¿Qué visitar en Michoacán? Es la pregunta que los turistas atesoran antes de empezar la travesía del conocimiento, de sus climas, de sus lugares fantásticos y que decir de su gente.
Por las mañanas, las garzas y los pescadores se alistan para buscar charales y carpas. Y en las tardes, cuando el cielo toma tonos anaranjados y se refleja en el espejo de agua, uno puede también disfrutar de ocasos de antología. Cruzar su lago por la mitad, gracias al camino que va de Morelia a Salamanca, es una oportunidad única para apreciar inolvidables panorámicas lacustres.
Pueblo y lago comparten el nombre y la identidad: Cuitzeo, que en lengua purépecha precisamente significa “lago”. Ambos son inexplicables sin el otro. Quien visite el rumbo descubrirá que el poblado es tranquilo y acogedor justamente por las aguas serenas que lo acompañan. Y sin duda, este lago, el más grande del estado de Michoacán, es una de las razones por las que Cuitzeo está en el cuadro de honor de los pueblos mexicanos.
Cómo llegar
Se localiza a 34 km de Morelia, por la carretera 43 con dirección a Salamanca
Como pueblo, es sencillo pero simpático, de viejas casas y calles empedradas. En su plaza central se levanta el Santuario de Guadalupe que alberga en su interior un viejo lienzo de Miguel Cabrera. Hay otros templos interesantes en el poblado, como el del Hospital Franciscano (del siglo XVIII) el de la Inmaculada Concepción y el del Calvario. Sin embargo, el edificio que se lleva las palmas y que por sí mismo es razón suficiente para llegar a él, es la Iglesia y Ex Convento de Santa María Magdalena, recientemente restaurado.
Para la evangelización el obispo de Michoacán, Don Vasco de Quiroga, asignó el poblado a los agustinos de 1550. De inmediato, bajo la dirección de los frailes Francisco de Villafuerte y Miguel Alvarado, se inició la magna obra utilizando piedra de los antiguos teocallis indígenas.
El templo destaca por su fachada gris, una de las más bellas de Michoacán. Es de estilo plateresco, es decir, la variante española del arte renacentista. Sin embargo, desde hace décadas los historiadores del arte han llamado la atención sobre ciertos detalles, como las plumas de águila del remate, que revelan la mano de obra india en el fino trabajo escultórico. Esta idea se confirma con la inscripción que señala a un alarife nahua de apellido Metl (Maguey) como autor de estos trabajos. Igualmente notables son las puertas con labrados magistrales.
En el centro del poblado encontrará diversas tiendas que exhiben y ponen a la venta el trabajo de los artesanos locales. En ellas hallará productos hechos con fibras vegetales, en especial el tule del lago, con el que hacen canastas, petates, sombreros, tapetes y más.
Al lado derecho del templo está el portal de entrada al convento, que fue también capilla abierta; en su parte central destaca un gran nicho con nervaduras góticas. Por su parte, el claustro también tiene detalles soberbios, como las almenas, las ventanas de doble arco del segundo piso y las gárgolas con forma de animales y seres fantásticos. En ambos recintos no hay que perderse los magníficos restos de pintura mural.
Desde 1974, el claustro aloja al Museo de la Estampa (abierto de martes a domingo de 10 a 17 horas; entrada $31) que exhibe grabados, litografías y obra gráfica de 44 autores como José Guadalupe Posada, Alfredo Zalce y José Chávez Morado, entre otros. El Museo incluye también un rico acervo bibliográfico antiguo y algunas piezas arqueológicas de la región.
Parte del viaje a Cuitzeo es la visita a la cercana zona arqueológica de Tres Cerritos. Este lugar fue un asentamiento del periodo Clásico Tardío (siglos VI a IX d. C.). Se distingue una plaza con adoratorio junto a la que están los restos de un amplio basamento piramidal de tres cuerpos y otras plataformas más. En el lugar se han hallado ofrendas y varias tumbas tanto de adultos como de niños.