La semana pasada, la universidad pública de los michoacanas fue noticia nacional al haber abierto sus puertas para recibir a alumnos e investigadores nuevamente en su plantel, con el fin de continuar sus tareas académicas y de investigación. Esto no debería pasar, me refiero al hecho de que un plantel educativo sea noticia por hacer lo que tiene que hacer, pero aquí en tierra donde nada es lo que tiene que ser, sí pasa y sí es noticia.

Y es que durante 65 días la Universidad Michoacana estuvo tomada, rehén de intereses de diferentes grupos que a lo largo de estas fechas intervinieron en este movimiento: jóvenes moradores de casas del estudiante, movimiento de aspirantes y rechazados, indígenas y normalistas. Este movimiento no fue pacífico, se presentaron enfrentamientos violentos entre los que mantenían tomada las diferentes facultades y los alumnos que exigían se les permitiera el acceso a su escuela, y se les dejará de privar su derecho a continuar sus estudios.

Esta toma es un reflejo más de la situación en la que se encuentra el Estado, por parte no sólo de las autoridades sino de los ciudadanos también. Es increíble que grupos de jóvenes que de lo que menos ganas se le ven, es de estudiar, mantengan cerrado por más de dos meses una institución como la UMSNH. Los intereses de los pocos, pueden más que el derecho de los muchos; las exigencias de obtener algo sin hacer lo necesario para tenerlo alegando un derecho innato y directo (es decir, el exigir un derecho a ser estudiante de una universidad sin haber acreditado el examen o sin siquiera haberlo presentado) pasan por encima del derecho de los que sí cumplieron el procedimiento y trámites establecidos.

Vemos también una sociedad molesta por tanto argüende y enfadada por la inhabilidad de las autoridades competentes para solucionar los problemas que les competen. Los canales de intervención en el conflicto, de los afectados directos, es ir a enfrentar a los paristas con sus propios medios. Este escenario, si no es un signo de falta de liderazgo y control de las autoridades competentes, no sé cómo se llamarle. Del resto de la sociedad, escuchamos muchas mentadas, mucha sorpresa, pero no más. No sumamos con los afectados para exigir la resolución del problema. Al final del día, es un tema que nos afecta a todos, seamos estudiantes o no. Tenemos que encontrar la forma de hacer escuchar nuestra voz, de hacer que las autoridades cumplan con sus obligaciones.

Por redes sociales, supe de un esfuerzo por convocar a determinado número de personas para hacer una muralla humana alrededor de Ciudad Universitaria y manifestar su apoyo a la comunidad nicolaita. Se necesitan más esfuerzos así para hacerle ver a los responsables que somos una sociedad y no grupos aislados, que somos una sociedad y nos tienen que responder a todos. Felicidades a los que organizaron esta iniciativa. Mi reconocimiento también a los profesores que buscaron sedes alternas para impartir clases, evitando retrasos importantes y significativos en el temario a cubrir en cada una de sus materias.

El próximo año habrá más recurso del originalmente presupuestado para la Universidad, como resultado de una reciente reunión entre la SEP y la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior. Esperemos que se aplique a conceptos que beneficien a los estudiantes y al mejoramiento de su ambiente de estudio y aprendizaje y no se sigan tapando hoyos de exigencias de grupos que la presionan y la llevan a ser todo, menos un lugar apropiado para recibir y generar conocimiento. Crucemos los dedos para que grupos de choque radicales de jóvenes estudiantes o sindicalizados no se queden con el botín.


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