Recuerdas cómo era Morelia; así fue el rescate del Centro Histórico
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El Centro Histórico de la Ciudad de Morelia, declarado Zona de Monumentos Históricos por el Gobierno Federal, en diciembre de 1990, e inscrito en las Listas del Patrimonio Mundial de la UNESCO, en diciembre de 1991, como un bien cultural Patrimonio de la Humanidad, es un conjunto urbano-arquitectónico de características  excepcionales,  que  conserva  prácticamente  sin   alteraciones, la  traza urbana, remates visuales y adecuaciones a la singular topografía del sitio de su ubicación.

 Las edificaciones de mayor importancia histórico-arquitectónica de la Ciudad se localizan dentro de su perímetro, siendo notables la unidad y la armonía formal de su conjunto, dentro de la variedad de estilos arquitectónicos desarrollados a través de los diversos periodos históricos de su existencia. El Decreto por el que se declara unaZona de Monumentos Históricos en la ciudad de Morelia, Mich, contiene un listado en donde registra 1,149 edificaciones patrimoniales, además de plazas, jardines, pilas y fuentes, ubicados dentro del perímetro del Centro Histórico. A la cifra mencionada, se agregaron en el Programa Parcial del Centro Histórico (1999-2001), 49 inmuebles del siglo XX, y 520 de arquitectura popular, de naturaleza contextual (denominada también arquitectura de acompañamiento).

 Sin embargo, Morelia no ha sido ajena a los problemas que aquejan a la mayoría de los centros urbanos con un proceso de crecimiento acelerado, (en 1940 Morelia no rebasaba los límites, ni la población, de lo que hoy es su centro histórico); entre los principales problemas se encuentran: el congestionamiento vehicular, los cambios incompatibles de usos del suelo, la especulación desmedida del mercado inmobiliario, y la contaminación y deterioro ambiental y visual.

Mención particular amerita el problema del Comercio Informal en la vía pública, que en el caso de la ciudad de Morelia, constituyó una de las causales del deterioro físico y visual que más han afectado últimamente a su patrimonio edificado.

Esta presentación tiene como propósito reseñar  la problemática generada por la presencia del comercio informal en el Centro Histórico de Morelia, y la manera como las Autoridades y la Sociedad, afrontaron el problema y sentaron las bases para el rescate de sus Espacios Públicos.

EL CONCEPTO DEL ESPACIO PÚBLICO

La necesidad de implementar el rescate del Centro Histórico de Morelia, se derivó del compromiso establecido, tanto por las  autoridades como por la sociedad, para salvaguardar sus bienes patrimoniales, que se vieron afectados principalmente por la ocupación de los Espacios Públicos por el comercio informal.

El concepto del Espacio Público ha sido abordado y desarrollado extensamente por pensadores y académicos, que han realizado valiosas aportaciones sobre el tema; el interés sobre el concepto del Espacio Público se remonta a la Antigüedad; Aristóteles identificaba al Espacio Público con el Espacio Vital y Humanizante del ágora griega, donde la sociedad se reúne para compartir sus opiniones,  evaluar propuestas y elegir la mejor decisión. Enfatizando así la característica social y  habitable del Espacio Público.

Para el propósito de esta exposición, y en esta línea de ideas, podemos determinar que los Espacios Públicos constituyen componentes importantes de la estructura urbana, que cumplen la doble función de hacer posible  la movilidad urbana y proveer espacios para la convivencia y el esparcimiento social.

Los Espacios Públicos son asimismo, elementos que integran el Patrimonio Cultural de los Centros Históricos. El Decreto Federal  sobre la importancia del Centro Histórico de Morelia, antes mencionado, incluye en la lista de Inmuebles Patrimoniales catalogados, a sus calles, plazas, jardines, pilas  y fuentes.

Por otra parte, desde el punto de vista jurídico-administrativo, los Espacios Públicos son parte de los Bienes Inmuebles del Dominio Público, que conforman el patrimonio inmobiliario de los municipios; entre los cuales se encuentran las calles, andadores, portales, plazas y jardines; así como otros espacios abiertos y cubiertos, de libre acceso al público.

Los Espacios Públicos son por tanto, bienes cuyo usufructo corresponde a la Sociedad, pero cuya propiedad y administración son atribuciones de la Autoridad Municipal, sobre quien recae la responsabilidad de su conservación, así como el garantizar el acceso y el derecho de todos los ciudadanos, para disfrutar de los mismos, en condiciones de igualdad.

