Necesario impulsar una agenda legislativa integral en favor de las connacionales, para disminuir la migración
Morelia, Michoacán.-La diputada local, Lucila Martínez Manríquez, trabaja en una agenda legislativa en favor de los migrantes, pero, principalmente, de todas aquellas mujeres que se han visto obligadas a migrar, con el objetivo de fortalecer el andamiaje jurídico en pro de este sector y refirió que en el Condado de Los Ángeles, California, se reportan 50 mil llamadas de violencia doméstica; sin embargo, las latinas indocumentadas son invisibles, ya que al no contar no con sus papeles en regla, no se atreven a denunciar por miedo a la deportación.
“En el país, el tema de la migración, debe ser una prioridad en la agenda nacional, para que se frene la expulsión de mano de obra, para lo cual, México debe generar las condiciones necesarias para brindar certeza a las y los mexicanos”, agregó la Presidenta de la Comisión de Igualdad de Género en la LXXIV Legislatura Local.
La violencia contra la mujer, dijo, no respeta fronteras, tan sólo en Los Ángeles, California, estado en el que hay más michoacanos y michoacanas, se reciben 50 mil llamadas de violencia doméstica cada año, cifra que ha incrementado desde el 2015 en un 20 por ciento, y si bien, ha disminuido en el caso de la comunidad latina en un 10 por ciento la denuncia, no es porque no exista, ya que los estudios señalan que las víctimas prefieren callar a ser deportadas, por su situación migratoria.
En el caso de Michoacán y también en el propio país, subrayó que debe fortalecerse el andamiaje jurídico para garantizar la promoción y el respeto de los derechos humanos de las personas desplazadas.
“Debemos propiciar que la comunidad migrante pueda tener acceso a políticas públicas que les permitan garantizar el acceso a una vivienda; a una equivalencia de estudios que les permitan tener mejores empleos y por ende mejores salarios, además de establecer la obligación legal de elaborar programas de atención, con lo que se disminuiría la migración”, enfatizó.
Lucila Martínez refirió: “las mujeres migrantes no son sólo aquellas que se encuentran en tránsito, son todas las que de alguna u otra forma se ven impactadas por este fenómeno, ya sea en sus lugares de origen o en los lugares en los que decidieron establecerse en busca de mejores condiciones de vida; ellas son pues, como los papalotes: no están hechas para volar una sola vez, sino para vivir en constante movimiento”.
En ese tenor, señaló que la migración es un fenómeno constante y dinámico que exige adecuar la legislación a las necesidades de este sector, “quienes decidieron emigrar a otras latitudes, en busca de nuevas oportunidades, no se han desvinculado de los asuntos internos del país ni de los de su estado”, recalcó.
A lo que resaltó que las mujeres migrantes se han convertido en agentes activos y visibles de los procesos migratorios, ejerciendo incidencia en la transformación social, política y cultural de la sociedad en la que viven y en la que nacieron.
Aunado a lo anterior, puntualizó que, las condiciones actuales del mercado laboral que se derivan del modelo económico vigente, han incrementado la movilidad de las mujeres dentro y más allá de los límites nacionales.
“No se puede negar, que tanto los países de origen como los receptores, se han beneficiado económicamente de las migraciones, y particularmente del trabajo que aportan las mujeres. Hoy en día, casi el 50.5 por ciento de los 10 millones de migrantes que residen en Estado Unidos son mujeres, de ahí, la necesidad de analizar las causas específicas por las cuáles migran, entre las que destacan las siguientes: la carencia de empleo en sus lugares de origen; falta de seguridad social; salarios precarios y las nulas alternativas de colocación en el mercado formal; reunificación familiar; es decir alcanzan a los esposos, las hijas o los hijos y los contextos de violencia que viven, ya sea en el seno familiar o producto de la delincuencia que predomina en sus lugares de origen”, finalizó.