El primer debate presidencial entre Hillary Clinton y Donald Trump tiene el potencial de ser decisivo en la recta final hacia las elecciones del 8 de noviembre, en momentos que hasta uno de cada cinco votantes se mantiene indeciso.
Clinton, de 68 años, llega al foro no sólo como la favorita, sino con una amplia experiencia en debates políticos, primero como candidata al Senado de Nueva York, después como aspirante presidencial contra Barack Obama en 2008 y en este ciclo electoral contra Bernie Sanders.
Entre sus activos destaca un conocimiento detallado de política doméstica gracias a su experiencia como primera dama de Arkansas y de Estados Unidos, como senadora y un manejo de asuntos de política exterior y diplomacia gracias a su gestión como secretaria de Estado.
Encuestas muestran sin embargo que padece un déficit de credibilidad, además de ser percibida por una porción del electorado como arrogante y poco inclinada a la transparencia y rendición de cuentas, como en el caso del escándalo de correos electrónicos como jefa de la diplomacia.
Sus rivales políticos la tachan de oportunista, toda vez que ha cambiado sus posiciones en temas como la guerra de Irak, las licencias de manejo a indocumentados, la deportación de niños centroamericanos, el TLCAN y la Alianza Transpacífica.
Trump, de 70 años, llega al debate como el candidato presidencial más impopular de la historia pero impulsado por un electorado, mayormente blanco y molesto con los políticos tradicionales, que participó en números récords en las elecciones primarias.
Aunque ha sido ridiculizado por ser un neófito de la política e ignorante en temas domésticos e internacionales, Trump derrotó a 16 políticos profesionales para ganar la nominación republicana, abanderando, según sus críticos, políticas racistas y xenófobas.
Entre sus fortalezas para el primer debate figuran su estilo directo y espontáneo, así como la imagen de buen padre de familia y de un septuagenario lleno de vitalidad física.
Pero la lista de sus debilidades incluye un temperamento volátil, suele dar datos falsos o erróneos de sus propias posiciones políticas, sus planes son vagos y recurre a la ofensa y la descalificación, sin distinción de género o edad.
Encuestas estiman que, a seis semanas de las elecciones presidenciales, hasta un 20 por ciento de los electores estadunidenses se encuentra indeciso, en momentos que la carrera presidencial está en un virtual empate estadístico.
Pero aún aquellos que ya tienen favorito podrían cambiar su punto de vista, de acuerdo con un sondeo de The Wall Street Journal-NBC, según el cual hasta el 34 por ciento de los votantes considera importantes los debates para fundamentar su voto, en especial entre los republicanos.
Aunque otro sondeo estima que sólo 6.0 por ciento de las electoras afirma que existe una buena probabilidad de que cambien su punto de vista, en una carrera cerrada, aún ese porcentaje puede hacer la diferencia.
En este marco, la aspirante presidencial demócrata llega al primer debate como clara favorita, con un 44 por ciento de los votantes que considera emergerá como la ganadora, frente a un 34 que opina lo mismo sobre el millonario, según la encuesta de The Washington Post y la cadena ABC.
Expertos coinciden que si Trump despliega su estilo agresivo contra la ex primera dama, el efecto podría ser contraproducente, como le ocurrió al republicano Rick Lazio cuando buscó humillar públicamente a Clinton durante la carrera senatorial de 2000.
Lazio, quien llevaba la delantera, interrumpió a Clinton, caminó hacia el podio de la ex primera dama y la presionó a firmar un documento para rechazar cierto tipo de contribuciones políticas. La actitud amenazante molestó a las mujeres votantes y Lazio perdió la elección.
Un escenario similar ocurrió durante el debate de 2008 en contra de Barack Obama en Nueva Hamsphire, cuando éste comentó que ella era “lo suficientemente agradable”. La frase del joven senador afroamericano contribuyó a una victoria arrolladora de Clinton en el estado.
El debate de mañana lunes, de 90 minutos de duración, en la Universidad Hofstra de Nueva York estará dividido en seis segmentos de 15 minutos cada uno sobre temas importantes seleccionados por el moderador, el periodista afroamericano Lester Holt de la cadena NBC.
Los temas son “Logrando Prosperidad”, “Protegiendo a Estados Unidos” y “El Rumbo de Estados Unidos”. Los otros tres serán escogidos antes del debate.
El moderador abrirá cada segmento con una pregunta, después de lo cual cada candidato tendrá dos minutos para responder.
Los candidatos tendrán la oportunidad de responder al otro. El moderador podrá utilizar el saldo de tiempo de un segmento para un análisis más profundo del tema.
Ocho de cada 10 votantes dicen que siguen el proceso electoral y planean ver el debate, por lo que la audiencia global, incluida la televisión y otros medios electrónicos tradicionales, además de las redes sociales, podría rebasar las 100 millones de personas.
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