El futuro vicepresidente estadounidense, Mike Pence, declaró ayer como su mayor prioridad para sus primeros días en el cargo la derogación de la reforma sanitaria del gobierno saliente, la denominada Obamacare, que el saliente mandatario Barack Obama pidió a los congresistas demócratas defender.
Tanto Pence como Obama estuvieron ayer en el Congreso, por motivos contrapuestos. Pence aseguró a sus militantes republicanos que al asumir la presidencia Donald Trump tendrá como “la primera orden del día” derogar la reforma, pero advirtió que al hacerlo, su partido debe cuidar de no perjudicar a los ciudadanos.
El vicepresidente electo aseguró en una rueda de prensa posterior que el equipo de Trump ya está trabajando con líderes republicanos del Congreso para abolir la ley de Obama, tanto con nuevas leyes como con decretos presidenciales que podrían ser aplicados por el presidente y las agencias del gobierno.
Pence no especificó de cuáles medidas se trataba, pero el presidente de la Cámara Baja, Paul Ryan, dijo que se ha hablado de “alivio durante la transición” hacia un sistema de salud con “más opciones” y “más libertad”. Dicha transición podría tardar años.
“Esta ley ha fracasado”, sentenció Ryan sobre la Obamacare, una ley promulgada en 2010 y que establece la obligatoriedad de contar con un seguro médico. Tras su implementación, hay 10 millones más de personas con seguro médico, pero el sistema ha presentado carencias estructurales.
Algunas aseguradoras abandonaron el sistema alegando pocos beneficios y otras elevaron las primas hasta 25%. Desde Twitter, Trump alertó que este año habrá “aumentos masivos” en el coste de los seguros médicos de la Obamacare y que sólo los demócratas son “los culpables del desastre”.
El martes, en la inauguración del nuevo periodo de sesiones del Congreso, los republicanos del Senado presentaron una iniciativa para que la ley sanitaria pueda derogarse en esa cámara con 50 votos a favor, en lugar de los 60 normalmente necesarios. La iniciativa instruye a los comités del Congreso a tener listo un proyecto de ley para derogar la Obamacare antes del 27 de enero.
Obama, al salir del Capitolio, evitó hacer declaraciones y dijo escuetamente que su mensaje a los demócratas fue: “Cuiden del pueblo estadounidense”. En su rueda de prensa diaria, el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, detalló después que Obama habló con los congresistas de las consecuencias “obvias y tangibles”, también “devastadoras”, que tendría desmantelar la Obamacare para ciudadanos de todo el país, entre ellos los alrededor de 22 millones que han accedido a cobertura sanitaria gracias a esa ley.
Derogar la Obamacare “no es una mejora”, advirtió Earnest. Obama también aconsejó a los demócratas que se opongan a “rescatar” a los republicanos ayudándoles a aprobar medidas para reemplazar al Obamacare, de acuerdo con información de varios de los presentes en el encuentro, que fue a puerta cerrada.
Los principales líderes demócratas del Congreso comparecieron en una rueda de prensa para denunciar que los republicanos “no tienen idea” ni un plan concreto para sustituir la Obamacare. El líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, remarcó que la consecuencia de derogar la reforma sanitaria será “volver a enfermar” al país y no “hacerlo grande”, parafraseando el lema de campaña de Trump.
La líder de la minoría demócrata en la Cámara Baja, Nancy Pelosi, subrayó que la atención sanitaria “es un derecho, no un privilegio”.