alfonso solorzano
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Como se sabe, actualmente nuestro país está pasando por una grave crisis de seguridad y de desarrollo social; prácticamente la nación desde los últimos tres años no ha podido alcanzar la meta de crecimiento del 3% anual del PIB (Producto Interno Bruto). Por lo mismo esta falta de crecimiento económico repercute directamente en el desarrollo social, ya que al no haber suficiente ingreso y producción, los salarios y ganancias que recibe la sociedad mexicana no son suficientes para llevar un nivel de vida adecuado.

Sin embargo, a pesar de que el panorama económico es algo sombrío, existen ciertos sectores económicos que han mantenido un crecimiento constante en estos últimos años, como lo son el  automotriz, el textil y actualmente el sector aguacatero.

Particularmente el desarrollo del mercado aguacatero ha venido a sacar de la pobreza a muchos mexicanos, especialmente del estado de Michoacán, así como también ha generado nuevas fuentes de empleo, evitando que muchos ciudadanos de zonas marginadas tengan que migrar hacia el extranjero. El desarrollo del aguacate ha llegado a tal punto que se le denomina popularmente como el oro verde, pero ¿Cuándo realmente comenzó este desarrollo y qué es lo que hace que se logre mantener?

El súbito despegue del aguacate, es relativamente reciente, comenzó a finales de los años noventa, cuando EUA finalmente comenzó a permitir la importación de aguacate mexicano;   primero solo le permitió importar a estados donde el aguacate fuera conocido, pues California el estado donde más se consumía en aquel momento, fue la última región a la que el gobierno estadounidense permitió que se comercializara el “oro verde” de México. A partir del 2007 los aguacateros michoacanos ya exportaban su producto a todo el territorio estadounidense, y con solo un par de décadas se logró constituir un importantísimo mercado internacional.

Actualmente, Michoacán aporta casi el 85% de aguacate a la producción nacional, -según SAGARPA- de 100 toneladas producidas en México, 85 provienen de Michoacán. La empresa de comunicaciones BBC señaló en 2015 que el 80% de la producción nacional de aguacate está destinada a la exportación hacia Estados Unidos. Promediando estos datos, tendríamos que el 79% de la producción de aguacate michoacano está destinado para el consumidor estadounidense, que de hecho en unidades supera ya las 830 mil toneladas de un total aproximado de 1 millón 52 mil 883 que son producidas anualmente en todo el país. Sumando a lo anterior el hecho de que el dólar ya rebasa los 19 pesos en el tipo de cambio, tendríamos en teoría que el negocio del aguacate sin duda otorga grandes beneficios económicos.

Luego entonces, del 100% del aguacate producido en México aproximadamente 87% tiene como destino el mercado internacional, que aparte de EUA, lo conforma Canadá, Japón, la Unión Europea y Centroamérica, dejando solo poco menos del 13% en el mercado nacional, es decir el mercado de consumo interno de México.

Y aunque no lo parezca, estos son datos sumamente alarmantes, ya que quiere decir que el enorme crecimiento económico que ha tenido el negocio aguacatero no se debe al desarrollo y consumo local, sino que se debe a la demanda que hay en el extranjero, sobre todo la demanda del consumidor estadounidense. Además de que tampoco hay esfuerzo notorio para trabajar la industrialización del aguacate, es decir, la mayoría de los productores de aguacate se limitan simplemente a empacarlo y mandarlo al extranjero y no se interesan por explotar todo el potencial que tiene este fruto. Entonces, lo que tenemos actualmente en el negocio del “oro verde” es meramente un modelo de exportación de materia prima en bruto, modelo que es muy parecido al que tuvieron las llamadas “repúblicas bananeras” en Centro y Suramérica, en este caso podríamos decir que nos encaminamos a ser una “república aguacatera”.

Quizás en el sector aguacatero este modelo de exportación se nota más, sin embargo también se presenta en otras áreas agropecuarias, donde se exportan sobre todo frutas sin hacer mucho esfuerzo por aprovechar el potencial de éstas y generar nuevos productos que también podrán exportarse, así como también en el sector petrolero.

Desde luego, no se trata de aislarnos del comercio internacional, ni mucho menos dejar de tener negocios con otras naciones estratégicas, sin embargo es imprescindible para cualquier nación desarrollada tener un mercado interno o nacional de base para su crecimiento económico, antes de depender del comercio exterior. Naciones como Japón y Alemania tienen la característica de producir todo lo que les es posible en sus industrias y al mismo tiempo fomentar el consumo de esos productos finales dentro del mercado interno o nacional antes de enviarlos al extranjero. Y precisamente esto se hace con el propósito de generar una autentica independencia económica y así asegurar la sustentabilidad del país.

México debe diversificar a sus socios comerciales ( no solo venderle y comprarle a EUA); también tiene que depender menos del mercado internacional y más del mercado interno o nacional, esto para asegurar ya no su máximo potencial económico, sino su supervivencia económica. Es muy probable que las propuestas económicas de Donald Trump no nos causarían pánico si tuviésemos un mercado interno más fuerte, ya que así nuestra economía no estaría a merced del cambio político en EUA, sino estaría más vinculada al crecimiento de nuestra industria y nuestro mercado.

México, tanto política como económicamente, le debe pertenecer en primer lugar a los mexicanos.