Por: Oliver Romario Manriquez Ayala
En la columna anterior abordamos la situación de los ingresos fiscales en general de México. En esta segunda entrega hablaré de qué es una política fiscal expansiva y cómo puede ser utilizada frente a la crisis sanitaria.
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La política fiscal expansiva se caracteriza por un aumento en el gasto público, otorgar estímulos fiscales, gastar en infraestructura, aumentar la contratación de personal, crear dependencias y aumentar los programas sociales, entre otros. La finalidad es incrementar el ingreso y consumo. Sin embargo, la situación inédita que atravesamos impide que muchas actividades económicas se puedan realizar al menos por 3 meses, reduciendo las rutas de acción.
Es necesario precisar que perdonar impuestos no es lo mismo que dar estímulos fiscales. Algunos sectores empresariales, de forma mezquina han exigido perdonar adeudos de 5 años y los impuestos durante los meses que duré la contingencia sanitaria, para obtener beneficios personales y capital político. De este modo minimizan el alcance real de una política fiscal expansiva.
En México, hay 78 millones de contribuyentes, 59% es asalariado, 38% es persona física y persona moral es 3%. De todo el universo solo 0.06% es considerado gran contribuyente, de acuerdo a la información del SAT a febrero 2020. No es un secreto, que la carga fiscal de nuestro país recae en su mayoría en los trabajadores formales, a diferencia de los grandes contribuyentes que terminan pagando una tasa efectiva del 2% de ISR, los trabajadores están obligados a pagar tasas de 18% hasta 35% de sus ingresos. Por lo que, el esfuerzo del estímulo fiscal debe estar enfocado en los trabajadores y los pequeños contribuyentes, no en ese 0.06%.
La política fiscal debe centrarse en transferencias directas e indirectas que permitan subsistir a los sectores más afectados durante la crisis sanitaria, lamentablemente, México no cuenta con esquemas como el seguro de desempleo o el paro, para transferir recursos a los desempleados. Pero sin duda tiene esquemas mixtos, por parte de los asalariados se puede diferir a 2 años el ISR o cuotas de seguridad social y créditos otorgados por el ISSSTE e INFONAVIT. A diferencia de otros países, México pude apoyar a diferir pagos de luz y agua en coordinación con los municipios en plazos de 2 años.
Las empresas requieren liquidez para solventar sus costos, algunos, pueden atenderse con el párrafo anterior, pero también requieren créditos con bajas tasas de interés y plazos cómodos. Para las personas que no entran en el mosaico anteriormente descrito deberán de recibir transferencias directas para subsistir al menos 2 meses.
Sí les dijera que algunas de estas medidas ya son implementadas en México durante la fase 2 de la pandemia no me creerían. Pero sí, sin importar fobias o filias, aparte del esquema anunciado de 2 millones de créditos a la palabra por 25 mil pesos para empresas formales e informales, el diferir o congelar cuotas del IMSS, ISSSTE, INFONAVIT y CFE; existen alrededor de 40 programas sociales de acuerdo a datos de la secretaria del bienestar, los cuales benefician a 73 millones de mexicanos con ingresos directos.
A todos nos gustan los anuncios espectaculares de otros países, “cheques de 2 mil dólares para todos”, “perdonar la luz y el agua a todos”, “perdonar la renta”, “repartir despensas a todos”, pero no leemos las letras chiquitas “a todos los contribuyentes al corriente con sus declaraciones”, “a todos los sectores que decidan los autónomos”, “tardarán en ser entregadas 1 mes y medio” y las letras más importantes “nos endeudamos”, los gobiernos se están endeudando sin saber si la actividad económica volverá a su normalidad en 3 meses.
La crisis sanitaria que vive el mundo, es inédita, no debemos endeudarnos indiscriminadamente, durante la fase 3 México deberá endeudarse, pero de manera estratégica, para incrementar los estímulos fiscales y transferencia de recursos.