batalla por el dominio de las tiendas de conveniencia

La vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca está revolucionando toda la economía mundial tal y como lo conocíamos a través de la fuerte política arancelaria que está ejerciendo frente a países vecinos como México o Canadá y territorios con los que rivaliza como China.

Pero es que la cruzada contra el gasto público en el sistema financiero de Estados Unidos le ha llevado a dar por finiquitada la Oficina de Protección Financiera del Consumidor (CFPB por sus siglas en inglés).

Esta institución fue creada en 2008 tras la crisis económica con el objetivo de vigilar a los bancos americanos y hasta este año le había devuelto casi 20.000 millones de dólares a los consumidores, fruto de denuncias frente a prácticas abusivas y excesivas comisiones por servicios a los clientes.

Con este movimiento parece que las financieras volverán a tener vía libre para aplicar costes extras por mantenimiento de cuentas bancarias, por retiro anticipado de dinero, por uso de cajeros automáticos e incluso por movimientos de efectivo mediante transferencias bancarias, entre otros gastos que ya venían aplicando.

Y antes esta situación cobran más fuerza que nunca las alternativas a los métodos de pago bancarios tradicionales. ¿La respuesta? Quizá podría estar en las tiendas de conveniencia: establecimientos comerciales destinados a vender productos cotidianos a precios más bajos de lo normal, pero que también se han vuelto muy populares gracias a sus servicios en el medio en línea.

Una guerra que entra en una nueva fase

El mercado de las tiendas minoristas norteamericanas ocupó unos 663.000 millones en 2024, y según un estudio de la investigadora Mordor Intelligence esos números aumentarán a más 900.000 millones para el año 2029. Su músculo económico es potente no solo en sus tiendas físicas, sino también en sus servicios de pago en línea donde permite movimientos relacionados con el e-commerce, resolución de facturas o envío de dinero al extranjero.

Pero el sector en el que realmente se ha desatado una competencia feroz entre tiendas de conveniencia es en el de los juegos de azar en línea. No todos los bancos de Estados Unidos permiten movimientos de dinero con casinos online o casas de apuestas, por eso es que los servicios de empresas como FamilyMart, Parkland, 7-Eleven o Alfamart se han vuelto fundamentales para jugadores recreacionales y profesionales de la rama.

Estas se encargan de tramitar transferencias realizadas en la caja de sus negocios físicos y enviar el dinero a la referencia entregada por el cliente, en este caso el sitio de apuestas en línea elegido. De esa forma no es necesario pasar por el filtro de los movimientos bancarios o de las tarjetas de crédito y débito para ingresar dinero en estas plataformas de entretenimiento (si bien es cierto que algunas de estas factorías llegaron a trabajar con tarjetas en épocas anteriores).

La última en asomar la cabeza por el mercado estadounidense ha sido OXXO, toda una referencia en México, reconocida como la séptima marca más valiosa del país por el informe del ranking Kantar BrandZ 2025. Su expansión hacia otros sectores como el de los combustibles o el del comercio electrónico ha sido imparable.

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Ahora ha abierto su primera tienda nativa en Estados Unidos, aunque ya se dejó ver por el territorio de las barras y estrellas con la compra de las tiendas DK a mediados del año pasado, con el fin de convertirlas en nuevos puntos OXXO. Mientras que en su expansión en línea el que se ha convertido en una auténtica referencia es OXXO Pay para depósitos de dinero en línea en plataformas de entretenimiento online como Mercado Libre, Spotify, Netflix y hasta en las casas de apuestas online.

Si bien poco a poco otras competidoras han sabido hacerle frente como el caso de Walmart, un gigante de la distribución que se ha hecho de oro gracias al negocio en línea. Su funcionamiento es muy similar al de su competidora mexicana, pero es más habitual encontrarlo en operadores estadounidenses antes que en los aztecas.

Ya más venida a menos estaría 7-Eleven, con gran presencia en Norteamérica, pero que anunció estar al borde del colapso económico en algunas de sus tiendas a finales de 2024. Algunos de sus servicios online también han sufrido las consecuencias de la recesión, pero sigue siendo una buena alternativa para este sector del gambling y otros relacionados con el ocio personal.

La otra cara del mercado minorista

A pesar de que este movimiento de la política trumpista pueda resultar beneficioso a priori para las tiendas de conveniencia, el líder republicano también ha apuntado en diversas ocasiones con el dedo al comercio electrónico como otra nueva rama en la que aplicar costes extra. Y eso quiere decir que quizá este apartado empresarial también se vea afectado, dependiendo del tipo de operaciones a las que quiera dirigirse el natural de Queens.

Parece que por ahora sus esfuerzos se han centrado en entorpecer los envíos de paquetería de empresas como Shein o Amazon, cuyos pedidos se realizan a través de sus plataformas de comercio en línea. No obstante, será cuestión de tiempo que Trump observe una tendencia en transferencias de dinero a través de tiendas como OXXO o Walmart, y que encuentre la manera de restringir estas actividades y desviar de nuevo a la clientela hacia las entidades financieras.

Por eso es que las tiendas deben ir buscando nuevas tendencias en las que apoyarse para tratar de anticiparse a los movimientos del magnate. Además de tratar de arrebatarle clientela a sus competidoras, ahora la preocupación de las firmas será sortear los obstáculos que se vayan presentando en la política impositiva estadounidense en sectores en los que lideran como el juego online, el e-commerce o las adquisiciones ocasionales de productos del día a día.