Por. Isaía Vinicio
Se cumple un año de que las huestes morenas tomaron el poder y prácticamente nada ha cambiado en Michoacán. El gobierno Bedollista no ha logrado ni siquiera posicionar su nombre en el imaginario colectivo, y mucho menos se puede apreciar una línea clara de lo que quiere para el futuro del Estado.
Quedaron atrás los mitines apresurados en una campaña coordinada sobre las rodillas, una victoria cerrada, impugnada y torpedeada, incluso desde los liderazgos morenos.
Desde el inicio de su gestión, el gobernador Ramírez Bedolla ha sido cooptado por los clanes michoacanos que buscan imponer candidatos a puestos de elección y la captura de espacios en el gobierno para asegurar flujos de recursos, que finalmente los mantendrá en el juego político estatal.
El gobernador morenista ha mostrado, en sus encuentros con los medios de comunicación, cifras y avances que no existen –al mero estilo del inquilino de Palacio Nacional–, que coloquialmente los conocemos como “otros datos”. Estrategia que para el presidente ha sido útil, pero para sus gobernadores ¡no! No se puede copiar lo que no se tiene.
El único gran cambio en el Estado ha sido el nombre de la Casa de Gobierno –ahora Casa Michoacán–, un espacio desperdiciado que se abre para eventos en donde acuden en su mayoría funcionarios del mismo gobierno con el afán de hacer votos con sus superiores. Acuden nada más en busca del ascenso laboral y no por lo atractivo del lugar.
Cuando Ramírez Bedolla por fin juramentó el cargo de gobernador, sabía que tenía 3 grandes problemas que resolver: 1) La inseguridad; 2) el tema de la CNTE o educación y 3) la falta de presupuesto para generar el dinamismo económico necesario para el Estado.
De la inseguridad mejor ni hablar. Michoacán se encuentra sumido en la violencia. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe 2022), 8 de cada 10 habitantes se sienten inseguros, lo que significa que la estrategia de blindajes y retenes no funcionan para cuidarnos, pero si para extorsionar a la ciudadanía.
El crimen organizando sigue cobrando derecho de piso a los productores de limón y de aguacate, por mencionar algunos, pero esto es el pan de cada día de los empresarios. No se requiere ser un sabio para saber que en ese rubro estamos igual o peor que el gobierno anterior.
El tema de la educación no hay mucho que decir, el enfrentamiento entre autoridades y grupos sindicales sigue y seguirá. Los compromisos en campaña no han sido cumplidos ahora que ya son gobierno, y eso ha generado molestia por parte normalistas y maestros.
La titular de la dependencia, Yarabí Ávila no ha mostrado gran pericia para el manejo de los conflictos, a diferencia de su habilidad para pavimentar su llegada a la rectoría de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH). Quizá y ya es momento de que el jefe del Ejecutivo haga ese cambio urgente.
En cuanto al presupuesto, tengo la percepción que el secretario de Finanzas, Luis Navarro, ha venido haciendo un papel decoroso en su encargo, desafortunadamente, la falta de recursos le ha impedido generar el dinamismo para lo que requiere el Estado y para lo que se prometió en campaña.
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A mi parecer, el mandatario estatal no ha dejado de pensar y actuar como integrante de una bancada del Congreso local, desgraciadamente su visión no ha salido del recinto Legislativo.
Se encuentra solo en el gobierno. Soportando un gabinete Montesori que juega cada quien por su lado y con su proyecto, sin comunicarse entre ellos, y mucho menos, hacer equipo con el primer moreno del estado.
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