¿Sabías que en China existe una ley que prohíbe reencarnar sin permiso del gobierno? Aquí te decimos todo
El Gobierno de China prohíbe, desde hace algunos años, la reencarnación sin el permiso adecuado. En un país esencialmente budista, la Administración Estatal de Asuntos Religiosos creó una ley en la que los monjes budistas solo pueden reencarnar siguiendo ciertos procedimientos.
Según información, fue una “medida importante para institucionalizar el manejo de la reencarnación”.
Esta ley que prohibe reencarnar atrajo una gran polémica porque, según varios monjes budistas, la decisión puede dividir al Tíbet entre dos líderes espirituales.
El actual Dalai Lama, quien tiene 88 años, Tenzin Gyatso es el decimocuarto dalái lama, líder espiritual del Tíbet, líder religioso de la escuela Gelug del budismo tibetano; ha comenzado a planificar su sucesión, pero no seguir lo que dice el Gobierno chino.
Por lo tanto, si todo sigue así, en el Tíbet puede haber dos líderes: “Uno elegido por el gobierno chino y otro por los monjes budistas”.
El Tíbet
El Tíbet, en la alta meseta tibetana en el lado norte de los Himalayas, es una región autónoma de China. La llaman el “Techo del Mundo” por sus altas cumbres. Comparte el monte Everest con Nepal.
En la capital, Lhasa, se encuentra el Palacio Potala sobre una colina, que alguna vez fue la casa de invierno del Dalai Lama, y el templo Jokhang, el corazón espiritual del Tíbet, admirado por su estatua de oro del Buda joven.
Según un experto en budismo “el Dalai Lama ha sido el principal símbolo de unidad e identidad nacional, pero es muy probable que la batalla por su encarnación sea muy relevante”.
Hay quienes creen que realmente se busca regular la reencarnación, mientras que otros apuntan a que el Gobierno chino busca controlar la religión imperante en el país.
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Con esta nueva legislación, China prácticamente se arroga el derecho a elegir el próximo Dalai Lama para, de este modo, tener un control que busca desde hace 50 años cuando ocuparon con total impunidad, y ante la laxitud del resto de los gobiernos mundiales, el Tíbet.
De este modo acabarían, y controlarían la actual influencia reivindicativa que tiene el Dalai Lama en la comunidad internacional, acallando voces insurgentes.