EL FENÓMENO SOCIAL DEL COMERCIO INFORMAL     

La práctica del comercio informal en la vía pública tiene antecedentes muy antiguos en México. El tianguis, como lugar para el intercambio  mercantil por excelencia, fue una institución dentro de las culturas prehispánicas del Altiplano Central.

 Al respecto es muy elocuente la descripción de Bernal Díaz del Castillo al arribar al tianguis de Tlatelolco: “…quedamos admirados de la multitud de gente y de mercancías, y del gran concierto y regimiento que en todo tenían… cada género de mercancías tenía asignado situados y señalados sus asientos…”..

Aun en nuestros tiempos, los “días de plaza”, en los que además de los mercados, las plazas, explanadas y algunas calles se ven atestados por el comercio de tipo informal, son eventos importantes en la vida de los pueblos y ciudades.

El comercio en la vía pública no representaría mayores problemas para las ciudades, en tanto fuera posible mantenerlo bajo control, designándole espacios idóneos para su ubicación, así como la temporalidad y los horarios para su funcionamiento. El problema ocurre cuando la actividad se sale de control, y se convierte literalmente en una apropiación de los espacios públicos por grupos de particulares, al margen de las normas y reglamentos urbanos.

 Hay que reconocer por otra parte, que además de constituir una forma tradicional de la actividad comercial, el comercio informal en los espacios urbanos presenta algunas ventajas y es una alternativa viable para esa función económica.

 Entre otras características, no precisa de inversiones en construcción de locales ni dotación de infraestructura, como las requeridas por los mercados formales; además, debido a su versatilidad y movilidad, se facilita su instalación en sitios próximos a las comunidades a servir; y por lo general, los precios de los productos que ofrecen (en razón de lo exiguo de sus gastos indirectos), son más bajos que los de los comercios establecidos, beneficiando así a los grupos de menor poder adquisitivo.

Adicionalmente, para quienes realizan esta actividad, representa en muchos casos la única posibilidad de percibir un ingreso económico, dada la limitación existente en la oferta de empleos.

Desde el punto de vista opuesto, el comercio informal representa una competencia desleal para el comercio establecido; toda vez que no obtiene licencias ni permisos, evade el pago de todo tipo de impuestos, además de eludir el pago de renta de locales, servicios de infraestructura, y las prestaciones de ley a sus empleados.

 En el aspecto de afectaciones al espacio urbano y al patrimonio cultural, el comercio informal presenta, entre otros los siguientes inconvenientes: obstaculiza el libre tránsito y circulación de personas y vehículos; es generador de desperdicios y condiciones de insalubridad y causante de múltiples deterioros a los pavimentos, espacios e inmuebles en el entorno de su ubicación, además de provocar contaminación visual y deterioro a la imagen urbana en detrimento del turismo y de la calidad de vida de la población local.

LA GESTACIÓN DEL PROBLEMA DEL COMERCIO INFORMAL EN EL CENTRO HISTÓRICO DE MORELIA

El comercio informal en la vía pública se considera como una actividad económica marginal, que se origina en la incapacidad de una sociedad para generar fuentes de empleo suficientes para la población económicamente activa. En el caso particular de Morelia, se considera que también contribuyó a generar esta problemática el hecho de no haberse construido ningún nuevo mercado en más de 25 años.

Desde la primera mitad del siglo pasado, se presentaron invasiones del comercio en la vía pública; particularmente en los entornos de los templos de San Francisco, San Juan y San Agustín. Lo anterior dio motivo a la construcción de los mercados Independencia, Revolución (San Juan), y Nicolás Bravo (Sto. Niño), en los que se reubicaron a los comerciantes mencionados.

Posteriormente, en la década de los sesentas del siglo pasado, se dio la ocupación de algunos de los portales, del Centro Histórico de Morelia, por puestos semifijos, dedicados principalmente a la venta de dulces y artesanías tradicionales. En el año de 1964, el gobernador del Estado Lic. Agustín Arriaga,  ordenó la construcción de las instalaciones del Mercado de Dulces y Artesanías en la explanada contigua al Palacio Clavijero, reubicando en ese sitio a los comerciantes de los portales.

