Camino a La Paz, Baja California Sur, para asistir a la celebración el Día de la Armada, leí un capítulo del libro El Jefe de la banda de José Elías Romero Apis, colaborador en los gobiernos de cinco presidentes de la República.
El abogado, político, periodista y compañero de páginas me puso a reflexionar sobre el proceso que se vive en el PRI, de cara a la elección presidencial del 2018.
El capítulo se llama “La Estabilización Austera”. Narra la forma en cómo Adolfo Ruiz Cortines trazó el camino de su sucesión, a partir de una disciplina múltiple: observar a los aspirantes, no oponerse, en apariencia, a sus aspiraciones.
Pero, también, no mostrar al elegido, realizar el trabajo aspiracional de un sucesor que no sabe que lo es y, sobre todo, disimular.
- Romero Apis cuenta que don Adolfo maniobró, básicamente, con tres nombres de personajes muy cercanos: Ángel Carbajal, secretario de Gobernación; Gilberto Flores Muñoz, secretario de Agricultura; y el neoleonés Ignacio Morones Prieto, secretario de Salud.
También jugó con Ernesto P. Uruchurtu, regente; José López Lira, secretario de Patrimonio Nacional; y Antonio Carrillo Flores, secretario de Hacienda.
El citado capítulo recoge anécdotas de los “suspirantes”, que ilustran con precisión la llamada “liturgia del PRI”, coloquialmente conocida como “El dedazo”.
Una se refiere a López Lira, a quien Ruiz Cortines comparó con Juárez y dijo que sería un gran presidente.
“Varios barberos se engañaron y fueron a darle la primicia, sin calcular el daño sicológico que le producirían, porque el aludido se ensoñó.
“Dicen que mandó a hacer seis bandas presidenciales, una para cada año, y en las noches posaba con ellas frente al espejo, mientras escuchaba, a todo volumen, un disco con la principal obra de Bocanegra y Nunó”.
Otra se refiere a Flores Muñoz y lo ocurrido en el Salón de Recepciones de Palacio Nacional durante la ceremonia de El Grito de 1957. El destape estaba cerca. “El gentío que lo rodeaba sólo se comparaba con el que circundaba a su señora esposa”, cuenta
Romero Apis.
La señora Flores Muñoz expresó allí que los candiles del salón eran feos, anticuados y de mal gusto. “Ruiz Cortines la alcanzó a escuchar. Se acercó y le dijo con una fingida dulzura. No los critiques. Acostúmbrate a ellos porque los verás allí durante muchos años”, narra el escritor.
El comentario se entendió como la confirmación de que Flores Muñoz era el bueno, pero lo que en realidad le estaba anunciando era que ella no los podría cambiar nunca.
El contraste. El día de su “destape”, Adolfo López Mateos fue a comer con cuatro amigos. El entonces secretario del Trabajo estaba triste y desconsolado.
Ruiz Cortines no lo había recibido en los dos últimos meses. No le contestaba la red. No le concedía acuerdo. El trato era malo, descortés.
Viene a cuento por lo que vemos hoy día. Las señales favorecen a José Antonio Meade. La “cargada” también.
Su cuate Luis Videgaray, uno de los hombres que más influye en el presidente Peña, se volcó ayer en elogios hacia el secretario de Hacienda, ante el cuerpo diplomático acreditado en México.
Cuentan las crónicas del evento que Videgaray saludó la “trayectoria impecable” de Meade. Aplaudió en tres ocasiones el “patriotismo”, la “inteligencia” y el “amor” a México de José Antonio, pero también su integridad.
La lectura de buena parte de la comentocracia fue la misma: es el candidato del PRI.
Hace apenas unos días, el senador Joel Ayala, líder de la FSTSE, hizo lo mismo. Dijo que los trabajadores del Estado están con José Antonio.
Hasta en el extranjero se sumaron a la cargada a favor del secretario de Hacienda. La consultoría Eurasia Group, con base en Nueva York, dijo que si Meade fuese al Banco de México, lo que es también una posibilidad, habría un efecto negativo en los mercados financieros.
“Pero no por considerar que no tenga atributos para encabezar el Banxico, sino porque implicaría que no sería candidato del PRI a la Presidencia de la República”, puntualizó.
Conozco a Meade. Sé perfectamente que ni mandará a hacer bandas presidenciales ni nadie de su entorno buscará cambiar los candiles de los salones de Palacio Nacional.
El escritor nos recuerda un axioma que no hay que soslayar: En el PRI hay un gran elector: el Presidente de la República. No hay nada para nadie hasta que el primer priista del país lo haga oficial.
El resto son especulaciones.
¿Tendremos una segunda temporada de Flores Muñoz?
- Hoy viaja el presidente Enrique Peña a Baja California Sur. El primer mandatario va a encabezar los festejos del aniversario de la fundación de la Armada de México, ocurrida en 1821. Ése es el propósito visible.
El objetivo subyacente es mostrar músculo al crimen organizado, que ha hecho de esta entidad, gobernada por el PAN, su campo de batalla. Aquí nos dicen que la disputa es entre bandas contrarias del crimen organizado.
Apenas hace unos días fueron ejecutados, en la principal avenida de La Paz y a la luz de todo el mundo, el presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, Silvestre de la Toba, y su hijo. En el ataque resultaron heridas su mujer y su hija. El gobierno estatal perdió el control de la situación. El gobernador Carlos Mendoza Davis estuvo el pasado martes en Los Pinos para pedirle al Presidente de la República que no retire del estado a las Fuerzas Armadas.
Logró su objetivo. Por lo pronto, los mandos de las distintas instancias de seguridad ya están en manos de elementos de la Marina en activo: la Subsecretaría de Seguridad Pública estatal; el comisariado de la policía estatal, la secretaría de Seguridad Pública en el municipio de la Paz y la Dirección de la Policía Ministerial.