El racismo es un fenómeno presente en la historia de la humanidad y el continente americano no ha sido la excepción. El racismo es asociado a la ideología del eurocentrismo, la cual establece que la cultura europea fue, es y será superior a cualquier otra en todos los ámbitos (política, arte, ciencia, estética, religión, etc.), por lo tanto, los individuos de culturas no europeas son inferiores, es el germen del racismo en todas sus magnitudes, discriminación que han enfrentado millones de personas durante siglos.
Foto.Cortesía

Por: Oliver Romario Manriquez Ayala

En los últimos días, diferentes voces han querido extrapolar la realidad de otros países a México. Cometen el error de querer comparar a países totalmente desiguales. Sin importar los prejuicios “colonialistas”, “tercermundistas” o de la “periferia”, existe la posibilidad de compararlos tomando en cuenta características similares.

En el caso de la enfermedad Covid-19 se utiliza comúnmente el número de enfermos confirmados y defunciones. Particularmente en México se ha manifestado el interés legítimo o carroñero, de comparar las muertes, cómo prueba de éxito o fracaso, dependiendo de la raja política que se quiera obtener. En la opinión pública, se hace evidente el daño que provocó la guerra contra el narco, con la normalización de las muertes, convirtiéndolas en dígitos fríos, que algunos inhumanos celebran.

Se empezó comparando a México con naciones asiáticas, después con europeas para continuar con naciones americanas. En la dinámica de comparaciones llegaron las preguntas: ¿Por qué no somos como otras naciones? Como China, Corea del Sur, Rusia, Alemania, Suecia, Canadá, Chile, hasta desear ser Nueva Zelanda. Sin embargo, después de hacer la serie de comparaciones para decir que México no estaba haciendo nada, ahora los expertos de ocasión de color azulado usan esos mismos países para decir que lo están haciendo mal y México está peor que esos países. Es decir, cada vez hay menos voces de oposición y más “contreras”.

En la columna intentaré explicar porque no somos Nueva Zelanda. Partiremos con 3 variables: población por país, densidad de población y habitantes por hogar. México tiene aproximadamente 126 millones de habitantes. Mientras Italia, Francia o Inglaterra tienen la mitad. Canadá, Australia o España menos de la mitad; en América Latina la mayoría de los países tienen menos habitantes que la zona metropolitana del Valle de México. Por último, Nueva Zelanda tiene casi la misma cantidad de habitantes que Michoacán.

Un país con 126 millones de habitantes no es igual a uno con menos de 5 millones. Las diferencias se acentúan si consideramos la densidad de población, no es lo mismo, la población del Valle de México viviendo en un territorio del tamaño de Australia, que en el reducido espacio actual. La densidad de población es el número de habitantes por kilómetro cuadrado. México tiene una densidad de 64 habitantes por km2, pero la CDMX tiene 6 mil por km2. Alemania tiene 232, Italia 200, España 93, Nueva Zelanda 18, Canadá 4 y Australia 3.

Para terminar, el número de habitantes por hogar es desigual entre las naciones. En México, en promedio viven 4 personas por vivienda. Pero en la mayoría de los países europeos tienen 1 habitante en el 25% de los hogares. Noruega, Dinamarca, Suecia, Finlandia y Alemania tienen 40% a 46% hogares unipersonales. Mientras Italia, Francia, España, Grecia y Portugal entre 25 y 35%.

Los resultados de una cuarentena, confinamiento o distanciamiento serán diferentes en cada país, de acuerdo su composición demográfica. Además, por su sistema nacional de salud, acceso a servicios de telefonía e internet, infraestructura pública e interrelaciones de las regiones de cada país. Por lo tanto, querer comparar de forma simplista el número de muertes lamentables, no es lo idóneo para el fenómeno mundial, destacando que 70% de los fallecidos en México tenían una enfermedad como hipertensión, diabetes o sobrepeso; enfermedades totalmente ajenas a la pandemia.

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