En fecha más reciente, durante la primera gestión como Edil del Lic. Fausto Vallejo, se reconstruyó el Mercado Flores Magón, en Sta. María, y la Unidad Comercial Camelinas; aunque en ambos casos, sirvieron para reubicar a comerciantes informales que se localizaban fuera del Centro Histórico. También se habilitaron en diversas partes de la ciudad, siete explanadas con algunos servicios básicos, para la instalación de los tianguis itinerantes de frutas y verduras, conocidos también como mercados sobre ruedas4.

Poco tiempo habría de durar el espacio de los portales libre del comercio informal, ya que a partir del año 1972 se hicieron presentes “nuevos inquilinos”, ofreciendo esta vez una extensa variedad de mercancías, tales como ropa, calzado, lentes, relojes, etc., prevaleciendo entre ellos la venta de los artículos denominados coloquialmente “mercancía de contrabando o fayuca”, (artículos de importación ilegal e imitaciones no autorizadas de marcas originales).

La ocupación del comercio informal se inició de nueva cuenta por los portales Hidalgo, Matamoros, Allende y Galeana; continuando luego hacia el oriente, con las banquetas de las calles de Allende – Bartolomé de las Casas, hasta la Plaza Valladolid (o de San Francisco); la calle Vasco de Quiroga, desde San Francisco hasta el Mercado Independencia hacia el sur; y la calle de Rayón, desde la Av. Madero, hasta la antigua Central de Autobuses hacia el norte; coincidiendo así con las sendas de mayor flujo peatonal en el área central.

En forma adicional se ocuparon de manera permanente, algunos otros espacios públicos como: la Plaza Valladolid en su totalidad, la Cerrada de San Agustín, el Jardín de Capuchinas, el Jardín Ignacio Altamirano (anexo a la Biblioteca de la Universidad), y de manera parcial: el Jardín del Carmen, el Jardín de las Rosas y las plazas Ocampo y Juárez.

El patrón territorial de la ocupación siguió un esquema muy claro, ubicándose en plazas, jardines y espacios públicos, generalmente en torno a iglesias, mercados y otros nodos de concentración del público, y extendiéndose por las calles hacia cuatro polos de atracción importante, identificados por dos mercados públicos, la antigua central de autobuses y las instalaciones del Seguro Social).

OCUPACIÓN DEL COMERCIO INFORMAL EN EL CENTRO HISTÓRICO/ Croquis sin escala; elaboración propia

Originalmente los puestos de los portales se instalaban por la mañana y se retiraban al atardecer; el montaje y la transportación de estructuras y mercancías, provocaron graves deterioros a los pavimentos y muros de los portales. Con el tiempo los comerciantes decidieron dejar de manera permanente sus instalaciones y mercancías, protegiéndolos con plásticos y cartones, lo que propició una imagen aun más deplorable de esos espacios públicos. El incremento en la ocupación devino en un hacinamiento, al grado de limitar la circulación a una franja de no más de setenta centímetros de anchura, al centro de los portales. 

En el caso de la plaza Valladolid, el establecimiento de comercios de venta de dulces, comida típica y artesanías, tolerado por las autoridades en determinadas festividades de  temporada, se convirtió en un evento permanente; los puestos invadieron la plaza en su totalidad, permaneciendo la ocupación por más de veinte años, al grado de que las nuevas generaciones desconocían, el aspecto de la plaza, y la existencia de una original fuente ubicada en el centro de la misma, obra del connotado arquitecto moreliano, Manuel González Galván.

La Plaza Valladolid invadida por el comercio Informal

El problema se complicó aún más al involucrarse la política en el caso. Surgieron algunos líderes entre los comerciantes, quienes se agruparon en diversas asociaciones gremiales, entre las que destacaban por el número de sus agremiados, las denominadas: Felipe Carrillo Puerto, Miguel Hidalgo, y Primero de Octubre. Algunos partidos políticos capitalizaron la situación ofreciendo, su apoyo a algunas de las agrupaciones de los comerciantes, originando que los primeros intentos de negociación para una eventual reubicación se toparan con posturas intransigentes, por parte de estos líderes.

EL PERFIL DE LOS COMERCIANTES INFORMALES

Con la finalidad de conocer las características de las personas dedicadas a la actividad del comercio informal, se realizaron diversos estudios y encuestas, algunos de cuyos resultados más importantes son los siguientes:

Por lo que atañe a la cifra total de puestos de comerciantes informales, se han manejado diversos números que van desde los 1,200, hasta cifras superiores a los 3,000; estas variaciones obedecen principalmente a los criterios utilizados para determinar el perímetro de la zona central ocupada. El Programa Parcial de Desarrollo Urbano del Centro Histórico de Morelia, realizó un minucioso censo de ocupantes, clasificándolos por sectores, zonas y calles, detectando la cantidad de 1,697 puestos en la vía pública.

