Los problemas de México y Michoacán, representan enormes desafíos para el presente y el futuro. La crisis estructural golpea a toda la sociedad y sus aspectos son diversos. Desde el desempleo hasta los valores individuales y colectivos. Pareciera que se vive la época de la crueldad en la sociedad ante tantas brutalidades que se viven hoy en día y que poco o nunca nos imaginábamos se iban a ver en la humanidad.
La pobreza en México ha llegado a niveles insospechados y sus consecuencias están relacionadas integralmente con la dinámica de la sociedad mexicana. No sólo es economía, inversión y oferta de empleos, sino comportamientos diarios que generan acontecimientos de asombro, vergüenza y miedo, con preocupaciones por un modo de vivir que puede trascender a las sucesivas generaciones. La tolerancia de la sociedad se encuentra en los niveles más bajos de la historia
En política parece imponerse el principio de que lo importante es hacer que la gente crea, independientemente de su contenido de verdad o que todo pueda ser una mentira. Al parecer es una ficción, un espejismo, es hacer creer que un partido político o un candidato, representa los intereses de la ciudadanía, del pueblo, y que con su preferencia electoral, sus expectativas de mejora y bienestar serán realizadas. La política como se practica hoy, está basada en la creencia, mucho más que en el conocimiento, apoyada por los medios masivos de comunicación.
La realidad tal como es. Sin adjetivos, debe imponerse. ¿Por qué los salarios reales de los trabajadores no han cambiado prácticamente en los últimos 14 años? ¿Por qué los rezagos crecientes entre regiones, estados, municipios y sectores mayoritarios de la población?¿Cómo se puede corregir todo esto?.
Se ha insistido con acierto, que la educación es un factor básico en la elevación de la calidad de vida y una garantía en el futuro de las sociedades. Sin embargo, la educación no puede entenderse como una variable absoluta e independiente del conjunto de factores que impulsan el desarrollo y el bienestar de la población.
Ciertamente la educación permite forjar un sentido de la vida y es condición en la elevación de la productividad del trabajo. No obstante, ¿cómo explicar, entonces, a los profesionistas con grados universitarios, ocupados en distintas actividades a su profesión?. Médicos de taxistas, ingenieros de taqueros, biólogos de comerciantes de ropa, indican que no es posible comprender la educación al margen de los modelos con que funciona la sociedad.
En el ambiente de inseguridad, se involucra a los más diversos personajes y modos de actuar. En efecto, niños, jóvenes, viejos, mujeres, hombres, cualquiera puede estar participando en las estructuras y dinámicas del daño, con el resultado invariable, de que todos han comenzado a dudar, a tener desconfianza de todos. Pareciera que el narcotráfico se ha vuelto una cultura de supremacía, de poder, de prestigio, aquí y allá, los niños quieren crecer para ser poderosos, como esos de las camionetas de lujo, con dinero, con poder. Y si, que más si las alternativas de ocupación para el sustento cada vez son menos y esta forma de vivir resulta muy atractiva, que hacer?
Esta inseguridad pública y privada, constituye una amenaza ostensible para la integración social, las actividades económicas y el desarrollo de las regiones. Por el contrario, promueve desintegración y aislamiento entre los individuos y los grupos, entre la sociedad civil y la sociedad política, dejando sólo como denominador común el miedo y la necesidad de protegerse de los peligros reales y potenciales.
Este es un buen momento, es el tiempo preciso, los cambios y transformaciones están venideros para legitimar al gobierno o no, para retomar el rumbo y alzar la voz, para que vuelva la esperanza, para el empoderamiento de la sociedad común y corriente, los más. Entonces, ¿Los mexicanos seremos capaces de reconstruir la economía y, sobre todo, la moral?, porque antes que cualquier reforma está la reforma del mexicano. Sí no se emprende la reforma del hombre, la reforma moral, dentro de una década los mexicanos estaremos igual o peor.
Hay aires de esperanza, de cambio, de apoyo, de solidaridad, sin embargo, la confianza de la sociedad, no se logrará más que con los hechos, con la realidad palpable en la economía, en el bolsillo, en el trabajo, en la mesa, en la salud. Las palabras fácil van, los discursos son demagogos, los hechos son los que hablaran por si solos.