En mayo de 2009, 11 alcaldes, 16 funcionarios de alto nivel y empresarios poderosos, fueron detenidos en Michoacán, acusados de tener vínculos o de permitir operaciones del crimen organizado. Aquella acción, hizo temblar la gubernatura perredista de Leonel Godoy, hoy diputado federal de Morena y tiró al piso la reputación e imagen de la entidad.
¿Qué fue lo que pasó? En ese momento, Michoacán vivía una pandemia de violencia, asesinatos, ejecuciones y extorsiones. Coincidentemente, hoy la extorsión es el delito que más crece en este estado, a tazas de casi 300% por año.
El presente de Michoacán no es muy diferente al año 2009; el estado tiene un gobierno de izquierda, populista y autocrático, la violencia y las ejecuciones, así como la extorsión y la proliferación de células criminales persisten a niveles muy elevados.
De hecho, con la llegada del gobierno de Claudia Sheinbaum inició una operación llamada “Enjambre”, que tiene como objetivo sacar de circulación a 14 objetivos delincuenciales y desarticular redes de corrupción en donde están involucrados funcionarios de primer nivel, políticos encumbrados, empresarios y criminales. Claro que es un símil del Michoacanazo de 2009, solo que con el foco en la corrupción y “no en la violencia”.
En realidad, uno y otro son lo mismo. Existen estudios profesionales que demuestran que la alta corrupción genera violencia extrema, lo que con toda seguridad está sucediendo en México y en Michoacán, desde luego. En esta entidad, los asesinatos y las extorsiones son moneda común que hacen muy pesada la vida ordinaria. Empresarios limoneros, taxistas, comerciantes, empresarios, operadores de trailers, madres buscadoras, medios de comunicación, la gente de Uruapan, de la región tierra caliente, de la sierra-costa, del oriente y también gente de la capital, bien podrían dar cientos o miles de testimonios de que en Michoacán se vive en una descomposición terrible, producto de un gobernador ausente y un gobierno federal que abandonó a la tierra Purépecha desde el sexenio anterior, así como producto de un partido oficialista y sus aliados que en lugar de construir, viven con la paranoia de perder el poder en 2027, y de unos opositores debilitados y carentes de imaginación para construir una historia y narrativas que les permitan avanzar.
En sí, las autoridades federales ya hablan de que en Michoacán se podría presentar un Michoacanazo (Enjambre). Algo saben, porque desde hace dos años han realizado investigaciones.
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Las y los michoacanos de bien merecen respeto, porque la mayoría no ha tenido en la mente la idea de saquear al estado para “comer como ricos”. Aquellos que están metidos en redes de corrupción, no merecen buena suerte, sean del color que sean.
Ya el gobierno de Claudia Sheinbaum dirá, porque el actual gobierno de Michoacán voltea para otro lado, evidentemente.
*El autor es consultor y capacitador, tiene estudios de doctorado en Política, de maestría en Comunicación, de maestría en Neuromarketing, de maestría en Ciencia Política y de licenciatura en Derecho.
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