Un número reducido de comerciantes eran propietarios del puesto que atendían,  siendo la mayoría empleados al servicio de otras personas, que en algunos casos poseían varios puestos, tenían otros comercios establecidos, o se dedicaban al comercio intermediario semi-mayorista.

 La especulación y el tráfico, por parte de los líderes de las agrupaciones, con los “derechos”  para ocupar un lugar en la vía pública, llegó hasta el punto de fijarles precios entre los 1,500 y 12,000 pesos, según la importancia de su ubicación.

LAS GESTIONES PREVIAS A LA REUBICACIÓN

El problema generado por la presencia del comercio informal en el centro histórico de Morelia fue motivo de programas de gobierno y plataformas políticas de varias administraciones municipales y estatales. Asimismo la reubicación fue un reclamo constante de la sociedad Moreliana. El deterioro causado por el ambulantaje no solamente fue de carácter físico: la decadencia y falta de atractivo de las áreas centrales afectaron tanto al turismo, como a la población residente, que disminuyó sensiblemente su afluencia al centro.

Limpieza de las plazas liberadas Instalación de la valla preventiva en plazas y portales

De manera similar a la forma como se dio la ocupación del espacio público, hubo diversos intentos de lograr la reubicación del comercio informal.

Entre los años 1997-1999, la administración municipal a cargo de Salvador López Orduña (en su primera gestión), elaboró diversos estudios, propuestas y proyectos para este propósito. Una de las alternativas para la reubicación, contemplaba la adquisición del predio, recién desocupado en aquellas fechas, por las instalaciones de PEMEX, el cual se localizaba al poniente de la ciudad a 1.5 Km. de la Plaza de Armas. El proyecto no prosperó debido a que algunos líderes argumentaron que el sitio estaba demasiado alejado del Centro, y también por la falta de apoyo del gobierno estatal, en razón de que el predio presentaba riesgos para la salud.

El Ayuntamiento, con el apoyo federal de la SEDESOL y de la iniciativa privada (a través del Comité de Participación Ciudadana) emprendió en 1998, la elaboración del Programa Parcial de Desarrollo Urbano del Centro Histórico de Morelia5; documento fundamental para establecer las bases jurídico-administrativas para restringir la actividad del comercio informal en el centro histórico. El documento en efecto, analizó exhaustivamente la problemática,  estableciendo dentro de las estrategias, las acciones y programas para alcanzar su solución.

Por su parte, el gobernador del estado, Lic. Víctor Tinoco Rubí, promovió la formulación del proyecto denominado “Plan Maestro para el Rescate del Centro Histórico de Morelia”. Para apoyar económicamente las acciones respectivas,  se constituyó el “Fideicomiso del Centro Histórico de Morelia” para lo cual se invitó a las autoridades municipales y a la iniciativa privada a contribuir con aportaciones al mismo; lo anterior no surtió el efecto esperado: el fondo se abrió únicamente con los recursos depositados por el gobierno estatal, permaneciendo en esa situación durante cierto tiempo (aunque generaron importantes intereses), y finalmente fueron aplicados en acciones, como la implementación de espacios para la reubicación del comercio informal.

 El 18 de mayo de 1999, aniversario de la fundación de la ciudad, a iniciativa del Ayuntamiento de Morelia, presidido entonces por el M. C. Salvador Galván Infante, se constituyó el Patronato pro-Rescate del Centro Histórico de Morelia. El Patronato se integró por 68 personas, en su mayoría ciudadanos morelianos distinguidos, además de un Consejo Consultivo al cual se invitó para conformarlo, a todos los ex presidentes municipales. El Patronato desempeñó un importante rolen la tarea deconcienciar a la sociedad de la importancia de la conservación del patrimonio cultural de la ciudad; labor que se realizó en forma intensiva, partiendo de los niveles de educación básica, en los que se organizaron talleres en más de 90 centros escolares. En estas actividades fue de gran utilidad la difusión del libro “Mi Ciudad y Yo”, de la autoría de la Dra. Esperanza Ramírez Romero, quien fungió como Presidenta del Patronato.

