Al senador panista “rebelde” Ernesto Cordero le quisieron aplicar la ley mordazapor sus críticas a Ricardo Anaya, señalado como “lavador de dinero”, en un patético intento de aprobar una moción de censura.
El colmo es que la inaceptable propuesta al Pleno de la Cámara alta, disfrazada de moción de procedimiento, la hizo la senadora del PRD Angélica de la Peña, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos.
Ya encarrerados, algunos calenturientos senadores panistas, entre ellos Jorge Luis Preciado y Víctor Hermosillo, hasta su renuncia le pidieron al exsecretario de Hacienda.
Los argumentos esgrimidos para callar a Cordero resultaban por demás patéticos: El senador debe cesar sus críticas al candidato presidencial del Frente porque es el presidente de la Mesa Directiva y representa “la unidad de la Cámara”.
Daba la impresión de que Angélica de la Peña, Isidro Pedraza, ambos del PRD; y los panistas Jorge Luis Preciado, Ernesto Ruffo, Marcela Torres Peimbert, Víctor Hermosillo, Laura Rojas, Héctor Larios y otros, no han leído el artículo 61 de la Constitución que, a la letra, dice:
“Los diputados y senadores son inviolables por las opiniones que manifiesten en el desempeño de sus cargos y jamás podrán ser reconvenidos por ellas…”.
¿Dónde habrán leído que la excepción es el presidente de la Mesa Directiva? Es pregunta.
Lo único que se logró con la “moción de procedimiento” fue encender los focos amarillos sobre lo que podría suceder si el Frente llega al gobierno federal y le hacen críticas al “presidente Anaya” por su desempeño.
El desfiguro de Angélica no logró el consenso ni en las filas del Frente. Apenas 21 senadores votaron a favor. Hubo 11 abstenciones y 58 votos en contra.
Durante el larguísimo debate, alrededor de tres horas, hubo lapsos de canibalismo entre panistas.
Ernesto Ruffo no escatimó calificativos hacia los llamados senadores rebeldes del PAN. Los llamó “testaferros”, “traidores” que han dado al traste con la institucionalidad del Senado.
Jorge Lavalle, uno de los rebeldes aludidos, nos comentó en corto la intervención de Ruffo.
“Ya está senil. Para él son traidores todos los que no digan lo que él cree. ¡Imagínatelo en una posición de gobierno!”, nos dijo.
Gabriela Cuevas defendió a Cordero. Hizo bueno el refrán de que “para que la cuña apriete…”.
Para la otrora panista, hoy cercana a Morena, el intento de “censura” que se registró ayer en el Senado “no extraña viniendo de Acción Nacional”.
Martha Tagle, senadora independiente, dio señales de congruencia. Aliada con los frentistas en la campaña de Anaya, ayer rehusó avalar la censura a Cordero.
Obvio que le reclamaron acremente no haber votado en favor de la mordaza. No está permitido pensar.
- Volar en primera clase es un lujo que pocos pueden darse debido al precio. Puede costar hasta el doble que un pasaje en clase turista. Los políticos, usted lo sabe, entran en ese reducidísimo grupo de los que pueden hacerlo.
Damián Zepeda, presidente nacional del PAN, es un ejemplo. Literalmente lo “cacharon” en primera clase.
Para su mala suerte, en el mismo vuelo a Guadalajara iba José Antonio Meade. Sólo que el candidato simpatizante del PRI lo hizo en el asiento 14 A de clase turista.
Oportunidad espléndida para el siempre puntilloso senador Javier Lozano, uno de los voceros de Meade.
De inmediato tuiteó el contraste: “Mientras nuestro candidato @JoseAMeadeK viaja en la fila 14 del vuelo AM 276 con destino a Guadalajara; el presidente del PAN, @damianzepeda va como señor en first class. #HayNiveles.”.
Al jefe interino del PAN no le quedó más remedio que dar explicaciones en redes sociales: “Mi equipo tuvo problemas para encontrar lugar y acudir a un compromiso de trabajo.
“Me informan que era el único espacio disponible. Era ese lugar o no ir”, aseguró.
El remate de su mensaje llamó la atención. Júzguelo:
“Quien me conoce sabe cómo soy. No necesito fingir, como otros, para dar la impresión de humildad…”.
- Los candidatos presidenciales de las tres coaliciones —AMLO, Meade y Anaya— comparecieron ante empresarios que asistieron a la ExpoANTAD & Alimentaria, que se celebra en la capital de Jalisco.
El turno de Meade fue a las once de la mañana. Le siguió Anaya y cerró El Peje. No se toparon.
Los dos primeros ilustraron su intervención apoyados en Power Point. Anaya se declaró hostigado por la PGR, pero no aclaró las operaciones inmobiliarias dudosas que se le atribuyen.
Meade puso énfasis en mejorar los servicios aduanales, distribución y la seguridad, para no depender del TLC.
El Peje, no muy popular entre los empresarios, sólo habló y lo hizo de manera clásica: En tono tranquilizador, dijo:
“No voy a actuar con venganza con nadie. Es muy extraño que Anaya esté diciendo que va a meter a la cárcel a Peña si eran muy amigos”, dijo.
Andrés, por cierto, celebró que el presidente Enrique Peña Nieto haya hecho este compromiso de no meter las manos en el proceso electoral.
“Si el Presidente cumple con ese compromiso y se respeta la voluntad de los mexicanos, si las próximas elecciones son limpias, son libres, esto va a ser un asunto que se le va a reconocer”, subrayó.
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