De manera intuitiva Donald Trump ha aprovechado la lenta e incierta recuperación económica de los Estados Unidos que implica la pérdida de su influencia en el mundo, aunando a la amenaza que representa el Estado Islámico (ISIS), que propicia un terreno idóneo para la xenofobia. Los electores necesitaban un vocero sin importar quien fuera, ni que tan ignorantes, vulgares y provocadores resultaran sus pronunciamientos. El catedrático Charles Lindholm explica las características de los movimientos radicales milenaristas, los cuales promueven valores del pasado y su fuerza no la extraen de las ideas ni de la nostalgia sino de la intensidad emocional generada por una figura carismática, y por tanto, un profeta que exige el retorno al pasado milenario (como la promesa del republicano de volver a ser un gran país), requiere la disolución del status quo. En su libro Carisma el escritor explica que cuando las personas son oprimidas por un sistema que consideran ilegítimo, pueden buscar un salvador carismático que no sólo ofrezca participación.
En este contexto, el empresario estadounidense, con facilidad ha barrido a los demás precandidatos republicanos, que en esta ocasión fueron más de diez. Hoy resulta necesario entender el odio de Trump contra los mexicanos y que toma forma con el muro que pretende levantar en la frontera y supuestamente será pagado con las remesas que envían los connacionales (el presidente Barack Obama ha dicho que eso implicaría un esfuerzo que difícilmente se concretará, de manera irónica le deseó suerte al republicano), la intención del mensaje es mostrar al elector la desventaja que representa el comercio con nuestra nación. La globalización ha afectado también a la economía de los estadounidenses y amplios sectores han visto que su nivel de vida ha disminuido desde los años 70.
El gobierno mexicano primero intentó burlarse, luego lo cuestionó y más tarde, al ver su progreso optó por no entrometerse en asuntos electorales. El discurso de Trump contra los inmigrantes los obligó a implementar un nuevo andamiaje diplomático que busca fortalecer la relación con Estados Unidos y la imagen de México en el país vecino. Pero los cambios son tardíos e insuficientes en la embajada de México en Washington y en la Subsecretaría para América del Norte. Se especula sobre las verdaderas razones de que Miguel Basáñez dejara de ser embajador de México en Estados Unidos. Nunca tuvo el perfil para el puesto y así lo dejó en claro en los siete meses que anduvo de turista. Carlos Sada, actual cónsul general de México en Los Ángeles, podría ser su remplazo. Sin embargo, su designación deberá ser ratificada por el Senado mexicano y al parecer ya cuenta con el beneplácito de las autoridades estadounidense.
Paralelamente los senadores panistas solicitaron la comparecencia de la canciller Claudia Ruiz Massieu para que explique como se combatirá los prejuicios y visiones estereotipadas que prevalecen en algunos sectores de la población estadounidense. No obstante, en caso de que gane el republicano la Casa Blanca, él iniciaría una persecución contra los indocumentados que nos hace recordar la cacería de brujas desatada en los años 50 contra los comunistas.
La única manera de defensa que disponen los mexicanos es su nacionalismo histórico basado en el orgullo de la identidad cultural. No se trata de insultarlo, eso ha ayudado a apuntalar la popularidad de Trump, es ineludible buscar una explicación de cómo llegamos a este punto. Sin duda fueron las políticas públicas ejercidas en los últimos 28 años por los gobiernos de derecha, ellos sembraron vientos y hoy cosechan tormentas.