Se promovieron asimismo, diversos eventos para generar ingresos en apoyo al Plan de Rescate; entre los cuales destacan la presentación de la Ópera Carmen, con un gran elenco y escenografía, y una colecta pública, a la que se denominó “El Rescatón”, en la plaza Valladolid; lográndose recolectar alrededor de dos millones de pesos.   

El Plan Maestro para el Rescate del Centro Histórico, que estuvo bajo la coordinación del Dr. Enrique Villicaña Campuzano, planteó la hipótesis de que disminuyendo la clientela potencial del comercio informal, le restaría poder al mismo y eventualmente emigraría de las zonas centrales. Si bien lo anterior no hubiera sido suficiente por si sólo para lograr el propósito anhelado, si contribuyó a su solución y de paso permitió reubicar algunos elementos del equipamiento urbano cuyos usos resultaban incompatibles para el centro histórico.

Entre las instalaciones que se identificaron como los principales nodos de atracción de personas al Centro Histórico estaban: la Central de Autobuses foráneos “Generalísimo Morelos”; las tres terminales de autobuses suburbanos y rurales; la gran concentración de oficinas públicas de los gobiernos federal, estatal y municipal; así como la presencia de un gran número de elementos de equipamiento urbano, particularmente del género educativo.

Solamente por lo que respecta a las terminales de transporte foráneo y suburbano, el flujo diario era de 1,700 corridas, con un movimiento estimado de 64,750 personas.

En cuanto a las oficinas públicas, el análisis de los diversos rubros de atención, puso en claro la existencia de un gran número de giros cuyas funciones no requerían en absoluto su presencia dentro del centro histórico, pero que atraían diariamente a más de 27,000 personas en busca de sus servicios7.

Por su parte, el Programa Parcial de Desarrollo Urbano del Centro histórico, registró más de 85 centros educativos de todos los niveles, dando servicio a 46,422 estudiantes; la mayoría de los cuales procedían de fuera del centro histórico, contribuyendo así a congestionar aún más el área central.

Las autoridades del Estado y del Municipio iniciaron gestiones para reubicar las terminales de autobuses. El gobierno del Estado compró a los concesionarios del transporte público el predio y las instalaciones de la antigua Central de Autobuses, comprometiéndose a donarles (a través del Fideicomiso del Centro Histórico), un terreno con una extensión de 9 has. para la ubicación de la nueva central (el anterior tenía solamente 1.5 has); dotándolo además, de todos los servicios y mejorando las vías de acceso al mismo. Por su parte los concesionarios se comprometieron a llevar a cabo la edificación de la nueva central (que tuvo un costo de 250 millones de pesos) en un plazo máximo de 18 meses.

Mediante una gestión similar se edificaron dos terminales en las zonas norte y sur, para alojar los servicios de transporte suburbano; cabe mencionar que en este caso se requirió una ardua labor de convencimiento, ya que los transportistas se resistían a dejar de penetrar con sus vehículos dentro de la zona del centro histórico.

El gobierno del estado inició la reubicación de once dependencias públicas, entre las cuales se encontraban oficinas administrativas, tales como el Registro Civil, la Defensoría de Oficio, el Consejo de Población y ocho Juzgados Civiles y dos Familiares. También se reubicó el Cuartel de Policía y Tránsito del Barrio de San Juan, aprovechándose posteriormente el inmueble para alojar una parte de los comerciantes informales.

Las autoridades municipales, por su parte, construyeron una Unidad de Servicios Municipales, en un predio al poniente de la ciudad, donde ya se encontraba la Secretaría de Obras Públicas, alojando en el sitio a la Tesorería Municipal, la Secretaría de Desarrollo Urbano y Protección del Ambiente y otras cinco dependencias más.

EL ACONDICIONAMIENTO DE INSTALACIONES PARA LA REUBICACIÓN DE LOS AMBULANTES

Con la finalidad de disponer de espacios para la reubicación de los comerciantes ambulantes, el Ayuntamiento adquirió cuatro inmuebles en el centro histórico, dos de ellos eran predios baldíos en los cuales se edificaron sendos conjuntos comerciales: las denominadas Plaza Humboldt y Plaza Allende, ubicadas en las calles del mismo nombre, con capacidades de 225, y 250 locales, respectivamente. Los otros dos inmuebles eran edificaciones ya existentes, las cuales fueron reacondicionadas para dar lugar a las Plazas San Francisco, en la calle de Bartolomé de las Casas, con capacidad de 110 locales, y la Plaza Capuchinas, que era un conjunto comercial en condominio, construido en los años setentas, y con espacios aun disponibles, de los cuales se adquirieron alrededor de 240 locales.

