A 30 años de eliminar la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales, hay avances pero homofobia no se logra erradicar
Morelia, Michoacán.- A 30 años de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales, se han registrado avances, sobretodo en el tema legal, pero la cultura social no ha dejado de considerar a la comunidad LGBT+ como un sector inferior.
Entre los avances que actualmente permiten a la comunidad LGBT+ tener mayor presencia y peso, así como homologar los derechos fundamentales de todo ser humano, están el que ahora pueden unirse en matrimonio legal (en por lo menos 19 estados de México), también tienen derecho a la adopción, al cambio de género en las credenciales para votar y a poder unir créditos para la adquisición de una casa, entre otros.
Para César son avances importantes, al señalar que el poder asegurar a la pareja garantiza los derechos humanos y muestra mayor apertura al tema de la diversidad sexual: “sí son avances importantes respecto de hace 30 años cuando había más discriminación, asesinatos, agresiones (…) el ‘no te contrato porque eres trans, gay’”.
“Siento que ahora con las redes sociales hay mayor apertura para que existan páginas e información y dejar de más bien de tener aquellos clichés y estigmas que se generan contra la diversidad y que exista la apertura. En pocas palabras, considero que hay mas leyes que te ayudan a que se garanticen tus derechos y defenderte y es donde se avanza a una vida mas igualitaria u libre en la que no e agredan y no te discriminen por tu orientación sexual, por tu condición de genero”.
Pese a los avances, César considera que todavía mucho camino por recorrer al visibilizar los crímenes de odio. Particularmente el joven ha experimentado en un núcleo familiar que le ha dado amor y comunicación respecto a su homosexualidad, él mismo relata que no tuvo una infancia reprimida y tampoco ningún problema para “salir del clóset”.
“Reconozco que hay cuestiones que la misma sociedad no está preparada para entender o transitar pero se tiene que hacer, en mi caso reconozco que todavía me da un poco de miedo y terror que pueda sufrir algún tipo de discriminación si voy tomado de la mano con mi pareja, si lo abrazo (…). Es algo en lo que tenemos que ir avanzando, son miedos y cuestiones que la sociedad va ir asimilando poco a poco”.
Por otro lado, Javier considera que a 30 años existe solamente un poco menos de homofobia, pese al apoyo que en todo el mundo, en el país y en el Estado se ha dado a favor de la comunidad LGBT+. “Hoy en día, mucho de éste (apoyo), solamente se ve representado durante estas fechas, esto para verse más ‘empáticos’ y hablo de marcas, políticos, gobiernos, entre otros. Sin embargo, los asesinatos por crímenes de odio, siguen siendo uno de los más altos a nivel mundial, lo que nos muestra un nulo apoyo para la comunidad”.
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Y para él, ha sido complicado coexistir en un ambiente laboral en el que señala “aún hay mucha homofobia”. “Sobretodo de los compañeros heterosexuales que se llaman jotos y putos, para hacer referencia a algo despectivo, pese a que es manejado como broma, es bastante incómodo mientras te encuentras cerca de ellos. Falta mucha conciencia, falta mucha empatía y falta mucha educación en todos los ámbitos”.
Para Mónica ha sido complicado “transitar con la bandera del orgullo gay por delante”. “Siempre lo he dicho que soy lesbiana y te encuentras gente muy homofóbica y que por solo ese hecho te falta al respeto, te dicen que te pueden curar con un acostón o ese tipo de cosas que te hacen sentir vulnerable”.
“He transitado desde que me asumo como lesbiana con la bandera del orgullo gay por delante, participo en las actividades de la comunidad y me enrolo en la defensa de nuestros derechos, pero te pones a pensar que no deberías estar luchando por tus derechos, porque eres un ser humano como cualquier otro, con diferencias y gustos distintos, pero al fin y al cabo diferencias. Es bien triste luchar por lo que debes tener desde que naces”.
En su caso, Germán asegura que por cada paso que se logra dar, hay otro en contra. Pues si bien algunos estados de México ya permiten determinar la identidad de género en actas de nacimiento y documentos oficiales, así como el matrimonio y la sociedad poco a poco reconoce y visualiza a las familias homoparentales, también se ha incrementado la violencia contra la comunidad, asesinatos y agresiones.
Andrea, es una chica que no es lesbiana, tampoco bisexual, pero en su vida diaria convive con amigos que sí lo son, defiende sus derechos y desde su trinchera apoya sus causas y motivos:
“Yo considero que es un tema que continúa rodeado de tabúes y peligros para quienes ‘se atreven’ a reconocerse como personas homosexuales. Pienso que la sociedad en la que vivimos (México y Morelia) no está aún lo suficientemente madura para reconocer y aceptarla pluralidad de personalidades, gustos, necesidades y tipos de vida y la homofobia que persiste es una muestra de ello”.
Para Andrea, sobran muchas creencias sociales y religiosas que “no encajan con los cánones impuestos desde hace décadas”, como los de no reconocer e incluso considerar como “malo” todo aquello referente a la homosexualidad, madres solteras, amos de casa, etc.
“Yo convivo con personas homosexuales desde que nací pues en mi familia las hay y para mi, siempre ha sido de lo más normal tener una prima ‘que parece hombre’, amigos que tienen novio, mujeres que besan a sus amigas y matrimonios entre personas del mismo sexo. Pero sé que no en todas las familias es igual y la apertura, como en el caso de la mía no siempre es fácil y por ende poco común”.
La coincidencia es simple: “ser gay, lesbiana o trans no define la calidad de persona que es cada quien. Eso se debe resaltar”.