Ya no es pacífico este océano,
ya no está en calma esta marea;
en lo más profundo,
en lo más místico
no quisiste sumergirte,
te quedaste a contemplar en el litoral
sin saber cómo actuar,
siempre a la orilla de aquel retornar.
Y en la superficie
el huracán,
amenazándolo todo,
fragilidad manifiesta;
es la entrega ciega
un mar rojo
mal herido,
infestado,
mal querido.
Merecíamos llegar a buen puerto,
luna y estrellas;
me hiciste volar sobre el valle,
eres el más fiel testigo,
existo para ti
y en cada sueño seguirás en mi.
Pero este océano ya no es pacífico;
construimos una balsa para los dos
y ahora me encuentro náufraga
abrumada ante la inmensidad,
buscando mi estrella guía
que me lleve al principio
de este fin.
¿Dónde estabas…
ayer y hoy
y siempre?
Nunca nos tuvimos,
pero que bello espejismo
tu rostro,
tu voz,
tus manos creadoras
llamando a las mías.
Te espero
¿O desespero?
¿Me hablas con verdad?
¿O son las palabras justas,
capaces de crear tempestad?
Da lo mismo,
seré un océano congelado,
cristal que aguarda tu caricia,
aquella que rompa
este cruel echizo.
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