Como complemento a lo anterior, se reacondicionó el antiguo cuartel de San Juan, dando lugar a 400 locales comerciales más; y se construyeron dos plazas nuevas fuera del centro histórico, pero en sitios estratégicos: la primera con 200 locales, se ubicó dentro del complejo administrativo municipal de Manantiales; y la segunda en las inmediaciones de la nueva Central de Autobuses y que tuvo una capacidad de 450 locales. La suma total de espacios comerciales fue de 1,875 locales.

El planteamiento original consistió en ofrecer los locales a los comerciantes informales que ocupaban algún espacio en el centro histórico, para su adquisición en propiedad bajo el régimen de condominio, con un costo aproximado de veinte mil pesos, sin enganches, a un plazo de 10  años, y con aportaciones mensuales que no rebasarían los 400 pesos. Condiciones que no solamente estaban al alcance de cualesquiera de los comerciantes involucrados, sino que conllevaban notorias ventajas al ofrecerles: un patrimonio familiar con la seguridad legal de la propiedad; con instalaciones a cubierto, al abrigo de las inclemencias del sol, viento, lluvias, etc.; y con posibilidades de acceso a redes y servicios, tales como agua, drenajes, energía eléctrica,  servicios sanitarios y de vigilancia, entre otros.

EL OPERATIVO DEL RESCATE DE LOS ESPACIOS PÚBLICOS DEL CENTRO HISTÓRICO

Simultáneamente a las acciones antes descritas, las negociaciones con las organizaciones de los comerciantes continuaron, aunque con resultados parciales, debido al radicalismo de algunos de los dirigentes. Lo anterior orilló a las autoridades a suspender las gestiones con los líderes y buscar el trato directo con los comerciantes.

Se fijaron plazos para que cada comerciante obtuviera su registro y una credencial que lo acreditara para poder recibir apoyos y beneficios al momento de la reubicación.

Con la finalidad de reforzar los fundamentos legales para apoyar la  reubicación, que se sentía ya inminente, el Ayuntamiento de Morelia aprobó en sesión extraordinaria del cabildo del 11 de mayo de 2001, el “Bando Municipal que declara al Centro Histórico de Morelia, zona restringida para la actividad comercial en la vía pública”

Entre las agrupaciones de los comerciantes prevalecía la creencia de que la reubicación se daría el 18 de mayo del 2001, en el aniversario de la fundación de la ciudad; sin embargo transcurrió esa fecha sin ninguna novedad. Muchos de los comerciantes, sin embargo comenzaron a realizar guardias, pernoctando en las instalaciones de los puestos, en previsión de cualquier eventualidad. La fecha para el desalojo de los espacios invadidos por el comercio informal, llegó finalmente. En medio de un gran hermetismo, en el cual solo un limitadísimo número de funcionarios del gobierno del estado y del municipio estuvieron al tanto del inicio del operativo, cerca de la media noche del día 4 de junio del 2001, y hasta la madrugada del día 5, se llevó a cabo el desalojo de los puestos instalados en portales, calles y plazas del Centro Histórico.

Instalación de puestos en uno de los Portales Ocupación de la calle Humboldt

A la cabeza del operativo estuvieron representantes de las autoridades estatales y municipales, apoyadas por alrededor de 300 elementos de varias corporaciones policíacas. Asimismo estuvieron presentes, a iniciativa de las autoridades, algunos notarios públicos y representantes de organizaciones de derechos humanos quienes, previamente al inicio de las acciones, dieron fe de que ninguna persona de quienes intervendrían en el operativo portaba armas de fuego.

Aunque hubo ciertamente alguna resistencia, y muestras de agresividad por parte de unos cuantos de los afectados por el desalojo, las acciones se realizaron sin mayores contratiempos, y sin saldos de lesionados o detenidos como consecuencia del operativo.

Decenas de vehículos de transporte de carga proporcionados por las autoridades, se pusieron a disposición de los propietarios de los puestos para trasladar sus pertenencias a donde ellos mismos lo determinaran. Para el caso de quienes no estuvieron presentes, o rehusaron decidir el destino de sus propiedades, éstas se inventariaron y fueron trasladadas a las instalaciones de la Feria, donde quedaron a su disposición para ser retiradas posteriormente.

