No por algo, Transparencia Internacional cuando hace su evaluación anual en materia del Índice de Percepción de la Corrupción, nos ubicamos en los últimos lugares. Porque ahora resulta que el Instituto Nacional Electoral (INE) al revisar las firmas que están recabando los aspirantes a candidaturas independientes, detectó “inconsistencias o irregularidades”. Vaya que sólo de leer la noticia en los periódicos y medios digitales o al escucharla en la radio o en los noticieros es de vergüenza, de una vergüenza nacional que tratamos de olvidarla al no hacer más eco de la infamia.
En este país de “no pasa nada”, se requiere que pase algo algún día. La “falsificación de apoyos” debe de ser investigada hasta sus últimas consecuencias. El INE en conjunto con la Fiscalía Especial para Delitos Electorales (FEPADE) debe sancionar y castigar con todo el peso de la ley a quienes resulten responsables. No podemos tolerar que se haga trampa y se viole la ley por quienes desde la vía ciudadana quieren ser electos a un cargo público. Es indignante como ciudadano mexicano que algunos aspirantes se hayan prestado a la trampa, a buscar la forma de darle la vuelta a la ley para lograr cumplir con el requisito.
Asimismo, resulta inconsistente por parte de los partidos políticos que se hable de respetar las formas y formalidades de un proceso electoral que limita los actos anticipados de campaña, un breve espacio para pre campañas y el periodo específico de las campañas electorales. La inconsistencia de la regla está en su relatividad. En el primer caso, con políticos, aspirantes, líderes de partidos, militantes, que han hecho una campaña política en su nombre, pero tan celosamente cuidado ello que por más denuncias y quejas de sus detractores hayan hecho a la autoridad electoral, esta se ha lavado las manos, con un sutil “dejar hacer, dejar pasar” (laissez faire, laissez passer).
En cuanto a las pre campañas, los cuatro grandes partidos o fuerzas políticas (PRI, PAN-PRD y Morena-PT) prácticamente todos tienen sólo un aspirante, candidato único, a ser el ungido como su “gallo” para medirse en las urnas el próximo 2 de julio de 2018. Lo que resulta en una falacia que se tengan pre campañas al interior de los partidos políticos, como tanto se les quiere replicar o seguir a nuestros vecinos del norte. Quienes vaya que sí tienen procesos internos altamente competitivos, en donde lograr la nominación del Partido Demócrata o del Republicano implica un amplio proceso de convencimiento, dialogo, debate y desgaste que en nuestro caso, o por lo menos, para estas elecciones federales venideras, parece que volverá a velar por su ausencia.
Ahora bien, entramos al plano de las campañas electorales, un corto tiempo, 3 meses arduos e intensos de posicionamiento de marcas, como si los partidos o sus candidatos fueses objetos de supermercado, los cuales requieren ser presentados de la mejor forma a todo tipo de consumidores (cautivos, pasivos, indecisos y potenciales) para que se posicionen y aseguren mayor penetración en el mercado electoral, entre los electores y un mayor número de votos. Creo que le llaman “marketing político” a la disciplina lidereada por los gurus de las camapañas mediáticas en la materia. Y en este contexto, los partidos políticos como maquinarias electorales, tratan de vender la imagen de cambio, progreso, honestidad, experiencia, esperanza, etc. con frases que se repiten cada seis años o discursos generales que no acaban de aterrizar en un proyecto de Nación. Por lo que 3 meses para tratar de presentar un proyecto de esta envergadura son muy poco tiempo, sin contar que quien los paga somos los contribuyentes con nuestros impuestos.
En este sentido, los aspirantes a independientes simulan firmas para pasar el requisito y obtener su anhelada candidatura, en tanto que los partidos políticos simulan que contienden internamente para elegir a sus candidatos. Me recuerdan el ejemplo más común de simulación en las escuelas, en las que el maestro hace como que enseña y el alumno hace como que aprende y ambos ganan, el primero mantiene su plaza y el segundo su boleta con calificación aprobatoria. Hasta que rompamos con estos arreglos no escritos, podremos hablar de mejores instituciones, mejores ciudadanos y quizá de un mejor país. La base de este cambio está en la educación, en nuestros jóvenes, en quienes debemos encaminar todas nuestras energías y esfuerzos para que rompan con las simulaciones. Pero vamos, un paso a la vez, ojalá que este proceso electoral despunte y eleve el nivel de debate. Julio de 2018 no está tan lejos, pero tampoco tan cerca.
ernesto_unam@yahoo.com.mx