se transforma en quien puede derrotar al Estado violento, sangriento, opresor, o en su defecto al pueblo que puede representar a quienes consiguen derrocar a los usuarios del poder como una forma de vida, como una formar de perpetuarse desde la necropolítica.
Sin embargo, al igual que en la obra y en la mitología romana, no todo está perdido.
Pues Júpiter, el otro hijo de Saturno fue escondido por su madre para no ser devorado.
Saturno devoró una piedra envuelta en pañales en lugar de Júpiter, al paso de los años, Júpiter se convertiría en uno de los dioses más importantes que derrocaría a Titan y consecutivamente a Saturno, su padre.
Al destronarlo, Júpiter obligo a Saturno a vomitar a todos sus hermanos, cobrando estos la vida de nuevo y comenzando con un nuevo orden.
De tal manera, que la obra de Goya metafóricamente nos muestra lo aterrador del terrorismo de Estado, entendiendo al Estado como ese gigante que gobierna como Saturno, que puede devorar incluso a sus hijos por el miedo de ser derrocado.
El devorado, pero también Júpiter, se podrían entender como el pueblo, como el pueblo que puede ser amenazante para el gigante.
Entender el contexto que inspira la obra, muestra la posibilidad de iniciar con un nuevo orden a partir de alguien que no es devorado, de alguien que se organiza, es estratega, lucha y combate buscando rescatar a sus hermanos, devolverles la vida.
Entendiendo en términos políticos y metafóricos, devolverles la vida en lo social, en lo económico, en lo laboral, en lo educativo, en lo emocional, en lo cultural, sin el peligro de volver a ser devorados por el gigante.