Como medida preventiva para evitar el eventual regreso y ocupación de los espacios rescatados, por parte de los comerciantes, en forma inmediata a la desocupación se colocaron cercados de malla ciclón, en todos los portales y en las plazas recuperadas dejando únicamente algunos pasos, estratégicamente localizados para el paso de los transeúntes y el acceso a los comercios allí establecidos.

El aspecto que presentaba el centro histórico de la ciudad, en la mañana del 5 de junio de 2001, era el de una ciudad devastada y en estado de sitio; la basura y escombros que quedaron en los sitios desocupados por los ambulantes se midió por toneladas, requiriéndose cientos de viajes de camiones de volteo para su retiro; las vallas que originalmente se proyectó que permanecerían durante un mes, se mantuvieron por tres meses; transcurridos los cuales se retiraron, aprovechándolas para utilizarse en escuelas y otros elementos de equipamiento del municipio.

En los días subsiguientes a la liberación del centro histórico, la medida fue festejada por la ciudadanía en general, quienes se volcaron a las calles y plazas, en donde hubo verbenas, música y fuegos artificiales, dando inicio a una etapa de recuperación de los espacios públicos por sus habitantes. La Avenida Madero fue el cauce por donde, el 9 de junio de 2001, miles de morelianos, jubilosos marcharon en un desfile espontaneo, festejando el volver a contemplar el Centro Histórico libre de la invasión del comercio informal.

Vista de uno de los portales ya liberado y restaurado

LA REUBICACIÓN DEL COMERCIO INFORMAL Y LA REHABILITACIÓN DE LOS ESPACIOS PÚBLICOS

No obstante haberse estado planeando la reubicación de los ambulantes durante largo tiempo, al momento de su ejecución sólo estaban disponibles alrededor de 650 de los espacios necesarios para alojar a los comerciantes por reubicar. Sin embargo, la situación socio-política del momento, precipitó la decisión de iniciar la reubicación de los comerciantes desalojados en los espacios disponibles; para lo cual se llevó a cabo públicamente un sorteo entre los comerciantes registrados. Las autoridades establecieron el compromiso por otra parte,  de entregar a todos los comerciantes que no pudieron ser reubicados de inmediato en alguna de las plazas acondicionadas para ese propósito, un subsidio mensual de 2,500 pesos, hasta que se les asignara un local para su reubicación.

Lo anterior generó de inmediato serios problemas, ya que  surgieron de improviso, centenares de supuestos comerciantes afectados por el desalojo, reclamando el beneficio del subsidio y el derecho a la posesión, en su oportunidad, de un local comercial. A este propósito resultó de gran ayuda el haber realizado en su momento, el registro y censo de los verdaderos ocupantes de espacios en el centro histórico, medidas de control que incluían registros fotográficos y de videos, certificados por fedatarios públicos.

Con la finalidad de promover la concurrencia del público a las plazas comerciales, edificadas para reubicar al comercio ambulante, se instalaron en varias de ellas, oficinas públicas, donde acudiera la gente a realizar trámites o pagos de contribuciones y servicios. Asimismo se promovió la instalación de empresas de servicios de iniciativa privada, tales como sucursales bancarias.

En otro orden de ideas, una vez lograda la liberación de los Espacios Públicos, quedó muy claro en autoridades y sociedad que las tareas del rescate integral de los mismos apenas comenzaba.

La rehabilitación del Centro Histórico recuperado dio inicio de inmediato, estableciéndose para ese propósito una estrategia de acciones, que se derivaron del mismo Plan implementado para su Rescate. En primer término se consolidaron los organismos que facilitaron la operación y se crearon otras nuevas como la Coordinación del Centro Histórico y el Consejo Consultivo del Centro Histórico.

En los aspectos de la Planeación y Regulación, se han formulado los siguientes instrumentos: El Plan de Manejo del Centro Histórico, y diversos Bandos, Normas y Reglamentos reguladores de los usos del suelo y de la Imagen Urbana del mismo Centro.

