2017 parece ser el año de las tormentas para México, aumentos en el costo de la gasolina, que a su vez se traducirán en aumentos de otros insumos como los alimentos, el transporte público, el gas, la electricidad entre otras cosas. También se vislumbran caídas consecutivas del valor del peso mexicano frente al dólar, en especial debido a la incertidumbre que está generando el “efecto Trump”, además de la posibilidad de una desaceleración económica si Donald Trump cumple sus promesas de colocar aranceles a los productos mexicanos que vayan para EUA.
Salir adelante para la sociedad mexicana será sin lugar a dudas muy complicado, sumando a ello el hecho de que el gobierno federal no parece tener una estrategia solida para mitigar los efectos que generaran todos los elementos anteriormente mencionados.
EI gobierno de Peña Nieto es cada vez más criticado por parte de distintos sectores sociales, que van desde los académicos, campesinos, obreros de distintos sindicatos, hasta incluso grandes empresarios, lo cual es una enorme presión con la que el ejecutivo tendrá que estar lidiando este año.
Ciertamente es un hecho que ahora esos mismos sectores de la sociedad tendrán que ajustar sus economías para soportar las distintas turbulencias financieras que se estarán presentando en todo este nuevo año; no obstante, los retos y desafíos se pueden transformar en grandes áreas de oportunidad y progreso si se les da el enfoque adecuado.
Ahora esta probable “tormenta económica” que se aproxima puede ser la circunstancia que obligue a la sociedad mexicana a darle un giro diferente a su forma de trabajo habitual. Por ejemplo, los productores del campo que durante lustros se dedicaron a cultivar y cosechar productos destinados para EUA, podrán tener una nueva oportunidad para replantear su esquema de producción y ahora concentrarse ya sea en las necesidades del mercado nacional o enfocarse en otros mercados extranjeros distintos al de EUA, otro ejemplo puede ser el sector automotriz en México, el cual puede comenzar a considerar la posibilidad real de diseñar y producir automóviles que ya no sean para el consumidor estadounidense sino el mexicano, o incluso que estas nuevas circunstancias incentiven a emprendedores para generar marcas de coches mexicanos.
Así también otros sectores pueden tomar la opción de ver este 2017 no como un año de desastre sino como un año de oportunidad. Desde luego esto no será nada fácil, pero con iniciativa e ingenio la sociedad mexicana podrá salir adelante.
México debe recordar que históricamente no es el primer país en enfrentar una situación de este estilo. Se debe recordar que cuando España y Portugal lograron consolidarse como estados soberanos, tenían en un inicio una situación muy compleja, pues ellos querían establecer comercio con la India y el resto de Asia, pero la ruta tradicional de comercio estaba bajo control de naciones árabes que muchas veces impedían a comerciantes europeos adentrarse en su territorio, ello forzó a los españoles y portugueses a buscar nuevas rutas de comercio, lo cual finalmente los acabó beneficiando mucho más que si hubieran seguido intentando usar la ruta tradicional.
Este 2017 servirá de prueba para demostrar la capacidad que puede tener tanto el estado mexicano como la sociedad mexicana para adaptarse a nuevas circunstancias y cambios inesperados como lo son todas las situaciones que se están presentando en este momento.
Alrededor de este nuevo año se podrán observar dos escenarios posibles, uno de ellos donde México decide quedarse de brazos cruzados y esperar a que los factores que lo puedan perjudicar desaparezcan de un momento a otro sin tener certeza de cuándo podría acontecer eso, o el otro sería un escenario donde México asimilara rápidamente el hecho de que muy probablemente las circunstancias actuales no volverán al estado en el que se encontraban, y por lo mismo tendrá que haber una reestructuración sobre el modelo de desarrollo económico-social que actualmente tenemos así como también un replanteamiento completo sobre la situación político-económica que México tiene respecto al resto del mundo.
Ciertamente lo mejor sería el segundo escenario pues eso no solo evitaría un posible colapso económico con repercusiones sociales, sino que también podría ser la plataforma que sirviera para impulsar a la nación a colocarse objetivos mucho más grandes de los que se han venido proponiendo en años anteriores.
Pero al final de cuentas todo dependerá de la actitud que tanto la clase política como la sociedad en general decida adoptar, ya que todo apunta a que este año México afrontará una gran disyuntiva: la evolución o el estancamiento.