Foto: Raúl Tinoco

Óscar Guerrero

Entre lágrimas y con un centenar de flores, se recordó esta mañana a aquellos que en 2008 fueron vulnerados por el crimen organizado y abandonados por el cinturón de seguridad montado por las autoridades estatales en el Centro Histórico durante el grito de independencia de aquel año, hecho trágico que se enumeró entre las páginas de la gris historia que viste al estado de Michoacán.

Hoy, a ocho años, las autoridades no han hecho nada por las víctimas de los llamados “granadazos”; no obstante, cada año el acontecimiento es pretexto para alardear con discursos políticos atractivos y repartir promesas tanto para los familiares de quienes perdieron la vida en el lamentable hecho como para aquellos que pudieron vivir para contarla.

Tanto es el desentendimiento de las autoridades, que el propio gobernador, Silvano Aureoles Conejo le sacó la vuelta a los familiares que este jueves montaron un altar a un costado de Catedral para recordar a sus seres queridos, y aunque posteriormente se aproximó al lugar, los afectados coinciden en que no ha existido una respuesta efectiva por parte de las autoridades.

Entre las exigencias de los afectados destacan pensiones vitalicias, atención médica y medicamentos para quienes fueron alcanzados por los “granadazos”, mismas que en su conjunto fueron plasmadas en una manta montada junto al altar que se colocó en honor a las víctimas de 2008.

Como víctima de este cobarde atentado, el señor Salvador Díaz Fernández lamentó que el gobierno del estado ha omitido responder a los compromisos que se pactaron desde 2008, por lo cual dijo sentirse, al igual que el resto de los afectados, desprotegido.

De la misma manera se expresó la señora Guadalupe Hernández Arreola quién se acercó directamente a Silvano Aureoles para exigir respeto y consideración para quienes sufrieron de la crisis de seguridad que parece resurgir en territorio michoacano.

Así pues se organizó un evento protocolario más, el cual, como cada año, tuvo lugar en la Plaza Melchor Ocampo, uno de los espacios históricos de mayor referencia en la capital, y que de igual forma fue alcanzado por los estruendos de las granadas que impactaron en el corazón de Morelia el pasado 15 de septiembre de 2008.


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