Morelia, Michoacán.- La Orquesta Sinfónica de Michoacán y el violinista estadounidense William Harvey se presentaron en el Teatro Ocampo para ofrecer un concierto como parte de las actividades del Festival de Música de Morelia “Miguel Bernal Jiménez”.
Esta vez los sonidos eran diferentes y las tonadas hacían recordar las olas del mar. Aquel compás de los violines mostraron a los asistentes la orilla del mar y la espuma que se forma en ella.
Los instrumentos se movían como peces dentro de un estanque, lentos y con mucha delicadeza; suaves ante aquel vaivén que parecía hipnotizador, mientras todos los asistentes escuchaban a la orquesta.
El violinista Harvey logró crear esos sonidos específicos de eco del mar, mismos que con sus movimientos simulaban a las algas marinas. El músico tenía un movimiento de brazo tan delicado que lograba extraer el mejor sonido de aquel violín.
Los rostros de los asistentes gritaban con sus miradas que mantuviera aquel vaivén que no se detuviera porque la música invitaba a soñar con un poco de sol en la cara.
Al momento de finalizar su intervención, William fijó su mirada a la audiencia que, enérgicamente aplaudía y pedía una pieza más, pero aún faltaba una interpretación más que tocar.
Para la última intervención, el mar agitado mostró sonidos más fuertes, más potentes, más vigorosos, en donde mostraba que aquella calma había cesado.
Algunos instrumentos sonaban más que otros, parecían encimarse sobre las notas para sobresalir, pero los violines con su protagonismo lograban calmarlos para crear una armonía agradable y fuerte.
En las últimas tonadas, la marea había vuelto a la calma y el piano hacía de las suyas, tranquilizando a toda esa multitud quienes, para ese momento, sólo podían pensar en la gran tranquilidad del océano.
Otra noche y otro gran concierto, esta vez los asistentes salían despacio, llenos de emociones encontradas, seguros de seguir su largo trayecto a aquella casa que los espera.