A poco más de una semana de celebrarse los comicios que definirán al nuevo gobernador en la entidad, la contienda se centra en el candidato de Morena y el de la oposición conformada por quienes solían ser las principales fuerzas políticas del pasado. Tal vez las principales críticas recibidas son su falta de propuestas efectivas y su relación con emisarios del pasado.
Es comprensible que las propuestas brillen por su ausencia, en buena parte, porque la actual administración estatal ha sido un verdadero desastre para la mayoría de los trabajadores, particularmente para aquellos dedicados a la educación. Tanto para profesores de educación básica como para universitarios, algo tan elemental como recibir su pago es más que suficiente.
Más importante que presentar propuestas, a estas alturas una demanda generalizada es el rompimiento con los gobiernos de las dos últimas décadas y la corrupción, nexos con el crimen organizado, falta de pagos, abandono de las necesidades de la universidad y del campo. Un verdadero cambio de rumbo es la principal demanda de la sociedad.
Y dicho cambio de rumbo sólo puede ser posible de existir una renovación radical en las estructuras del gobierno que llegue en octubre próximo. No es casual que ambos candidatos busquen desacreditarse a partir de sus relaciones con el actual gobernador, en el caso de Herrera Tello; y con el ex gobernador Godoy, en el caso de Ramírez Bedolla.
Cada michoacano tendrá su juicio de cual de estos dos personajes políticos ha sido más dañino para el estado; y tanto Aureoles como Godoy tendrán argumentos en su defensa; pero lo que es un hecho es que ambos candidatos han tratado de desmarcarse de ellos, Herrera más notablemente que Ramírez, pero eso demuestra que reconocen que no son personajes gratos.
Si pueden reconocer este conflicto también deben tener la capacidad de reconocer que requieren romper con la dinámica que se ha generado desde la alternancia iniciada en febrero de 2002. Por ello, sea quien sea que resulte el vencedor de la contienda, su primer compromiso debe ser con una renovación radical de quienes integren al nuevo gobierno estatal.
De otro modo, las posibilidades de mantener la misma crisis o incluso de profundizarla serán considerablemente altas. Morena, más que los otros viejos partidos, tiene la posibilidad de representar dicho cambio que esperan la mayoría de los michoacanos.
Pero de arrancar un gobierno con cartuchos quemados (más que cuadros reciclados) de las administraciones de Godoy, de Vallejo-Reyna-Jara o incluso del actual gobierno, enviará muy malas señales para el electorado, si es que se decanta por la opción que promete renovación, la de Morena.
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En el caso de resultar triunfador Herrera, la lección debería ser la misma, aunque las promesas de romper con el actual gobierno parecen ser sólo una estrategia barata de parte del candidato, que recurrentemente intenta hacer pensar a los votantes que es un recién llegado a la política y que muy poco o nada ha tenido que ver con el gobierno en el que fue el segundo a bordo.
Si ya el desencanto es lo que priva entre la mayoría de los electores, una continuidad con aquello que solo ha demostrado ser ineficaz para resolver los problemas que enfrenta el estado, nada más podrá acrecentar el desanimo y la falta de participación. Y finalmente puede desembocar en un hartazgo generalizado como ya lo han mostrado los pueblos originarios desde hace diez años.
Francisco Lemus | Twitter: @PacoJLemus