Por: Enrique Rivera Hernández
La situación política que se vive y se ha vivido en Perú no es fácil de dibujar, sobre todo, porque articula situaciones que parecen exponer la brutalidad social de vivir entre lo puramente imaginario, en lo deseado, o en lo siniestro de la realidad.
Al igual que muchos pueblos de América y el mundo, los ideales imaginarios y deseados que impulsan las luchas por independencia, libertad, igualdad, soberanía, por un mejor vivir para todos y todas, han dejado mucho trabajo por hacer, en pocas letras, no han logrado concretarse… incluso a más de 100 años de iniciadas.
Esta falta de concreción de los orígenes imaginados y deseados, que dan legitimidad a las luchas en distintos pueblos, puede impactar en el desánimo y desesperanza de las comunidades, generando la desarticulación de la lucha continua por una vida digna, con bienestar, independencia y libre determinación de los pueblos.
Lo siniestro de la realidad, muestra como la represión continua, aplastante, dictatorial, aplicada a los manifestantes, permite exponer dos sentidos de análisis en este caso.
Por un lado, la legitimidad de la lucha del pueblo peruano y los pueblos, por transformar la brutal desigualdad, el racismo, la pobreza y la democracia.
En contrasentido, las estrategias utilizadas no solo por el ahora gobierno peruano, sino por todos los gobiernos represores en el mundo que no escuchan a su población y mejor deciden reprimirlos por distintas tácticas y estrategias.
Ingresa a: 12 de diciembre y la tragedia nacional
Ante dichas disyuntivas, es decir, someterse o seguir luchando, el pueblo peruano da muestras de fortaleza, dignidad y memoria histórica, pues la lucha social que ahora ellos emprenden ha sido una constante de los pueblos de América, una lucha por buscar derrumbar la hegemonía capitalista, neoliberal, extractivista, explotadora, opresora, rapaz, eurocéntrica, homogeneizadora, que niega la palabra al pueblo raso, a los indígenas, a los diferentes, los otros.
Una lucha por construir bienestar colectivo desde los pueblos originarios, desde la visión de buen vivir.
La realidad muestra que el intervencionismo aplicado en distintos momentos y diversos países a partir de operaciones o planes como la “Doctrina Monroe”, “Operación Cóndor”, “Plan Marshall”, “Guerra contra el Terrorismo”, “Iniciativa Mérida” por mencionar tan solo algunos, impacta de manera directa e indirecta en los procesos democráticos e ideológicos de los pueblos, legalizando la función de los aparatos ideológicos del estado neoliberal, capitalista, que genera individualismo y desdibuja el bien común en la vida colectiva.
Lo siniestro de la realidad también devela como con el intervencionismo, se aplica también el extractivismo de las riquezas minerales, maderables, los mantos acuíferos, las tierras raras, fauna y flora de países “intervenidos” o “apoyados”.
De tal manera, que en este momento el pueblo peruano, puede ser sin duda, una analogía de lo imaginario, lo deseado y lo siniestro de la realidad, en lo latinoamericano, lo americano, lo mundial en distintos momentos, en distintos territorios, pero que al parecer siguen pensando los opresores que son estrategias vigentes.