Morelia, Michoacán.- El auditorio calló, el telón se abrió y un grupo de hombres vestidos de negro entrelazados con telas del fondo, iniciaron la danza, así fue como inició El Ballet Nacional de Hungría la función de Carmina Burana en el Teatro José María Morelos.
Hombres altos y de negro, quienes simularon un ejército buscando a una mujer que resaltó del resto del elenco por su vestido rojo como la sangre que estaba por brotar durante la obra.
El teatro Morelos sumido en una oscuridad sólo mostró algunos rostros de personas que aún no apagaban su celular, esos que graban cada “Etendre” o “Plie”, hecho por los bailarines.
La entrada y salida de los jóvenes del ballet hacían que las personas miraran expectantes los movimientos sincronizados de cada uno de ellos, como si se tratara de un libro del cual no quieren dejar pasar ni una letra.
En el teatro sólo se escuchaba el gas escapando de los refrescos que recién se abrían, el olor a palomitas y nachos inundó la sala llena de personas que no dejaron escapar la ocasión para cenar y disfrutar el ballet.
De un momento a otro, una sábana blanca cubrió el escenario, y como si se tratara de una película de terror, rostros impregnados a la tela blanca interactuaban con la protagonista que no dejaba de bailar sobre ellos.
El clímax llegó cuando, sobre el escenario comenzaron a llover papeles en tiras rojas, como si estuviera lloviendo sangre. Los bailarines danzaban de un extremo a otro, soltando también más papeles.
Teñido de rojo, el suelo sirvió para que los bailarines del ballet comenzaran a danzar sobre él, esparciendo toda la sangre por el escenario.
Los vestidos de flamenco, parecieron grandes trapeadores que a su paso limpiaban áreas grandes de esa sangre espesa que no se quitaba de ningún lado, por más movimientos que hacían.
Finalmente, la protagonista quedó en el centro del escenario, recordando a sus dos amores y la tragedia que los separó, a punto de caer sobre la sangre; el telón bajo y anunció el final de la obra.
Tras ello, todos los asistentes se pusieron de pie para aplaudirle a los integrantes del ballet y ellos aceptaron con gran agrado el aplauso brindado.