En materia de Restauración y Rehabilitación se ha desarrollado una importante serie de obras, acciones y servicios en los siguientes rubros:

  • Restauración de inmuebles patrimoniales.
  • Mejoramiento de espacios públicos, destacándose: el mejoramiento de más de 50,000 m2 de banquetas y rehabilitación de 14 plazas y jardines públicos.
  • Mejoramiento de la Imagen Urbana, consistente en:
  • Introducción de Cableado subterráneo en 219 manzanas.
  • Iluminación escénica de 45 inmuebles relevantes (Plan Luz).
  • Colocación de Señalética Urbana.
  • Reposición de mobiliario urbano.
  • Ordenamiento de toldos y anuncios comerciales.

Finalmente es importante mencionar las acciones en materia de reactivación de las actividades turísticas, mediante el otorgamiento de incentivos y estímulos fiscales y creación de nuevos productos turísticos.

La Plaza de Armas liberada y restaurada

CONCLUSIONES

El éxito de la reubicación del  comercio informal del centro histórico de Morelia se logró en base a diversos factores, entre los que cabe destacar los siguientes:

  • El establecimiento de bases jurídico-administrativas para fundamentar las medidas adoptadas; a través de la formulación y aplicación de instrumentos legales, tales como: El Programa Parcial de Desarrollo Urbano del Centro Histórico; los Reglamentos y Normas, entre los que destacan el Reglamento Urbano de los Sitios Culturales y Zonas de Transición del Municipio de Morelia9, y el Bando Municipal que declara al Centro Histórico de Morelia, zona restringida para la actividad comercial en la vía pública.
  • La coordinación entre los diversos niveles y órganos de gobierno; no obstante que las autoridades federales, estatales y municipales, provenían de  diversos partidos políticos, en un claro ejemplo de madurez política, se dio la coincidencia de intereses y objetivos, que permitieron la formalización de las acciones y la canalización de los recursos para lograr el éxito del proyecto.
  • La efectiva participación de la sociedad, entre la cual existía ya la  convicción de la necesidad de rescatar y conservar los espacios del centro histórico; esta idea fue reafirmada por las actividades del Patronato pro-Rescate del Centro Histórico y de las propias autoridades, quienes convocaron a la ciudadanía no sólo a apoyar la reubicación, sino también a participar en las inversiones  de la restauración posterior de los espacios rescatados.

El Lic. Fausto Vallejo Figueroa, expresidente municipal de Morelia, sintetizó la experiencia del evento en las siguientes palabras:

EL Rescate de nuestro Centro Histórico lejos de ser una decisión unilateral de la autoridad, fue el resultado de una paulatina toma de conciencia ciudadana, que desató polémicas y reflexiones sobre lo que es y representa para cada uno de nosotros la ciudad, sobre nuestras maneras de habitarla y de relacionarnos con y dentro de ella; en resumen, sobre nuestra identidad y lo que queremos y esperamos de nuestra ciudad.”

Ingresa a: ¿Por qué Morelia es patrimonio mundial?

Finalmente es importante destacar que la recuperación del Centro Histórico de Morelia no se puede considerar como un evento concluido, o una batalla ganada en forma definitiva; solamente constituyó el inicio de un proceso que deberá irse consolidando día con día; en el cual es imprescindible mantener las medidas para controlar el comercio informal, pero además promover acciones de conservación, restauración de los inmuebles patrimoniales y generar constantemente actividades y eventos culturales para revitalizar los espacios públicos; porque no debemos olvidar que en éstos, como en los espacios de poder, los vacíos se llenan tarde o temprano, de una u otra manera; por lo que conviene prevenir que sea siempre en la forma  más adecuada y compatible con la vocación del Centro Histórico.

(Nota sobre el autor: José Luis Rodríguez García es arquitecto; con maestría en Ciencias de Planeación Regional y Urbana, por la Universidad Técnica de Delft (THD), Holanda. A ocupados varios puestos públicos: Subdelegado de Asentamientos Humanos y de Desarrollo Urbano de la SAHOP/SEDUE/SEDESOL en el Estado de Michoacán; Director General, del Instituto Municipal de Desarrollo Urbano de Morelia – IMDUM; Coordinador de Proyectos del Centro Histórico de Morelia y Secretario Técnico por la ciudad de Morelia ante la Asociación de Ciudades Mexicanas del Patrimonio Mundial -ANCMPM- y la Organización Internacional de Ciudades del Patrimonio Mundial –OCPM; actualmente Asesor de la Gerencia del Patrimonio Cultural de Morelia y Coordinador de la Comisión Técnica del Consejo Consultivo de Sitios Culturales)